Buenos y felices tiempos recorren St. Louis. La impresionante y contundente victoria en el último partido de la final ante los Bruins, hace que sus aficionados salgan a la calle a celebrar la primera Stanley Cup en los 52 años de historia del equipo. Sin duda, nadie, pero absolutamente nadie a principios de año, podía siquiera imaginar que este equipo llegaría donde ha llegado.

Pero llegados a este punto, el camino de St. Louis hacia la Stanley Cup ha sido cuanto menos curioso. En diciembre, es decir, con tres meses de competición a las espaldas, los Blues llevaban un récord paupérrimo: 15 victorias y 18 derrotas, que les colocaban justamente últimos en toda la NHL.

Increíble resurrección

Y después de estos casi primeros cuatro meses de competición, donde el equipo no jugaba a nada, y la directiva y la afición pensaban ya en la lotería del draft de la próxima temporada, llegó la resurrección. Los pupilos de Craig Berube se pusieron las pilas desde enero, y con un récord absolutamente incontestable de 30 victorias y diez derrotas, llevaron a los Blues a puestos de playoffs.

Pero ahora hay que analizar qué factores han llevado a este equipo a lo más alto que se puede llegar en este deporte, conseguir la Stanley Cup.

Factores del cambio

Sin duda alguna, una de las razones de la victoria final de los Blues tiene nombre y apellidos, y se llama Jordan Binnington. Portero novato, que llegó a St. Louis a mitad de temporada, que previamente había pasado por múltiples equipos, pero que dio un impulso increíble al equipo, y que con un porcentaje de paradas de .927, ha sido la gran revelación de toda la liga.

Otro factor importante ha sido la confianza mostrada a Craig Berube, el entrenador de los Blues. Llegó al equipo en noviembre tras la destitución de Mike Yeo, y a pesar de que en los primeros partidos no mejoró en nada el rendimiento del equipo, la directiva quiso confiar en él, y desde luego les ha salido la jugada redonda.

Mención aparte debe llevarse la afición, una afición que se ha caracterizado por sufrir mucho. Hay que recordar que a finales de los años 60, los Blues llegaron a tres finales consecutivas, y en todas ellas fueron literalmente barridos por sus contrarios. También han tenido que soportar la marcha como agentes libres de grandes estrellas, el caso más claro fue el de Wayne Gretzky.

Aún con todo ello, han demostrado ser una afición leal, el ejemplo más claro fue en el último partido de la final en Boston. Como toda la afición no podía desplazarse, se concentraron en el campo de béisbol de los St. Louis Cardinals, eran miles de fans animando a su equipo de hockey sobre hielo en un campo de béisbol, bonito final para una afición que lo merecía.