Dallas jugó un partido perfecto. Su defensiva estuvo a la altura de lo que significa una ronda de playoff. Fue agresiva, realizó buenos tackles y pudo controlar a unos Seahawks que ostentaban el mejor ataque por tierra de la temporada. Sin embargo, para ganar hay que anotar puntos y, en ése sentido, Ezekiel Elliot fue la carta más importante que tuvo Cowboys en la noche del AT&T Stadium.

El universitario de Ohio State alcanzó son las 137 yardas por tierra y 32 más en el rubro de la recepción. Elliot pudo capitalizar todo lo bueno que hizo su defensiva y fue el compañero ideal, una vez más,  de Dak Prescott que si no fuera por la presencia de su compañero de equipo, sería el MVP de la jornada.

“Zeke” es el pilar de una ofensiva que prácticamente no conoce el juego aéreo. La mayoría de sus 26 intentos fueron importantes para conseguir nuevas oportunidades, pero hubo dos que fueron determinantes. De menor a mayor importancia, el primero es para un touchdown de 1 yarda que colocaba a su equipo 17- 14. El segundo momento fue un acarreo de 44 yardas que cuatro jugadas más tarde Michael Gallup transformaría en anotación luego de un pase flotado de Prescott.

Por último, contribuyó en la jugada que sentenció el encuentro con el avance de 31 yardas para que Prescott realizara el trabajo final y se luciera con un touchdown para colocar a Dallas 24-14.

Por el nivel que manejaron todas las escuadras defensivas y ofensivas de Cowboys, es injusto quedarse con un único jugador. Amari Cooper, Dak Prescott y la defensa fueron determinantes. Sin embargo, el mote de MVP  a Elliot es un premio justo porque fue el arma más importante en toda la temporada regular. Incluso, si no fuera por la injerencia del corredor de 23 años y sus 1.434 yardas, no podríamos hablar de la franquicia tejana en rondas de eliminación directa.

Elliot ya negocia con las autoridades una mejora sustancial de su contrato. Al igual que sucede con Dak Prescott, es hora de escucharlo porque los resultados están a la vista.