Uno de los patrones más recurrentes en WWE a la hora de desplegar sus historias es el de, cuando un luchador aterriza en las marcas principales, enfrentarlo con otro que goce de un prestigio importante. En este rol de poner over a los recién llegados viene encontrando su hueco Dolph Ziggler.
Tras realizar una labor similar allá por finales de 2015 para "presentar" a Tyler Breeze, que subía de NXT, en 2016 Ziggler fue el elegido para tener una rivalidad con Baron Corbin después de que The Lone Wolf debutara a lo grande en WrestleMania 32. Ambos mantuvieron varios combates con finales controvertidos pero fue Corbin quien resultó ganador del feudo, marcando el inicio de una irregular trayectoria en la élite de la empresa.
Sus enfrentamientos con The Miz en la segunda mitad del año con el WWE Intercontinental Championship en juego fue de lo mejor que ofreció la compañía de Vince McMahon durante ese lapso de tiempo, pero la llegada de 2017 provocó un cambio radical en el personaje de The Showoff. Pese a hacer un turn heel, su estatus apenas experimentó un crecimiento significativo. Seguía estancado.
Obtuvo su oportunidad gracias al ascenso a SmackDown LIVE del japonés Shinsuke Nakamura. De nuevo Dolph tenía la misión de ser el primer obstáculo de alguien que procedía del territorio de desarrollo. Y como no podía ser de otra manera, fue The King of Strong Style quien se llevó el gato al agua.
El último caso se ha dado tras una época muy complicada para Ziggler, sin aparecer en televisión primero y en un estado de rencor hacia el mundo después que le ha llevado a imitar a distintas superestrellas en busca de la redención. En WWE Hell in a Cell se verá las caras con otro luchador que ha arribado hace poco a la marca azul, Bobby Roode.
Si se tiene en cuenta lo sucedido con anterioridad, probablemente Roode se llevará la victoria... pero no se puede descartar un triunfo de Ziggler que le permita recobrar una posición mejor a ojos de WWE y, de paso, quitarse esa etiqueta de "trampolín". El domingo, la respuesta.