Corrían los años 80’. Estados Unidos propagaba sus nuevas políticas y expandía los negocios hacia los territorios más remotos. El crecimiento del país se reflejaba en todos los órdenes, incluso en el deportivo. Mientras el baloncesto de la NBA desplegaba su modelo de competitividad por todo el mundo, la NFL se preparaba para dar el salto de calidad. Previamente, algunos empresarios intentaron comprar franquicias, pero la NFL no autorizó las operaciones. Uno de los rechazados fue el excéntrico multimillonario Donald Trump.

Donald Trump hace un año: “la NFL está en una situación muy grave y se les va a derrumbar el negocio”

El magnate fue tentado para adquirir un equipo de la naciente USFL, una liga profesional de fútbol americano que surgió en 1983. Trump -despechado- no solo compró a los “Generals” de New Jersey, sino que fue uno de los propulsores de la asociación deportiva. Luego, el futuro presidente entabló una batalla jurídica contra la NFL acusándola de monopolio. La demanda resultó favorable para Trump, pero el tribunal le otorgó ¡un dólar¡ en concepto de daños y perjuicios. Así resultó imposible sostener económicamente a la liga y la USFL de Trump bajó la cortina…

Hacia finales de la década de los 90’, otro empresario –esta vez surgido del espectáculo deportivo- organizó una nueva liga profesional para competir con el monstruo del fútbol americano. Se trata de Vince McMahon, un ex fisicoculturista que supo potenciar los shows de lucha libre. Fue promotor y fundador de la famosa WWE. McMahon se juntó con la cadena televisiva NBC para crear la XFL. Tras un buen comienzo, la audiencia decayó estrepitosamente y el grupo se retiró. El experimento apenas duró una temporada.

La relación Trump-McMahon

McMahon y Trump son amigos. Comparten ideas y militan en el Partido Republicano. Solo una vez disimularon una pelea en la arena de WrestleMania –show de lucha-, con una presentación particular: “la batalla de los millonarios”. El circo tuvo excelentes repercusiones de audiencia y culminó con un acuerdo insólito porque el ganador debía cortarle el pelo al perdedor. Ellos no combatieron, sino que lo hicieron con luchadores que los representaban. Corría el año 2007 y la relación entre ambos ya era fluida.

Cuando Trump se nominó para ser presidente por el republicanismo, McMahon donó 5 millones de dólares a la Fundación D. J. Trump, convirtiéndose en el principal benefactor del candidato. Una vez que el empresario llegó a la Casa Blanca, nombró a la esposa de McMahon -Linda- miembro titular de su Gabinete. Ella y su esposo se negaron en reiteradas oportunidades a hablar sobre aquella donación porque la relación entre ambas familias resultaba evidente.

El fútbol americano es la disciplina número uno en Estados Unidos. Invertir dinero en los negocios que este deporte genera es siempre tentador para los magnates. Sin embargo, la liga profesional –NFL- es dirigida por los dueños de 32 equipos –en realidad 31 porque Green Bay Packers funciona como sociedad-. Estos hombres y mujeres representan a las compañías industriales más poderosas de Norteamérica, que no están dispuestos a la venta del tesoro y mucho menos a compradores polémicos.

Intentos previos de sacar otra liga que compita con la NFL

Los intentos fallidos de Trump con la USFL y de McMahon con la XFL parecen unir nuevamente a los magnates. La guerra eterna del presidente contra la NFL se actualizó 30 años después del juicio de Trump, cuando el millonario criticó a los jugadores de fútbol porque se arrodillaban durante la entonación del himno, en protesta por los abusos raciales sufridos por la comunidad afroamericana, a manos de la policía blanca. El mandatario descargó su furia, los insultó y bajó línea sobre lo que debería ser la liga y el comportamiento de los deportistas profesionales. Su adepto McMahon se alineó con el mensaje del mandatario y también reprochó a los jugadores.

Exactamente un año después de la asunción de Trump, McMahon dio una conferencia de prensa donde anunció el retorno de la XFL para 2020. Aunque el dueño de WWE aseguró “no haber consultado al presidente respecto a la reapertura de la XFL”, nadie le cree. Las palabras posteriores de McMahon parecen salidas de la boca del mismísimo Trump: “los jugadores de la XFL no podrán asumir posturas personales mientras están en el campo de juego.  La gente no quiere que los problemas sociales y políticos entren al campo cuando están buscando diversión”. Y agregó: “si alguien pretende arrodillarse, que lo haga en su tiempo libre”.

McMahon: “los jugadores de la XFL no podrán asumir posturas personales mientras están en el campo de juego.  La gente no quiere que los problemas sociales y políticos entren al campo cuando están buscando diversión”

En comunión con la perorata presidencial, McMahon también remarcó que los jugadores con antecedentes penales “no podrán integrarse”, en relación a los numerosos casos de deportistas que arrastran problemas con las drogas y también con denuncias por ejercer la violencia. “El inicio de esta liga no tiene nada que ver con los problemas de la NFL”, aclaró el presentador. El año pasado, Trump había lanzado una dura advertencia: “la NFL está en una situación muy grave y se les va a derrumbar el negocio”.

Es probable que, como dijo McMahon, no hablara con Trump sobre la creación de una nueva liga de fútbol que compita contra la NFL, pero los indicios, las formas, las historias y los discursos son muy cercanos. Demasiada casualidad. También es factible que la idea del ex luchador sea poner en funciones a la XFL para luego asegurarse el apoyo de su amigo presidente. Lo que está claro es que es oficial la vuelta de la XFL.