Ya son de público conocimiento las incorporaciones de Antonio Brown a Raiders (intercambiado por una tercera y una quinta ronda del Draft de este año) y de Le'Veon Bell a Jets, quien firmó por poco más a $13 millones de dólares anuales. Esto dejó a los Steelers sin dos jugadores que, sin discusión, entran entre los mejores en su posición en la liga, abriendo un debate sobre cuál de los tres partes tendrá una mejor temporada. 

Son tres realidades totalmente distintas en los tres equipos. Jets tiene dinero y muchas opciones en el Draft como para armar un equipo que ya comience a carburar esta temporada, Raiders está en una etapa de reconstrucción total del equipo, y los Steelers quieren continuar con su reinado en la AFC Norte, aunque sin sus dos máximas figuras ofensivas.

Los movimientos realizados por los tres equipos tienen sus pros y sus contras. Para New York, la incorporación de un jugador capaz de explotar para una jugada grande como Bell, es sin duda un paso correcto en la franquicia. Los Jets tienen hace años un problema con la estabilidad de sus jugadores estrella para realizar jugadas que cambien el partido. 

El interrogante comienza cuando se analiza la regularidad del ex Pittsburgh: en seis años en la liga, solo completó una temporada, aunque teniendo en cuenta que en 2017 los Steelers jugaron la última jornada con suplentes, y estuvo sentado todo el año pasado por su disputa salarial. También se debe saber que, como corredor y receptor, será difícil que el producto de Michigan State no consiga buenos resultados. La línea ofensiva en New York no es la de Pittsburgh, pero tampoco es de las peores de la NFL, y ha agregado talento en esta temporada baja como para poder darle espacios a un jugador que a partir de este año tendrá que demostrar por él solo. 

Antonio Brown llega a Oakland en una situación intrigante. Peleado con Ben Roethlisberger, mariscal del que recibió sus 74 recepciones de touchdown, Brown dio el portazo en Pittsburgh y formará parte de la reconstrucción de Jon Gruden en la franquicia que se mudará a Las Vegas la próxima temporada. Y la situación es distinta.

Sí, Oakland ha mejorado (y seguirá mejorando con el Draft) su equipo de cara a este 2019. Pero Derek Carr es todavía discutido como el mariscal titular, e incluso de su capacidad de ser el QB de arranque en muchos de los equipos de la liga. Y, sin dudas, no tiene la precisión que tiene Roethlisberger, la cual fue ampliamente aprovechada por Antonio Brown, obteniendo números que suman al mejor rendimiento de un receptor en un lapso de seis años en la historia de la liga (686 recepciones, 9.145 yardas y 67 anotaciones). La capacidad del receptor no se discute, aunque tal vez le cueste una temporada de verdadero bajón estadístico llegar a un buen nivel con su nuevo hogar. 

Y, por último, están los Steelers. La pérdida de sus dos máximas figuras ofensivas sin duda será una influencia tanto anímica como táctica en el equipo de Mike Tomlin. Aunque, hay una realidad: en el 2018, James Conner corrió detrás de una línea ofensiva que tendrá esta temporada a casi todos sus intérpretes. Esto deja a Pittsburgh con un corredor diferente a Bell, pero rendidor. Jaylen Samuels demostró su valor aéreo tarde en la temporada, y ese comité de corredores puede tranquilamente reemplazar en números a Bell. 

¿Puede JuJu Smith-Schuster generar los números y las jugadas grandes que aportaba Brown? Sin dudas el ex USC mostró flashes de ser un gran receptor, y es una de las caras de la liga a pesar de su juventud. Con los años, JuJu entrará en la conversación por ser uno de los mejores receptores, pero no son comparables por ahora las estadísticas y el peso en el vestuario de alguien que apenas arranca su carrera con uno de los mejores WRs de la NFL.