Elegante, superior, dominador. El jerarca de los 800m impuso su dominio en una de las finales más esperadas del programa atlético. Los masais están de enhorabuena porque David Lekuta Rudisha sigue siendo el rey en la distancia en la que hizo historia para siempre hace cuatro años batiendo el récord del mundo de la final olímpica. Este lunes no se atrevió con tanto en el Engenhao, pero le sobró para colgarse su segundo oro olímpico y escribir una página más en el libro de los campeones que repiten. La última está en blanco y negro: el mítico Peter Snell en 1964. La victoria del keniano coronó otra jornada en la que no faltó el récord mundial: la polaca Anita Wlodarczyk batió el de martillo, que era suyo, 82,29 metros, por la mañana.

El final de la jornada no se iba a quedar atrás. El brasileño Braz Da Silva, de 22 años y con el mismo entrenador de Bubka e Isinbayeva, mejoró 10 centímetros su marca personal, entró en el club de los seis metros en pértiga y batió a Renaud Lavillenie para enfervorizar aún más a un público escaso de espíritu olímpico. El francés denunció los abucheos y silbidos que él y el resto de competidores sufrieron en la lucha por el oro con el carioca.

La situación se repite por varias instalaciones, en deportes individuales con costumbres alejadas de los usos futbolísticos. El día anterior, el gimnasta estadounidense Sam Mikulak sufrió los gritos de la grada en cada fallo de su ejercicio de suelo. Estaban en juego dos medallas brasileñas. Las burlas llegan de tribunas siempre lejanas al lleno. Son solo algunos de los problemas que harán de los de Brasil los peores Juegos en demasiado tiempo.

A Río le salvarán los atletas. Gimnastas extraordinarias como Simone Biles mientras se ganan un capítulo en la historia olímpica. La estadounidense es uno de los grandes tesoros de los Juegos, aunque este lunes perdiese por primera vez desde que llegó a Río. Su sueño de los cinco oros se quedó sobre la barra de equilibrios, con un resbalón que salvó de la manera más digna posible para continuar con sus acrobacias. Su nota se resintió gravemente, pero aún así subió al tercer cajón del podio.

Medallas que sigue sin oler España, estancada desde el viernes en las cinco. Tampoco era el mejor día para ilusionarse. Las grandes damas británicas y alemanas de la doma clásica desalojaron del cajón a Severo Jurado y su caballo rockero 'Lorenzo', meritorios quintos en la final y con el reconocimiento, esta vez elegante, del público. Para el martes caben esperar mejores noticias. El piragüismo en aguas traquilas debutó potente después de las alegrías del slalom. La veterana Teresa Portela y el joven Marcus Cooper Walz palearán por las medallas a primera hora de este martes sin el cartel de favoritos después de clasificarse con holgura este lunes.

Más peso recae sobre el vallista Orlando Ortega, que debería estar en la final de los 110 metros vallas de madrugada después de capear una lluvia torrencial y aún así ganar su serie de primera ronda. Él, su homólogo Yidiel Contreras y el navarro Sergio Fernández en las vallas bajas son las únicas alegrías hasta ahora de un equipo de atletas que nunca se acerca a su máximo en las grandes citas. También el baloncesto deberá mostrar lo mejor en el momento clave. Los hombres de Scariolo no encontraron tampoco obstáculos ante Argentina y, después de situarse al borde del precipio, afrontarán a Francia en cuartos. El castigo a su pasotismo inicial podría llegar después: EEUU aparece en el horizonte de las semifinales, por lo que el bronce parece su techo.

Ni esa medalla podrán conseguir las chicas del waterpolo, que fallaron en el único día que importaba ante Rusia en cuartos, ronda en que las del hockey tampoco tuvieron opción ante Gran Bretaña. De luces y claros también la vela: Tamara Echegoyen y Berta Betanzos ganaron dos regatas en 49er FX y ya son líderes, pero el resto de barcos está demasiado lejos para soñar tras el podio perdido por Alabau. Así se estrecha el camino de España en Río, en tiempo y oportunidades.