Los Juegos de Barcelona 92’ marcaron un antes y un después olímpico. Mejores equipos de grabación, más tecnología, el futuro enfrascado en estadios multitudinarios que vieron proezas como las de Michael Jordan y el Dream Team. Lo mismo prometía Tokio 2020, más tecnología, más deporte. Algo único y diferente, alejado de los silenciosos juegos de Río 2016. Pero se interpuso la peor de las tragedias, la pandemia causada por el SARS-COV-2.
Pospuestos a 2021, los Juegos están en la cuerda floja, pese a todos los intentos por mantenerlos a flote. De lado se deja lo problemático que sería una cancelación, sobre todo para París 2024, cuyo presupuesto depende en parte de las ganancias de estos Juegos; o incluso los Juegos de Invierno de Pekín 2022.
Tanto el Comité Organizador de los Juegos, como el COI, no ven posible un aplazamiento más allá de 2021. La diferencia está en que el COI no da otra opción para Tokio, mientras la Organización se niega a contemplar el peor final de todos los posibles. El COI anunció un ingreso de 800 millones de dólares para hacer frente la crisis del coronavirus, pero los patrocinadores del evento peligran.
El 65% de los patrocinadores, según un sondero de la cadena NHK, dudan en cuanto a mantener sus compromisos en los Juegos de Tokio. Tomas Bach aseguró en una entrevista: ‘’Buscamos medios para simplificar la organización de los Juegos, ver cómo podemos reducir la complejidad de los Juegos’’, pero entre los patrocinadores se teme una cancelación pura para estos.
La renegociación de los contratos todavía no ha podido comenzar, debido al Estado de Emergencia vigente hasta hace unos días en Japón, que comenzó poco después del aplazamiento de los Juegos. Aun así, Toshiro Muto, director general del Comité Organizador de Tokio 2020, asegura que el 80% de los alojamientos previstos para este verano se han reservado sin problemas para 2021, y que las negociaciones con la prensa y la Villa Olímpica se están desarrollando.
La Organización pretende recortar costes y reducir la complejidad logística, con tal de llevar a cabo de la mejor forma los Juegos en 2021. ‘’200 ítems podrían ser simplificados’’, aseguró Muto, añadiendo ‘’por ahora estamos en la fase de identificar estos mismos, más adelante tendremos ideas concretas de cómo hacerlo’’.
Según medios locales, se estaría pensando en simplificar las ceremonias de apertura y cierre, además de reducir el número de espectadores en las pruebas, lo que parece ya dado por hecho, debido a la obligación de mantener el distanciamiento social. De hecho, la comunidad científica duda de la viabilidad de los Juegos, asumiendo la complicación que supondría tener controlada la pandemia en un año.
Yoshiro Mori, aseguró que nadie está hablando de cancelación, no es una opción que se contemple. Añadió que se pondrá el foco en los deportistas y en las competiciones, lo demás es accesorio para los nipones.
Días después, la gobernadora de Tokio, Yuriko Koike, aseguró que los Juegos tendrán que reducir su talla, pero dice también ‘’su organización es un símbolo del triunfo humano frente al nuevo coronavirus’'. Habla también de la realización de tests masivos como una de las posibles medidas a tomar.
Pero frente al aparente optimismo nipón, el COI no lo parece tener todo tan claro. Thomas Bach asegura que se tendrán que tomar medidas cuando se sepa, con algo más de certeza, lo que pueda ocurrir el 23 de julio. ‘'Nadie sabe cómo será el mundo en un año, en dos meses, así que tenemos que confiar en los expertos y luego tomar la decisión adecuada en el momento adecuado en función de este consejo’', dijo.
Mientras en Lausana creen que la cancelación es una, aunque dolorosa, posibilidad, en Tokio siguen descartándolo. Lo que pase con la cita olímpica, ahora mismo, es más incógnita que fecha en el calendario. Sea como sea, parece que vienen curvas lo próximos meses. ¿Qué pasará ahora que el Estado de Emergencia en Japón deja de estar vigente? ¿Habrá entendimiento entre Muto y Bach? ¿Habrá Juegos?
Eso es lo importante. ¿Habrá Juegos? Hasta el 23 de julio, lo que hay, son dudas.