La religión entendida como un virus del lenguaje
La religión entendida como un virus del lenguaje | Fuente: Awardsdaily.com | ‘Youth, La Giovinezza’, Paolo Sorrentino, 2015.

Marchemos, hijos de la patria,
Que ha llegado el día de la gloria
El sangriento estandarte de la tiranía
Está ya levantado contra nosotros.

Empiezo mi trabajo cuando lo siento pertinente. Empiezo mi trabajo cuando la inspiración de verdad existe, cuando la Tercera Cruzada de nuestra era ha estallado sin previo aviso. Dicen que la cifra asciende a 60 fallecidos en un atentado múltiple. En estos casos me replanteo muchas cosas, como el qué ocurrirá mañana. Otra que siempre me asalta es el problema del lenguaje. Bendito Wittgenstein que revisó en su ‘Tractatus’ (1921) la mala forma en la que empleamos el lenguaje. Su mala utilización procede de la estigmatización actual hacia un sistema educativo humanista en decadencia, frente a la elección por el engranaje tecnócrata, que saca a las calles robots fabricados en serie con carencias tan básicas como la empatía. Empiezo esta noche mi trabajo porque hacerlo cualquier tarde, con 60 muertos en Líbano, no tendría sentido; en cambio, hacerlo cualquier tarde, con 60 muertos en Francia, sí lo tiene.

El lenguaje es un arma de doble filo, sobre todo si su interpretación es errónea. Esta cultura de la sistematización agrava los fallos interpretativos de textos susceptibles de crear revuelo como son los textos sagrados, pilares de culturas milenarias. La televisión ya ni siquiera desinforma, sino que, directamente, no informa. Solamente se salvan Canal24Horas, 13TV y la catalana TV3. Una vez más la televisión decepciona y el papel informador recae en la sempiterna elegida, la radio.

Crónica social de una cruzada contemporánea: el epipelágico

Mientras escucho el minuto a minuto de Alsina en OndaCero voy leyendo el único medio que nos hace estar en contacto con los sucesos internacionales, Twitter. Amigos míos, tecnócratas bien parecidos, a los que tenía por gente sesuda, atribuyen la culpa de esta cruzada y de las dos anteriores (11S en Nueva York y 11M en Madrid) a la lectura de los libros de las religiones abrahámicas. También aprovechan para hacer demagogia y ensalzar al Frente Nacional francés. Estos amigos míos, abrigados con diplomas y títulos, probablemente gobiernen en un futuro, o, como mínimo, me darán un trabajo aceptable. Después de situaciones límite como estas, la naturaleza humana se descubre y ves como personas a los que tenías por grandilocuentes pensadores son charlatanes cuyos únicos sesos están en el buche y son de cordero rebozado.

Parece que hay más de 80 rehenes en el Teatro Bazatlan, uno de los cuatro puntos calientes donde el Estado Islámico ha actuado durante esta tarde-noche. En Twitter momentos cumbre como el de hoy son el trampolín idóneo para periodistas en la marginalidad de la profesión, para anormales que sacan la bandera desde el argumento rancio y patriota como mis amigos y futuros jefes; y para gente como Alfonso Rojo, que abre el sepulcro del Cid y lo resucita desde la ya mencionada 13TV, donde ahora mismo está interviniendo el vallisoletano Fernández Díaz con frases tan vacías como la ideología de su partido. Donald Trump acaba de irrumpir en las redes con un tuit polémico, que, por otra parte, ya se hacía de rogar: "Isn't interesting that the tragedy in Paris took place in one of the toughest gun control countries in the world?". Realmente me recuerda a una vecina que huele a pachuli y aboga por el exterminio de los 'cabezatoallas', como apoda al pueblo musulmán. Ese sí es el verdadero miedo, lo que la gente considere vomitar en las urnas.

Yo, mientras tanto, busco un par de citas que vienen en el reverso de mi librito de noche. Precisamente este librito inocente es El Corán. La primera es de Ramón Llull y la segunda, aún más lapidaria y sentenciosa, de Ibn Jaldún, y dice así: "La elegancia del estilo inimitable del Corán es tan grande que ninguna inteligencia puede apreciarlo debidamente". Es la rabia la que lleva a la lectura errónea de un libro poético que solo puede ser leído (ni siquiera entendido) entre líneas. Más que la rabia, es la venganza continuada entre ambos bloques, que empezó con Urbano II y seguirá hasta que las religiones de paz hagan honor a su nombre.

