El wrestling, como la vida y la economía, es cíclico, cae en periodos de recesión para volver a crecer años después tras superar una crisis que provoca un cambio en el modelo de negocio. La última crisis que sufrió el wrestling fue a principios de los años noventa debido a la crisis de los esteroides; esta, sin embargo, parece ser un mero cansancio frente al producto actual y el surgimiento de alternativas.

En el caso que atañe a España es evidente que la UFC es la novedad, no había tenido ningún seguimiento hasta la actualidad y ahora está empezando a crecer. Figuras tan polémicas como la de Conor McGregor, sacadas casi del wrestling de los noventa han conseguido que la atracción del gran público se vaya hacia las artes marciales mixtas, mucho más enfocadas al varón adolescente y joven que el actual wrestling.

Este efecto también se une en España con el cansancio de un producto como el de WWE. Cada vez más pensado para un público de niños (al más puro estilo finales de los años ochenta o finales de la última década), la promoción de la empresa en España no es la más adecuada, con una emisión capada, en un horario poco interesante y con comentaristas muy enfocados a los más pequeños, provocando la pérdida de interés de aquellos que se hicieron fans en 2006.

Esto y la sobrexplotación (cuatro shows de Smackdown en España el mismo año son excesivos) han producido que ni Madrid ni Barcelona se llenasen durante la última gira de los de McMahon por España. Aún con eso, la entrada en Madrid fue buena mientras que en Barcelona fue inferior debido también a que más gente de fuera va a la capital que a la ciudad condal.

Con esto podría parecer que el wrestling en España está decayendo y ya no existe un gran interés pero nada más lejos de la realidad. Es cierto que el boom ya no existe mientras que WWE está en una recesión debido a los veinte años que lleva la empresa sin un solo competidor digno de tal nombre, pero por otro lado el wrestling sigue creciendo en toda Europa, incluyendo España.

Un nuevo comienzo

Sin la empresa poderosa, son las locales las que están surgiendo con cada vez más fuerza y con mayor capacidad económica

Mientras que países de tradición como Alemania y Reino Unido se han transformado en cunas del wrestling, otros como España están poco a poco creciendo con talento propio. El ejemplo evidente de esta mejora es que La Pulga ha luchado en Japón mientras que Adam Chase y A-Kid ya son habituales en las principales empresas indies de Reino Unido.

En cuanto a las compañías españolas es innegable que durante los últimos tres/cuatro años el salto cualitativo y cuantitativo que han dado es tremendo. Barcelona tuvo SPW y ahora tiene RIOT además de RCW que suele recorrer toda la costa mediterránea, otras empresas más pequeñas crecen en ciudades como Sevilla. Evidentemente falta hablar de Triple W, la cual ha conseguido ser la empresa española por excelencia.

Combate en Tabacalera entre Ruky y A-Kid. Fuente: Triple W
Combate en Tabacalera entre Ruky y A-Kid. Fuente: Triple W

Con un público cercano al americano de los noventa en Tabacalera, Triple W tiene una identidad propia muy marcada. Sus historias son sencillas de entender aunque no simples, sus luchadores logran conectar con el público y los espectadores les devuelven la entrega con muchísima pasión (dos veces este año se ha tenido que quedar gente fuera debido al lleno). Con esto únicamente no se podría hacer mucho, siendo una empresa indie como las mil que hay en cada pueblo o ciudad relevante.

La decisión de introducir un On Demand provoca que de repente esto cambie, pasando a ser una compañía que puede ser vista más allá de los aficionados de siempre en Tabacalera, permitiendo una mayor exposición a los luchadores y un mayor número de fans fuera de Madrid, lo cual es realmente importante si una empresa quiere de verdad crecer y ser capaz de aumentar su base de fans.

En definitiva, al final el wrestling está perdiendo su boom pero lo que está consiguiendo es generar una base mucho más sólida de gente interesada en el wrestling y con mayor capacidad económica en tanto y cuanto ya no dependen económicamente de sus padres. Irónicamente es el mismo proceso que ocurrió para fomentar la Attitude Era.

El wrestling tiene un boom (años ochenta en USA, 2006 en España) del cual surge una enorme camada de fans muy pequeños. Tras ello sufre una regresión en comparación con otros deportes, entonces fue el boxeo y ahora la UFC, que provoca que para el fan casual sea seguro que el espectáculo ya está terminado, mientras que un grupo reducido de aquella cantidad de fans se vuelve hinchas incondicionales del deporte.

Finalmente y pasados unos diez/quince años el wrestling se recupera debido a que los antiguos niños han pasado a ser adolescentes y jóvenes adultos dispuestos a descargar sus emociones en los eventos como si fuese un campo de fútbol. Es curioso pero ECW representaba la rabia de toda una generación, al igual que la Attitude Era. Actualmente empresas como Triple W o Progress en Inglaterra han recuperado en parte esa forma de hacer que el fan pueda canalizar sus problemas dentro del mundo del wrestling.

Como siempre lo que parece una mala racha es una enorme oportunidad y el wrestling está mejor que nunca a pesar de que WWE o la antigua TNA no lo estén. Eso es lo bonito del wrestling.