«El objetivo del piragüismo es llegar destrozado, darlo todo. Si no, es que no lo has hecho bien», dice Marcus Cooper Walz, que se tomó tan en serio su reflexión que es el nuevo campeón olímpico de K1 1.000 metros, oro por sorpresa en piragüismo del nuevo talento del kayak español con solo 21 años. Mallorquín de padre inglés y madre alemana, nacido en Oxford por casualidad, recordó al David Cal de Atenas 2004 en C1, el joven prometedor que aparece deslumbrante y gana cuando todavía no se le espera. Cooper Walz era la esperanza para Tokio, pero sus tremendos últimos 250 metros adelantaron el futuro: del quinto puesto al primero mientras los demás agonizaban.

Cooper Walz paleó capicúa, pasó de su fuerte salida para verse adelante, solo a la sombra del portugués Fernando Pimienta, el hombre más rápido el día anterior en las series, en los 250 metros a quedarse atrás. Él mismo reconoce que su punto débil está en la parte media de la carrera, la que más ha trabajado en los últimos meses. El balear llegó a perder hasta más de una embarcación de distancia con sus rivales, a dos segundos de los que parecían llamados a jugarse las medallas, el checo Josef Dostal (plata), el ruso Roman Anoshkin (bronce), el australiano Murray Stewart (4º) y el propio Pimienta (5º). Pero como en las semifinales, en los últimos 250 metros incrementó su frecuencia de paleo y alcanzó a todos. Llegó dos segundos más rápido que el día anterior (3.31.44). Parecía ir en avión mientras los demás avanzaban en autobús.

Cooper Walz no era un desconocido en el piragüismo español. Ha subido a dos podios mundiales este ciclo olímpico, pero nunca en una prueba tan larga. En 2014 ganó el bronce en K2 500 metros, una prueba fuera del programa olímpico, junto al palentino Diego Cosgaya. Un año después escaló hasta la plata. La Federación vio su potencial y el mallorquín se enfocó a los 1.000 metros, donde en los últimos meses exhibió su potencia en España superando incluso a los miembros del K4 también olímpicos. Sufrió en el Preolímpico europeo de mayo en Duisburgo, donde solo pudo ser tercero. Esperó horas con inquietud hasta que las piezas del rompecabezas que es el sistema de clasificación olímpico de piragüismo encajaran. Otras potencias no podían clasificar más de ocho kayakistas, así que la Federación Internacional repescaba a Cooper Walz.

Por eso el balear, el primer medallista olímpico español que produce el programa de becas 'Podium' de Telefónica para jóvenes talentos, no esperaba un éxito así, aunque sorprendió su serenidad. "Hice buena salida, buen final, mantuve un ritmo excelente. Fue la mejor carrera de mi vida", explicó a las radios como si hubiera sido sencillo. El piragüismo ya es de oro cuando queda lo mejor.

Portela, otra vez sin chapa

El éxito de Cooper Walz a la primera contrastó con la enésima, quizá última, oportunidad desaprovechada de Teresa Portela, una mujer con más de 30 grandes medallas entre Europeos y Mundiales pero sin tocar medal olímpico. La gallega de 34 años ha sido madre de Naira en este ciclo olímpico pero no abandonó la piragua hasta el octavo mes de gestación. La recuperó para meterse en los Juegos Olímpicos por la puerta grande, con un bronce en el último Mundial de K1 200 metros.

En la final olímpica no respondió. Paleó en 41,053 segundos, más lenta que en las series y en las semifinales. Imposible llegar así a un podio que tenía el oro asignado. La neozelandesa Lisa Carrington ha ganado todo desde 2011 y no rompió su racha. La polaca Marta Walczykiewicz y la azerí Inna Osipenko-Rodomska, las otras dos grandes rivales, no dejaron escapar el cajón. Portela salió mal, se quedó atrás desde los primeros metros y terminó sexta, dos puestos por detrás de hace cuatro años. "No valoro la medalla, también el trabajo diario", se consoló antes de tomarse un tiempo para pensar si lanzarse a por Tokio con 38 años.

La otra brizna de éxito español apareció en la final de C1 1.000m, por primera vez en este siglo sin David Cal. Su entrenador Suso Morlán emigró a Brasil para pulir a Isaquias Queiroz, llamado a dominar la canoa en sus Juegos. En la primera final solo cedió ante el alemán Sebastian Brendel, triunfador como en Londres ante Cal. El moldavo Serghei Tarnovschi se colgó el bronce. En la otra final, la de K2 500m, ganaron las húngaras Gabriella Szabo y Danuta Kozak seguidas de las alemanas Franziska Weber y Tina Dietze y las polacas Karolina Naja y Beata Mikolajczyk.