Por fin llegó el día en el que Simone Biles, la estrella mundial de la gimnasia en los últimos cuatro años, debutó en unos Juegos Olímpicos en los que pretende reinar. Y el enjuto astro americano brilló con luz propia en la cuarta subdivisión de la artística en la Arena Olímpica de Río, que se emocionó y aplaudió el gran desempeño de la aspirante a cinco oros olímpicos en estos Juegos.

En su pentareto empezó mandando, con la mejor nota por equipos, individual, en salto, en suelo y en barra fija. Como es habitual, solo se mostró humana en las las asimétricas, el aparato en el que no ha ganado ninguno de sus 10 oros mundiales en los últimos tres años, y aún así, pese a abrir ligeramente las piernas al subir en un giro, no era su puntuación (8,9) lo que desentonó, sino la dificultad con la que se atreve, de 6,1. Clavó los 15 puntos para los jueces, la nota fronteriza de la excelencia, y pese a ello solo pudo clasificarse 14ª.

La afroamericana de 19 años se atreve con bastantes florituras en el resto de aparatos. En el salto coloca su dificultad en los 6,8 puntos, con unos triples saltos y volteretas inaccesibles al resto que ella solventa con una exhibición de potencia que la eleva más alto que a ninguna. Por eso llegó a los 15,733 puntos, a medio punto de su compatriota, la campeona olímpica de Londres Aly Raisman, excelente y, sin embargo, tan lejos de Biles; a uno de Vanessa Ferrari, la veterana italiana que rejuveneció este domingo en Río a los 25 años y se coló también en la final individual.

Más veterana es aún Catarina Ponor, la campeona de Atenas 2004, la única superviviente del apagón rumano de la gimnasia. Camino de los 29 años se metió en la final de barra, otra prueba que lleva el nombre de Biles. La americana completó dos series de tres saltos hacia atrás, el último de salida, con perfección y consiguió una apertura perfecta de piernas de 180 grados. No hizo falta esperar a la nota, 8,93 para un total de 15,633 puntos, para ver cómo sus compañeras la abrazaban y el pabellón se rendía a sus pies.

Sin embargo, iba a ser el potro su obra más acabada ya en las calificatorias. Pasó de los 16 puntos, puntuación que se ve en raras ocasiones (16,050) con una ejecución de 9,7. Una locura. Una carrera cargada de potencia, dos vuelos tremendos, un aterrizaje perfecto.

Con lo visto, nadie apostaría en contra de sus cinco oros, un camino que puede empezar el martes por equipos. Las estadounidenses sacaron más de 10 puntos a chinas, rusas y británicas. La segunda final, el jueves, parece igual de clara. Tras los 62,366 puntos de Biles se colocaron los 60,607 de Aly Raisman y los 60,131 de Gaby Douglas, que por ser la tercera estadounidense y solo poder entrar dos, se quedó fuera de la final. Ni siquiera la rusa Aliya Mustafina parece poder hacerle sombra. No estará allí Ana Pérez, que terminó 36ª con 54,299 sin alcanzar los 14 puntos en ningún aparato.

Las americanas solo dejaron foco para otra veterana. Bastante más vieja que Ferrari y Ponor es Oksana Chusovitina, campeona olímpica por equipos en Barcelona 92 con el equipo exsoviético, alemana después y uzbeca ahora. Con 41 años, una verdadera extrañeza en el mundo de una gimnasia tradicionalmente para adolescentes, acompañará a Biles el próximo domingo en la final de salto con la quinta marca (14,999).