Ese sí es el verdadero miedo, lo que la gente considere vomitar en las urnas

Acaban de asesinar a 100 personas en el Bazatlan, víctimas de la rabia y de la venganza, víctimas de nosotros mismos. Ahora es definitivamente cuando Rust Cohle vuelve a saltar a la palestra en mi mente y hago mía una reflexión suya: "Quizás lo más honorable que podríamos hacer como especie es negar la programación, dejar de reproducirnos, caminar de la mano hacia nuestra propia extinción, una última noche, hermanos y hermanas, excluyéndonos voluntariamente de un contrato injusto”. Europa, señores, acaba de morir.

Estos son los momentos en los que te replanteas tu ética y tu forma de actuar, si el egoísmo es un aspecto positivo entre el caos que sufre un pueblo vulnerable a más ataques. El egoísmo también propio de una nación colindante, antes llamada Al-Ándalus, codiciada por los que a unos cientos de kilómetros se están haciendo un hueco en los libros de Historia. Finalmente, me entristece la inestabilidad moral que me produce este tipo de acontecimientos, así como la que produce en los grandes popes europeos. A Hollande se le ha ido la cabeza, les acaba de declarar la guerra, cual kamikaze del otro bando. Está entrando en su juego, es la mujer despechada, observadora en primera fila de como seis locos han masacrado a su familia.

Ahora sí, el clímax ha llegado a las redes y a la radio. En OndaCero suenan teléfonos y testigos conectan con el informativo especial. El analfabetismo se apodera de Twitter y los islamófobos ganan terreno al raciocinio, la confusión empaña a unos terroristas tan desjuiciados como los que hoy se han inmolado por Alá. "Si no matamos nosotros a los musulmanes nos matarán ellos", escribe un estudiante de Derecho.

Leer 'Por qué me importa más un francés que un sirio', de Cristian Campos para Jot Down Magazine

Son ya las 3:00 y el ritmo informativo ha descendido. El morbo se acaba, los periodistas dejan de contabilizar fallecidos, la mente humana no da para más bulos (rumores falsos sobre el incendio en el Refugio de Calais o sobre el apagón en la Torre Eiffel) y el amarillismo se cansa de su propia medicina. El medio que una vez más vuelve a cumplir con creces, se despide con las últimas palabras de Alsina, antecesoras de ‘La Marsellesa’. Silencio, pelos de punta y lágrimas absurdas en los ojos. Lo que veo es Historia, ciertamente es belleza y no quiero parecer sádico. Es un momento de sumo erotismo, de recuerdo tan vívido como la primera vez con una mujer. Carnaza para hienas, porque estamos hambrientos y dudosos. Porque por un lado el navío naufraga y por otro, somos atentos espectadores en un teatro de aforo ilimitado, donde hoy se representa una obra tarantinesca en la que unos cuantos enajenados toman cientos de rehenes en otro teatro y los ejecutan mientras nosotros comemos palomitas y sorbemos Coca-Cola.

En Twitter solo quedan los exaltados del momento que ahora vuelven a la calma, a hablar de sus vidas, a hacer chistes y a colocar cancioncillas. No sabemos a lo que nos enfrentamos porque no conocemos ni al aliado. Cuatro atentados pasan a la memoria de una personita 'de a pie' en menos de 18 horas. Ya nada se retiene, ya nada se siente. Como decía Trueba en su conferencia en la Mergelina de Derecho durante la Seminci: "La tecnología nos aliena y nos usa demasiado". Mañana será otra tarde, en la que 60 personas morirán en Líbano y nadie empezará un trabajo de Historia.

Cuando se odia hay que ser ambicioso: el mesopelágico

Veinticuatro horas después y con la cabeza fría, los debates comienzan, los discursos de nuestros políticos se suceden y los amagos de réplicas asoman la cabeza. Una cita se me antoja sublime para describir la situación que ha creado ISIS, o Al-Qaeda, autor del crimen según apuntan otras fuentes: "Cuando se odia hay que ser ambicioso". Esta sentencia de Jeppino Gambardella (Toni Servillo en 'La grande bellezza, 2013, Paolo Sorrentino) es extrapolable al terror creado tan solo hace un día. La pregunta es: ¿por qué? Hace unos meses fue el mismo verdugo, contra el mismo chivo expiatorio: Francia. Charlie Hebdo sufrió las consecuencias del fanatismo, la rabia y la venganza; pero la libertad de expresión no fue ni ha sido privada. Se puede tomar como una causa del ataque, pero, ¿ahora qué?

