A lo largo de la historia de la NHL se han dado varios casos de hijos que han decidido continuar la carrera de sus padres y han conseguido hacerse un hueco en la liga. Pero solo hay un caso en la liga en el que ambos formen parte del Hall of Fame y estén considerados como parte de los 100 mejores jugadores de la historia. Esto sucede desde el 2009, año en el que Brett Hull, hijo del mítico Bobby Hull, fue seleccionado para entrar en ese prestigioso grupo.

El gran mérito que ha tenido en su gran carrera este jugador nacido en Belleville, Ontario, Canadá, ha sido sin duda su gran capacidad anotadora que le sitúa por el momento, en el cuarto puesto de la tabla de goleadores históricos de la NHL. Brett Hull marcó 741 goles en su carrera además de repartir 650 asistencias. También es el tercer jugador más rápido en llegar a los 700 goles (por detrás de Wayne Gretzky y Alex Ovechkin) y lo logró en 1.157 partidos. También es segundo de todos los tiempos en goles en power play con 265 y el tercero en goles ganadores, 110. Con 24 goles ganadores en playoffs, está empatado con Gretzky en el primer puesto de la historia en esta clasificación. Además, anotó 33 hat tricks en su carrera, lo que le convierte en el cuarto que más ha logrado en la historia de la NHL. Hull jugó en ocho NHL All-Star Games y fue nombrado el jugador más valioso del juego de 1992 en Filadelfia.

Su estilo de juego era muy ofensivo, tanto que a menudo se acusaba de no poner ningún interés en la defensa. Fue apodado "El increíble Hull" (una referencia a Bruce Banner) en la universidad por sus hazañas de puntuación. Era un delantero fuerte y de juego directo, con un gran disparo, y muy oportunista, muy difícil de marcar para los rivales, quienes a veces parecían ver como surgía de la “nada” para aparecer en el sitio justo para marcar. Brett Hull también destacaba por su gran personalidad dentro y fuera de la cancha, y por no tener reparos en decir lo que pensaba tanto dentro como fuera del hielo.

Hull formó parte de varias franquicias a lo largo de su carrera, empezó en los Calgary Flames, y posteriormente tuvo una brillante etapa con los St. Louis Blues, en dicha etapa, el delantero batió varios récords de la franquicia, en la que es considerado uno de los mejores jugadores de su historia, lo que llevó a los Blues a retirar su camiseta en 2006. Desafortunadamente, esa brillante etapa en lo individual no se tradujo en éxitos colectivos para los de Missouri, lo que hizo que Hull tuviera fama de jugador poco ganador. Pero esa fama cambió en su siguiente etapa con los Dallas Stars a los que condujo a la consecución de la primera y única Stanley cup de la franquicia de Texas en 1999. En su siguiente periodo logró su segunda y última Stanley Cup en el destacado conjunto de los Detroit Red Wings en 2002.

A pesar de haber nacido en Canadá y de ser hijo de una de las leyendas de la selección canadiense, Brett Hull decidió formar parte del equipo nacional de los Estados Unidos con los que logro el título en el campeonato del mundo de la IIHF en 1996, y la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de 2002.