El pasado mes de noviembre, el ajedrecista noruego Magnus Carlsen se proclamó  campeón del mundo en Nueva York, tras ganar al jugador ruso Sergey Karjakin en la ronda de partidas rápidas. Carlsen también se coronó en los campeonatos  de  2013 y 2014 contra el jugador veterano Viswanathan Anand.

Este año el campeonato mundial ha estado muy reñido; tras 7 partidas con resultado de tablas, Karjakin juega bien sus cartas y gana la octava partida. Este hecho supone para los rusos la esperanza de poder derrotar a Magnus.  Y aquí es donde llega el momento inesperado. Es la hora de la rueda de prensa y Kariakin se encuentra atendiendo a los medios rusos. Y entonces ocurre. Un impaciente Carlsen pierde los papeles completamente y con un gesto de desprecio abandona la rueda de prensa. Y yo digo: te has coronado Carlsen.

Los que han seguido la trayectoria de Magnus Carlsen sabrán que es algo reservado, pero nadie  esperaba esa clase de reacción tan impropia de un campeón. En lugar de mantener el tipo y respetar la victoria de su oponente, Carlsen no supo autocontrolarse. Y aquí se me ocurre una pregunta: ¿es Carlsen tan inteligente? Es decir, la inteligencia lógico-matemática del noruego es impresionante, pero ¿y la inteligencia emocional? Saber cómo gestionar emociones, tanto como con los demás como con uno mismo parece que no es su fuerte. Y  es algo indispensable.

Para los que no lo sepan, existen 8 inteligencias. Entre ellas se encuentran la musical, espacial, emocional y lógico-matemática como se menciona anteriormente. Todas poseen la misma importancia y es crucial tratar de desarrollarlas equitativamente. Nadie duda que Carlsen sea un genio del ajedrez, pero también hay genios que saben comportarse incluso en la peor situación, y esa actitud merece ser destacada como una admirable cualidad. Así lo demostró Karjakin, quien mantuvo una sonrisa durante todo el torneo, incluso tras perder las dos partidas rápidas que proclamaron ganador a Carlsen. En resumen, todos estamos a tiempo de trabajar y controlar esa clase de reacciones o emociones, incluso el campeón mundial de ajedrez.