Quizá la religión queda ensombrecida, en un segundo plano, como argumento para cercenar cientos de vidas inocentes. Desde el mal llamado Estado Islámico postulan los ataques no contra el cristianismo, sino por y contra nuestro estilo de vida. La cruzada religiosa se aliña con odio hacia nuestras costumbres, nuestra visión europea, nuestra democracia y el que hoy tomamos como nuestro, el estado garantista de libertad, igualdad y fraternidad.

Ignacio Escolar, en este preciso instante, está dando con la tecla. Lo que los terroristas buscan es una reacción encarnizada de Occidente (como la que ya ha anunciado Hollande), en pos de tener un argumento firme para hacer la Guerra Santa en nuestro propio territorio, en nuestro hábitat, en Europa. Europa ya está siendo campo de batalla de una guerra velada que desde que Bush decidiese vengarse, encendió las alarmas de medio mundo. Ciertamente, no sé cuál será exactamente el porqué de los ataques, el lugar y el momento, solo sé que hay que hacerse preguntas e intentar encontrar respuestas, aunque a primera vista parezca imposible.

El enemigo no está en su totalidad en Siria, el enemigo viene también de las altas esferas estadounidenses. Al-Qaeda no era nadie hasta 1998. Estados Unidos alzó a Al-Qaeda para acabar con el dominio soviético en Afganistán y ahora ha creado la facción más radical del islamismo, el Daesh o Estado Islámico, a los que también financia. Pero lo más duro es que salga Obama, el Premio Nobel de la Paz, a mostrarse indignado con los atroces asesinatos cometidos ayer. Cuando la hipocresía no gobierne el mundo será cuando el hombre no gobierne la tierra.

La islamofobia se puede apoderar de la opinión pública y, de ocurrir, esa será la verdadera catástrofe que origine la III Guerra Mundial. Noruega no es un país más cerrado a la inmigración, ni un país miedoso desde los asesinatos de la isla de Utoya en 2011, obra de Anders Breivik contra el islam y el marxismo. No por ello Oriente ha sido cristianófobo, porque en todas casas cuecen habas, y en la mía a calderadas.

Hoy, menos de 42 horas después del ataque, la gente, al menos por las redes, ya ha olvidado por completo el tercer momento clave de nuestro flamante siglo. El efecto aspirina cada vez es más notable en cuanto que el goteo de noticias es más frenético. Hollande le ha declarado la guerra definitiva al Estados Islámico. Ha bombardeado Siria, se ha disfrazado de Donald Trump, el corazón ha podido a la cabeza y el Romanticismo bélico-nacional se ha apoderado de un país eminentemente racional; cuando es ahora el momento en que el estado ha de desaparecer y ha de aparecer el sentimiento de vecindad, de egoísmo propio del ser humano como reacción normal ante un peligro.

Tras la 'estabilización y 'normalización' de la situación, Hollande ha declarado oficialmente la guerra a ISIS. Diez cazas terroristas franceses han bombardeado Raqqa, ciudad siria dominada por terroristas (capital en funciones de EI). Aleatoriamente, sin importar a quienes les estallaba una bomba en su calle, el máximo mandatario del país de Voltaire, ha privado a Europa de su respirador artificial. Muchos amigos míos dicen que hay guerras inevitables. Dos días después de la catarsis llega el momento crucial. La piedra roseta del conflicto cruzado: la generación de una venganza.

La cruzada shakesperiana, por John Ford: el antropelágico

El prócer francés se ha decantado por el Romanticismo. Muy al cuento viene la discusión Ilustración - Romanticismo. Este Romanticismo es un Romanticismo patrio, propio de películas del oeste, donde el pueblo es una piña y un grupo de maleantes campa a sus anchas por las empolvadas calles, asustando a la gente y aplicando su ley, porque ellos creen que la suya es la mejor. Salvando las distancias, este caso es similar al de una película del oeste por la que siento veneración, de un director por el que siento veneración: 'El hombre que mató a Liberty Valance', de John Ford, 1963. Ciertamente, esta idea no es originalmente del todo mía. Hace unos instantes, conversando con mi cinéfilo albacea, unimos nuestras dos pasiones para teatralizar la política y llevarla al rodaje de un saloon. Entre David Sastre, éste mi factótum asturiano, y yo, identificábamos mediante preguntas lo ocurrido, sistémicamente, con el filme anteriormente citado.

