Este pasado jueves se hacía público que Borje Salming, quien fuera jugador estrella de los Toronto Maple Leafs, fallecía a los 71 años de edad. El extraordinario defensa sueco había sido diagnosticado de esclerosis lateral amiotrófica (ELA) el pasado mes de abril, aunque no lo hizo público hasta el pasado mes de agosto sobrecogiendo al mundo del hockey.

Y es que Salming desarrolló una carrera profesional en Norteamérica (16 temporadas en Toronto y una en Detroit), que le valieron no solo el reconocimiento como jugador en el hielo, si no fuera de él como punta de lanza y guía para los jugadores de hockey formados en Europa.

Y es que en los años 70, los jugadores formados en la cantera europea estaban muy alejados de ser apreciados tanto por los profesionales como los aficionados del hockey de Canadá y Estados Unidos. Borje Salming cambió para siempre el estereotipo de que el jugador europeo no estaba preparado para aguantar el brutal juego físico que se gastaba en las ligas profesionales norteamericanas.

Golpe tras golpe en el hielo, insulto tras insulto, nada desvió al jugador que cuando empezó a jugar a hockey en su Kiruna natal, la ciudad más septentrional de Suecia, solo soñaba con subir escalones en el hockey sueco. 

Pero a sus 21 años, en su camino se cruzó la selección canadiense que se preparaba para las Summit Series de 1972. Salming fue nombrado mejor jugador de los dos partidos y le puso en el punto de mira de los Toronto Maple Leafs que acabaron fichándolo para su equipo.

Familiares y allegados de Salming le urgieron para que no saliera hacia Norteamérica, conscientes del alcance de lo que en los primeros años 70 era más que una aventura, probablemente un camino que podría llevarlo a una lesión grave.

Y es que sus rivales, que conocían de su técnica, no se ahorraron golpes para tratar de sacarlo del juego. “Fue duro porque realmente intentaban matarte”, “si intentaran hoy día cualquiera de esas cosas, serían suspendidos de por vida.”, declaró el bravo defensa sueco cuando se convirtió en 1996, en el primer jugador formado en Europa miembro del Salón de la Fama del Hockey y elegido por la NHL como uno de los mejores cien jugadores de la historia de la liga.

Pero todos esos golpes lejos de amilanarle, forjaron a un jugador gracias al cual la visión del hockey europeo cambió para siempre, convirtiendo a la NHL en el objetivo de los mejores jugadores del planeta, sin importar su origen.

Descanse en paz.