Simone Biles se hizo humana este lunes en los Juegos Olímpicos de Río. Tras tres victorias (equipos, individual y salto), falló en la cuarta y ya no podrá aspirar a salir de los Juegos con cinco oros. Quedará consagrada igualmente como la mejor gimnasta del mundo. Tampoco en su peor día consiguió apearse del podio en su aparato más delicado, la barra de equilibrios.

La perfecta Biles asumió con serenidad su derrota después de sufrir la dictadura de los estrechos 10 centímetros de anchura de la barra. En uno de los elementos centrales de su ejercicio, un salto hacia adelante tras el triple hacia atrás, trastabilló, desequilibró su cuerpo y se apoyó con las manos para no acabar en el suelo, lo que técnicamente significa igualmente una caída.

Ese desequilibrio resultó decisivo en un ejercicio sin más grandes fallos, su inicio sentado, su giro de dos y medio, su serie de tres hacia atrás y su triple de salida, siempre clavado. Pesó la ejecución para una nota de 14,733, más de un punto por debajo de todos los que ejecutó en la barra en las tres ocasiones anteriores en las que se subió al aparato en Río.

Con una dificultad mayor que Biles y un gran sentido de la oportunidad, la holandesa Sanne Wevers salió después a aprovechar su oportunidad con una actuación preñada de giros sobre sí misma y una pirueta perfecta para acabar. Ganó con 15,466 puntos, una nota que la estadounidense siempre había superado hasta hoy en los Juegos. Su compañera Laurie Hernández también acabaría superando a Biles (15,333) con una serie de tres hacia atrás y una salida con rondada hacia adelante.

Plata para Brasil en casa

La jornada de finales tuvo su momento más emocionante para el Arena Olímpico en las posibilidades del campeón olímpico brasileño Arthur Zanetti en la final de anillas en una final que sucumbieron muchos de los que partían con las dificultades más complejas.

Zanetti (15,766) acabó feliz y de plata con su gran actuación ante el presidente del COI Thomas Bach, consciente de que era imposible superar el ejercicio que antes había mostrado el campeón mundial griego Eleftherios Petrounias y sus 16.000 puntos con verticales y cristos perfectos, abriendo las manos y demostrando todo el control de la fuerza de su propio cuerpo. El ruso Denis Abliazin (15,516 puntos) se colgó el bronce).

En la otra final del día, la de salto del potro, se iba a recuperar el japonés Kenzo Shirai de la decepción del suelo con un bronce en salto (15,499) pero no consiguió el completísimo ucraniano Oleg Verniaiev tampoco escalar al cajón al torcerse en un giro de salida en un salto y rebotar en el final del segundo. Venció el norcoreano Gwang Se Ri (15,691) por delante del ruso Abliazin, que sumó dos medallas en una tarde (15,561) y de Shirai.