Este jueves, el líder y legendario pasador de Vaqueros de Dallas, Troy Aikman, cumple 53 años, pero sin duda su legado en la NFL con el equipo de Arlington quedará en la memoria de los aficionados por años.

Mucho se recuerda la década de 1970 con el dominio de Pittsburgh con Terry Bradshaw, los 80’s con 49’s de San Francisco y Joe Montana, pero la década de 1990 fue de Dallas y Aikman.

Desde su último Super Bowl en 1977, habían pasado 12 años que Dallas no había podido volver a ganar el Vince Lombardi hasta que, en 1989 en la primera selección del Draft, eligió al oriundo de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) como el jugador encargado de que el equipo saliera de la mediocridad para retornarlo a los primeros lugares.

El inicio no fue nada fácil, pues los Vaqueros se situaron con la peor marca (1-15), en donde Aikman disputó once partidos y los perdió todos.

Muy criticado

A partir de entonces, Dallas mejoró y Troy empezó a demostrar el porqué era un jugador diferente dentro del terreno de juego. A lo largo de las 12 temporadas que disputó, fue muy criticado porque nunca se le dio el reconocimiento de llevar al actual equipo de Jerry Jones a tres Super Bowls, derrotando dos veces a Bills de Buffalo, incluyendo ser el MVP de la edición XXVII, y también venció a los Acereros de Pittsburgh el 28 de febrero de 1996 .

Troy contó con un equipo de época, sobre todo a la ofensiva con un corredor de Salón de la Fama como Emmitt Smith y un receptor de manos seguras con Michael Irvin, que le ayudaron a formar una ofensiva de miedo que llegó al máximo partido en tres veces entre 1993 y 1996.

Aikman, en 12 campañas, disputó 165 partidos, sumó 32,942 yardas, lanzó 165 anotaciones, aunque fue interceptado 141 veces.

Su capacidad para ser un líder nato y la precisión en sus envíos, lo sitúan junto a Roger Staubach como los máximos quarterbacks de la franquicia y, además, en ser los únicos ganadores del trofeo Vince Lomabrdi que, hasta la fecha, Dallas sigue sin poder obtener de nueva cuenta.

Un golpe el 10 de diciembre de 2000 por LaVar Arrington, de Pieles Rojas de Washington, fue el parteaguas para un “prematuro” retiro a sus 34 años, aunque en ese instante comenzó la leyenda de Aikman que, años después, se vio reflejado en su inclusión al Salón de la Fama.