Durante sus 18 temporadas  no hubo un bateador con tanta disciplina en la caja de bateo como el boricua Edgar Martínez. A pesar de ser considerado por muchos como el mejor bateador designado de las Grandes Ligas, hoy como en años anteriores muchos cronistas aun no lo ven como un integrante del Salón de la Fama.

Cuando buscamos las estadísticas, tenemos que solo han existido 23 peloteros en acumular una línea ofensiva de .300/400/500. Esto significa que terminaron su carrera con un promedio de bateo mayor a .300, un porcentaje de embasarse sobre .400 y un slugging superior a los 500.  Martínez al igual que Babe Ruth y Ted Williams son algunos de los miembros de este selecto grupo.

Vale destacar que  tiene mejor promedio de bateo y slugging que otras legendarias figuras como: Willie Mays, Hank Aaron, Pete Rose, Hank Greenberg y Paul Molitor.  Estamos hablando que sus números en ese  departamento ofensivo están a la par con figuras exaltadas en Cooperstown.

El solo hecho de mantener un promedio de bateo tan alto por 18 años es algo que muy pocos pueden presumir. Si hablamos de cosas que hacen a un “Hall of Famer” tenemos que hablar de alto rendimiento en producir y hacer carreras, que es la meta esencial del beisbol. Que mejor estadística que el promedio y el porcentaje de estar en base para ayudarnos a valorar el legado del boricua en su paso por la gran carpa. Para anotar tienes que dar hit, llegar a base por error o simplemente coger un pelotazo o base por bola.

Edgar y su Clutch

Posiblemente no tuvo números redondos como las 1,500 carreras empujadas o los 500 jonrones. Pero no por ellos no fue una bujía ofensiva para su equipo. Había que preguntarle a Ken Griffey Jr. de cómo con un doble de Martínez los Marineros de Seattle dejaron en el campo a los Yanquis en la serie divisional de 1995.

Auscultando en su hoja de datos, vemos que tiene 8 temporadas donde tuvo promedio mayor a .300 en situaciones donde había corredores en posición de anotar. Mientras que en momentos después de la séptima entrada y en juegos cerrados  tuvo un promedio de por vida de .306

Pero como si eso no fuera poco, nunca fue considerado un jugador del montón sino que en múltiples ocasiones sobresalió sobre otros.  Gano 2 veces el título de campeón bate, 5 bates de plata a mejor bateador designado, 7 veces designado al juego de estrellas y como si fuera poco es uno de los contados bateadores que tienen registran más bases por bolas que ponches.  Cuando miramos la última temporada de 2016 solo hay un jugador  (Joe Panik) que con un mínimo de 400 turnos hacia similar hazaña.  Eso denota la visión y la disciplina impresionante que destilaba el boricua cada vez que estaba en la caja de bateo.

La excusa de ser designado

Muchos escritores se recuestan del argumento de que como Martínez no fue un jugador de campo no merece su exaltación.  Debido a sus lesiones y no tan espectacular defensiva los Marineros de Seattle decidieron que su rol estaba únicamente destinado  como bateador. Pero no es el único que ha sido relegado a tomar un bate y no tocar un guante. Los mismos que lo critican por ser unidimensional, no se caen en la incongruencia cuando no midieron con la misma vara a Frank Thomas o a Paul Molitor, quienes jugaron gran parte de su carrera como  bateadores designados.

Un jugador que es grande es aquel que domina en su paso por las grandes ligas y deja una huella indeleble por sus aportaciones.  Debido a la gran cantidad de jugadores en la papeleta para el Salón de la Fama, vemos que persisten las dificultades para un ingreso de Martínez en el 2017.

Esperemos que algún día se haga justicia, al mejor bateador designado de la historia.