¿Qué hubiese hecho Doniphon en un caso así? ¿Quién es Doniphon, quién es Stoddard, quién es Liberty y quién es Hallie? A priori, Doniphon y Stoddard son los buenos, el romanticismo del far west, sacado de una dime novel; cara de una misma moneda, donde Stoddard es la cruz. Stoddard ‘El ilustrado’, procedente del este, quien intenta apaciguar la situación por medio de la palabra y la educación, intentando evitar por todos medios la confrontación entre pueblo y maleantes. Ambos, Doniphon y Stoddard luchan por dos objetivos, uno de ellos común y ambos indirectamente relacionados: Hallie. Vera Miles es la dulce hija de padres obreros, cocineros en la taberna local. Ella sabe que será cocinera, una buena esposa, inocente y además, es conocedora también de que muchos hombres andan tras su mandil. Vera Miles es el territorio, el concepto indefinible de estado que buscan tanto unos como otros. El sentirse pueblo con una patria, con una sede. Hallie es el Nacionalismo, el terruño donde hincar la bandera con el sentimiento propio que emanan los que he llamado buenos, demostrando esa bondad con actos tan elevados como la destrucción del ajeno. Política exterior y política interior. Hallie somos tú, lector y yo, escritor.

En principio, Liberty Valance es el objetivo amenazador de los dos hombres. Liberty no quiere a Hallie, Liberty quiere Shinbone entero, un pequeño pueblo, casi analfabeto, en medio del desierto, cuyo único divertimento disponible es el alcohol. Pero en Shinbone hay una persona, además del recién llegado Stoddard, que se diferencia del resto de sus vecinos. Peabody es un alcohólico más del pueblo, pero un alcohólico con el poder de moldear las mentes de su gente sin ser terrorista o historiador. Peabody maneja la pluma y el papel, Peabody tiene el poder, Peabody puede hacernos creer que Doniphon y Stoddard son los guardianes de sus hermanos y Liberty Valance el raptor de los niños perdidos.

Ilustración, Romanticismo, Poder y pueblo se reúnen en la cantina para votar quién será el representante estatal del condado. El egoísmo del pueblo se manifiesta con una magnificencia casi fiera. El pueblo se atrinchera en la barra cerrada, pidiendo alcohol, pidiendo distracción. No les queda otra cosa que el alcohol, su religión; lo que les hace olvidar, lo que les mantiene ocupados en no pensar. Liberty Valance y sus secuaces irrumpen e intentan imponer su ley, pero Ilustración y sobre todo Romanticismo lo evitan. El pueblo termina por votar a la Ilustración, de faceta intachable pero de interior quejumbroso, inseguro y amateur. Una vez las votaciones terminan, pueblo y Poder se abalanzan contra la barra porque Romanticismo, que es al fin y al cabo quien tiene las riendas, decreta su reapertura. La gente reza bebiendo whisky, porque el whisky era, es y será la mejor de las religiones.

La gente reza bebiendo whisky, porque al fin y al cabo, la religión es una bebida espirituosa más

En un último paralelismo con la película, vayamos a su conclusión. Liberty se harta de estar con los brazos cruzados y decide pasar a la acción. Demostrar que la fuerza se impondrá a la Razón, a la Ilustración. La fuerza entra en el pueblo, un Shinbone muy francés, y mata a Poder, lo ridiculiza, desmantela su redacción. El señor Peabody aún tiene un hilo de vida, según dice Ilustración, mano derecha del plumilla desde que llegó a la ciudad. La situación se vuelve insostenible y Liberty está a un paso de hacerse con el pueblo, que apenas reacciona y se deja pastorear por cualquier perrillo famélico con más músculo que cabeza. Valance y Stoddard están frente a frente, el segundo oculto entre las sombras, miedoso de no acertar a un beodo Liberty, hasta las cejas de religión. Una Ilustración contagiada de Romanticismo alcanza a Fuerza y termina con el amago de gobierno del terror.

Ilustración, Razón, Filosofía; como ustedes lo quieran llamar, se hace con el corazón de Hallie, pero él, por dentro, está atormentado por haber matado a un hombre. En la cámara se elegirán los representantes para el Senado, entre los cuales figura Stoddard como caballo ganador; sin embargo, otros Ilustrados le culpan de ir contra su propia ética y contra la moral colectiva de este pensamiento (casi tecnócrata, científico). Le culpan de no haber sido fiel a la razón - la máxima de la Ilustración -. Será Doniphon más tarde quien, en privado, le revele quien ha sido 'el hombre que mató a Liberty Valance'. Romanticismo mató a terrorismo, a fuerza, a músculo: Romanticismo mató a Liberty, porque Ilustración nunca le habría dado.

