El tiempo de Wayne Gretzky como miembro de Los Ángeles Kings llegó a su fin el 27 de febrero de 1996. Los St. Louis Blues le ganaron la partida a los New York Rangers y se hicieron con los servicios de este histórico jugador a cambio de otros tres y dos futuras rondas de draft, una operación muy bien llevada por la directiva del conjunto azul. Como no podía de ser de otra manera, su paso por el club no pasó desapercibido, tanto para bien como para mal.

Con la esperanza de conseguir la primera Stanley Cup en su historia, los Blues adquirieron a Gretzky en lo que parecía el paso definitivo hacia la gloria. Nada más lejos de la realidad. Aquel equipo no estaba solo compuesta por The Great One, sino también por muchos otros patinadores talentosos. Entre ellos, Brett Hull, un delantero nato. La dupla que se formó a poco más de mes y medio para el término de la temporada regular parecía imparable.

Los números de la estrella canadiense fueron más que aceptables: 37 puntos en 31 partidos. En su debut, un 29 de febrero, ya convirtió su primer tanto, que sirvió para forzar el empate a dos contra los Vancouver Canucks. Además, en su corta estancia en el Estado de Missouri, marcó dos o más goles en una ocasión y sumó dos o más puntos en múltiples partidos, incluyendo uno de playoffs donde repartió tres asistencias.

Sin embargo, algo no funcionó y truncó el sueño de la franquicia. Algunos acusan una mala relación en el vestuario, -una vez Gretzky abandonó la franquicia, el entrenador le criticó duramente en público-, pero otros lo llevan al hielo. El gran talento de la plantilla tenía un agujero: el ala izquierda. Gretzky y Hull no tenían un compañero de línea fijo. Era una rotación constante, algo que a Wayne no le había pasado nunca en los Edmonton Oilers, donde ganó cuatro Stanley Cup.

En la primera ronda de playoffs, los Blues salvaron la papeleta venciendo por 4-2 a los Maple Leafs sin ventaja de campo aunque no pudieron hacer lo mismo en semifinales de conferencia, donde quedaron apeados por Detroit en un infartante séptimo partido en el que los Red Wings vencieron por 1-0 tras dos prórrogas. Aquella temporada fue el final de un sueño y de una época, ya que 16 de los 27 jugadores que componían la plantilla no continuaron la temporada siguiente. Entre ellos, Gretzky, que rechazó una oferta de renovación de 15 millones de dólares y puso rumbo a Nueva York para jugar con los Rangers, que ya le habían tanteado tiempo atrás, donde disputó tres campañas, las últimas de su carrera profesional.

Sin duda, el paso de The Great One por St. Louis Blues dejó huella aunque se fue por la puerta de atrás y lejos del objetivo que toda una ciudad ansiaba y que, a día de hoy, aún no han podido saborear: la Stanley Cup.