El golf es un deporte de caballeros. Se rige por unas normas de etiquetas y por un reglamento de juego muy duro . La mayoría de jugadores profesionales tienen un respeto por el rival que en pocos deportes se da esta situación. Por eso no es de extrañar la reacción del mundo del golf a la victoria de Sergio García en esta edición de Augusta y sobre todo la de Justin Rose. 

Esta edición para ganar la chaqueta verde, llegaba con otro aire en el golf español. Un aire distinto y fresco tras la incursión de Jon Rahm por la puerta grande en el mundo del golf profesional. Parte de la prensa nacional e internacional tenían puestos los ojos en el de Barrica y no era de extrañar. Pero si hay un jugador que por derecho propio se ha ganado el ser favorito para cualquier grande, ese es Sergio García. Es verdad que Augusta no es su campo preferido. Muchas declaraciones en ediciones anteriores tras perder las opciones de ganarlo, mostraba su descontento a la hora de jugar el primer 'major' de la temporada. Pero algo había cambiado para esta edición. Como bien dijo al finalizar la jornada del Sábado: "Augusta no ha cambiado, he cambiado yo". 

Lo vivido en la última jornada de Augusta es una muestra de ese cambio de Sergio. Una serenidad a la hora de manejar la situación que pocas veces le habíamos visto en su intento de ir a ganar la tan ansiada chaqueta verde. Tanto cuando iba tres golpes por encima de Rose como cuando a falta de tres hoyos iba uno abajo el de Castellón no perdía la calma. Muestra de ellos eran los gestos con su rival y amigo. Esa calma hacía ver que por fin podía llegar su primer grande. Ya en el 18 pateaba para la victoria tras el fallo de Rose. Era un golpe sencillo por decir algo ya que en este deporte no tienes nada asegurado hasta que la bola no entra. Y no entraba y eso hacía saltar las alarmas y los fantasmas del pasado. 

Pero llegaba el desempate y el golfista nacido en Johannesburgo mandaba la bola fuera desde el tee y no le quedaba otra que jugar a la calle un golpe corto al no poder ir a bandera de forma directa. Las puertas se abrían para Sergio que la dejaba en calle. Ya en el green Rose hacía bogey y Sergio pateaba por vestirse su primera chaqueta verde. Y la bola entró y los fantasmas de Sergio se fueron por completo, y el mundo del golf se puso en pie ante uno de los jugadores con una regularidad tremenda para mantenerse entre los grandes, y todo ello el día en el que Seve hubiera cumplido 60 años y todo ello en un fin de semana en que muchas de las miradas no estaban puestas en el. El golf no le debía nada a Sergio, por derecho propio Sergio ya estaba entre los grandes. Esta victoria no hace más que justificar la exitosa carrera de Sergio García.