Cualquier partido que cuente con el número uno del draft va a crear expectativas, por ello siempre es interesante observar cual es la evolución de estos Cardinals y en concreto de su flamante QB Kyler Murray.

No tuvo muy de cara nunca el partido la franquicia de Arizona, que tuvo que remar a contracorriente ante el mejor juego de los Vikings. Pese a ello, como se comentaba anteriormente, fue una gran oportunidad para el nuevo head coach Kliff Kingsbury para ver de que pasta están hechos sus dos jóvenes mariscales. Ambos, tanto Murray como Hudley, dejaron detalles de nivel, además de conseguir grandes números (los dos por encima de las 150 yds.). Pese a ello, seguro que su entrenador habría querido disfrutar de una mayor amenaza una vez cerca de la end zone, ya que ninguna de las incursiones por la zona de anotación terminó en un TD de pase. El juego de carrera no fue especialmente brillante, aunque se repartió entre una amplia rotación de RB. Los Cardinals echaron esa falta de veteranía por parte de sus directores de juego, sobretodo viendo el hecho de que como equipo consiguieron casi las mismas yardas que los Vikings, pero con resultados muy distintos en el marcador.

Los de Minesota por su parte, siguen desplegando un juego muy físico, con un Dalvin Cook que está demostrando que tenía muchas ganas de volver para dominar el juego terrestre de los Vikings. La nota negativa de la offseason está siendo, eso si, la más preocupante de todas, Kirk Cousins, sigue sin encontrarse. El que fuera en su día objeto de deseo de media liga, no triunfó en su primera temporada y no está consiguiendo verse cómodo en lo que llevamos de pre-temporada, quedándose en un pobre 36.1 de pass rating en la primera mitad.

El entrenador jefe de los VikingsMike Zimmer, va a tener que seguir rebanándose los sesos para encontrar el mejor esquema de juego para su gran estrella. Kingsbury, por su lado, tendrá que continuar dotando su pizarra de jugadas más agresivas si quiere que su joven prospect marque verdaderas diferencias en el campo.