El artículo que hizo temblar una monarquía
Estatua de Emilio Castelar | Foto: http://agrega.educacion.es/

En el siglo XIX, a pesar del analfabetismo existente en España, la prensa tenía una gran difusión y repercusión en la sociedad. Los periódicos eran netamente ideológicos, al servicio de partidos y personalidades. Su fin no era ganar dinero, sino conseguir que la idea que defendían alcanzase el poder, o al menos una cuota importante de éste. También se obvia en muchas ocasionas que grandes personajes de la historia tuvieron un papel destacado en la prensa. Como es el caso de Emilio Castelar. Todos lo conocemos por ser presidente de la I República, por ser un gran orador y por su vida política. Pero además de lo citado, Castelar desempeñó una labor periodística digna de resaltar y recordar.

Emilio Castelar y Ripoll se formó en la facultad de derecho en Madrid. Años después fue profesor de literatura española y universal, de latín y de griego. Al mismo tiempo fue haciendo incursiones en la vida política vinculado al partido demócrata. Por la calidad de sus discursos, la prensa no dudó en pedir su colaboración para sumarse a la causa demócrata, enfrentada a la reina Isabel II. Castelar colaboró en El Tribuno, La Soberanía Nacional y La Discusión. Pero la actividad periodística más destacable fue la creación del periódico La Democracia. En él se pueden leer duras contiendas contra Pi y Margall. Mientras, Pi y Margall, al frente de La Discusión, defendía las ideas socialistas y federales. Castelar, en su periódico hacía apología de las ideas republicanas e individualistas.

El Rasgo: un artículo que desencadenó las revueltas republicanas

En 1865, Castelar publica en La Democracia el artículo que hizo temblar los cimientos de la monarquía isabelina, El Rasgo. En este escrito, acusaba a la reina de lucrarse en la cesión que había realizado de su patrimonio al Estado, y que tantos elogios había cosechado del bando moderado. Evidentemente, esta acusación tuvo repercusiones inminentes, y Emilio Castelar es separado de su cátedra. Este hecho provocó el estallido estudiantil conocido como ‘Noche de San Daniel’, donde una multitud de estudiantes se echó a las calles para apoyar a Castelar y el ejército no dudó en reprimir a los éstos de una forma bastante sangrienta.

En el famoso artículo, Castelar decía así: "Hace mucho tiempo que se viene encareciendo cuánto podían servir para sacar de apuros al Erario los bienes patrimoniales de la Corona. […]. La Reina se reserva los tesoros de nuestras artes, los feraces territorios de Aranjuez, el Pardo, la Casa de Campo, la Moncloa, San Lorenzo, el Retiro, San Ildefonso: más de cien leguas cuadradas, donde no podrá dar sus frutos el trabajo libre, donde la amortización extenderá su lepra cancerosa. El Valle de Alcudia, que es la la principal riqueza del Patrimonio, compuesto de ciento veinte millares de tierra, no podrá ser desamortizado a causa de no pertenecer a la Corona, y, según sentencias últimas, pertenece a los herederos de Godoy. En igual caso se encuentra la riquísima finca de la Albufera, traspasada por Carlos IV a Godoy en cambio de unas dehesas de Aranjuez y unos terrenos de Moncloa. Si después de esto se transmite a la Corona el veinticinco por ciento de cuanto haya de venderse, quisiéramos que nos dijesen los periódicos reaccionarios que resta del tan celebrado rasgo, qué resta sino un grande y terrible desencanto. […] .Véase, pues, si tenemos razón; véase si tenemos derechos para protestar contra ese proyecto de Ley, que, desde el punto de vista político, es una engaño; desde el punto de vista legal, un gran desacato a la ley; desde el punto de vista popular, una amenaza a los intereses del pueblo, y desde todos los puntos de vista uno de esos amaños de que el partido moderado se vale para sostenerse en un Poder que la voluntad de la nación rechaza; que la conciencia de la nación maldice".

Tan polémica fue la represión de la revuelta que Narváez tuvo que abandonar el gobierno y dejarlo en manos de O’Donell, quien le devolvió la cátedra a Castelar. Pocos meses después, Castelar participó en las revueltas republicanas de 1866 -esta actuación le condenó a pena de muerte- y se vio obligado a huir de España. Pero el triunfo de la revolución en 1868 facilitó la vuelta de quien luego sería el presidente de la I República. 

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