¿Pero qué fue de Tom Doniphon? El héroe magnánimo debió de pasar sus días como un anacoreta. A su fallecimiento asistieron personalidades de todo tipo, pero la mayoría ni le conocía. Allí estaba el nuevo Vicepresidente de los Estados Unidos, el bueno de Stoddard, casado con la codiciada Hallie, cuyo corazón se enamoró del Romanticismo que emanaba el andoba inerme, muerto sin su 'pipa', porque el olvido se apoderó del héroe de verdad, convertido ahora en uno más, cuando debió ser único.

La moraleja, más allá del maniqueísmo de los personajes o la relevancia de cada uno, es la lucha interna y los objetivos. No hay buenos, ni malos, porque todo depende del observador; y nadie que pueble el mundo puede ser juez objetivo de este peloteo previo en un partido de tenis que amenaza con ser más largo que el de Mahut-Isner en 2010.

Las charlas con mis compañeros, como ha de ser la tónica en los estudios de Historia, versa sobre el monotema de lo acaecido en París. Una gran mayoría ve con buenos ojos la guerra y yo, sinceramente, ya no sé qué pensar. No sé si reducir la cuestión a Romanticismo e Ilustración puede ser bueno, pero tampoco creo que lo sea engordar las opciones y seguir discutiendo, a la espera de que Liberty vuelva a actuar en Shinbone. En los medios cada vez se habla con mayor frecuencia de la Navaja de Ockham, en relación con las declaraciones de Sarkozy y otros mandatarios, que abogan por la rápida actuación y "aplastar el terrorismo". Por otra parte, un miembro del gabinete de confianza del ex presidente de la República francesa decía con rotundidad que "es imposible acabar con el terrorismo".

El panorama político actual no es más que una escisión entre Romanticismo, Ilustración y ambigüedad

Entramos en una fase de debates internos, de proposiciones alejadas del uso de la Razón. La venganza se siente cercana y el miedo es una triste realidad en una sociedad no muy alejada como es la española, antiguo bastión islámico. Los propios medios nos están infundiendo terror. He oído a muchos de mis 'quintos' lamentarse por no haberse decantado por entrar al ejército. No saben a lo que se enfrentan ni porqué se enfrentan, son carne de cañón o carne de gacela expuesta en una sabana donde el músculo prevalece y el fanatismo kamikaze acentúa el estado de alarma. Declarar la guerra sí es inmolarse. Pero, ¿quién es bueno?, ¿quien (cree que) defiende su patria con una G36 o quien prefiere mediar con la cabeza? ¿quién es mejor entrenador, el que alinea un 3-5-2 o el que se decanta por un 5-2-2-1?

A principios de 2015, Francia sufrió lo que significa incomodar a asiduos de las bebidas espirituosas. Charlie Hebdo fue el centro de la diana por sus polémicas caricaturas dirigidas al corazón del islamismo. Después de avisos reiterados, como la quema de su redacción meses antes o llamadas telefónicas amenazadoras, la revista satírica siguió haciendo su función, con resultados devastadores. Francia se tiñó de sangre en una semana tan difícil como polémica. Las posiciones entre la opinión pública estaban enfrentadas. Libertad de expresión total - libertad de expresión asumiendo consecuencias. ¿Es que la libertad de expresión tiene que asumir consecuencias?

El takfirismo se saldó con decenas de víctimas y terror en las calles de París. La forma de actuar de la gente fue parecida: rumores, miedo y olvido. Debemos entender, antes de entrar a opinar, que la concepción medieval de su religión cobra factura a una sociedad europeizada, del siglo XXI; con una religión en continuo avance como el cristianismo. Pero, ¿de verdad está actualizado el cristianismo o tiene la misma concepción medieval que tiene el Islam?

Hay un Cristo en mi sopa: el batipelágico

Si nos retrotraemos en el tiempo hasta el 1977, nos encontramos con una sociedad intelectual española menos desarrollada que la actual (en una segunda revisión del texto tengo muchas dudas si aquella sociedad estaba menos desarrollada), pero igualmente, en términos religiosos, el avance hasta hoy ha sido imperceptible. El compositor Javier Krahe, fallecido este mismo año, producía un vídeo casero en donde salía él con unos amigos cocinando un crucifijo en el horno y abriéndolo a los tres días, clara parodia de la resurreción de Jesús. Esta grabación, en principio privada, fue sacada a la luz sin el conocimiento del artista en una road movie llamada 'Esta no es la vida privada de Javier Krahe'. Jesús Polanco, director del Grupo PRISA, capo de la comunicación española, capo del Poder, y reconocido fascistoide de solera, denunció a Krahe por sus 'blasfemias' marxistasleninistas-antitaurino-darwinistas contra el cristianismo. El litigio terminó 35 años después, en 2012, con el fallo a favor de la libertad de expresión y con un bien muerto Jesús Polanco, desde 2007.

Hablemos brevemente de un caso mucho más reciente, cuyo protagonista apoyó a Javier Krahe en todo momento. Corría el año 2011 cuando la Universidad de Valladolid, con Marcos Sacristán al frente de ésta, aceptaba la escenificación de la obra cómica de Leo Bassi. Su obra, titulada 'Las raíces judeo-cristianas de Occidente: un fraude histórico a combatir', levantó ampollas entre los jóvenes cristianos y el encolerizado colectivo de terroristas anti-todo que consideraron la representación teatral un insulto contra su religión, del que también era partícipe el rector vallisoletano por permitirlo. Después de varias recogidas de firmas y sucedáneos vía Internet, llegó una denuncia que quedó en papel mojado porque la Justicia no vio en el disfraz de Juan Pablo II y en el acto de consagración de profilácticos ningún motivo de sanción. No matamos, pero sí hacemos callar. La hipocresía del cristianismo.

La aspirina se disolvió en una corriente de agua. Las elecciones nacionales se acercan y Vicepresidentas montando en globo y opositores tocando la guitarra en programas de jubilados copan el mismo panorama informativo que dos semanas antes lloraba por Francia. Después de la algarabía, llegó la calma. Turquía se rapa la cabeza y se disfraza de Coronel Kurtz, se acerca a las posiciones de ISIS y derriba un caza ruso. Putin arma la marimorena. Europa Occidental vuelve a mirar un conflicto cercano desde lo alto, como si el espectáculo fuese ajeno y se tratase de un universo malickiano con Brahms sonando de fondo. Es la cromosfera que divisa la vieja Europa desde su mecedora, impasible si el resto sufre y amenazadora si el resto ataca.

Los pactos contra la yihad en nuestro país ya han nacido. Los partidos se van apuntando a él como quien se apunta a un campamento de verano. Algunos siguen con la pantomima de la foto con los colores de la bandera francesa en Facebook, los medios alarmistas financiados por los comunismos advierten de riesgos falsos, se busca a terroristas fugados; todo ello mientras el mundo sigue conmocionado por la nominación de Cristiano Ronaldo como candidato al Balón de Oro.

Sobre la mesa ya hay un plan de acción para contrarrestar el radicalismo islamista. Ahora sí, la cruzada comienza, con Stoddard convertido en Doniphon y con España en una posición de cautela, haciendo de Woodrow Wilson Woolwine, pasando el arma desde la oscuridad al que sí tiene arrojo para apretar el gatillo. Un papel sencillo que siempre hemos hecho con suficiente soltura. Este trabajo no es más que un mero tratado social de cómo vive la sociedad un conflicto tan importante, una guerra velada de la que, como en un iceberg, solo vemos una pequeña parte en superficie, una pequeña parte que nos parece colosal.

La lengua no es la envoltura del pensamiento, sino el pensamiento mismo: el abisopelágico

El corazón del escrito reside en su final. La sociedad como objeto de estudio y las creaciones sociales como el todo. Por encima de huesos secos, tendones, carne y piel ('El valle de los huesos secos, Ezequiel, 37), somos lo que nosotros nombramos que somos. El lenguaje designa al mundo en la medida que el sujeto lo nombra. Somos mente, cuerpo y lenguaje. Este concepto, extraído a matacaballo de las tesis de Althusser y Vico, puede resumirse en un término clave para entender las cruzadas: la onomatesis.

Rango decía en la película homónima ('Rango', 2011, Gore Verbinski): "Soy un hombre de muchos epítetos. Está mi nombre artístico, mi apodo y mi avatar". Es tan simple como eso: un objeto, muchos nombres. La metáfora de la refracción de la luz: la onda cambia según el medio por el que ésta pase. Todo es subjetivo, amén del lenguaje. ¿Por qué una suma significa adición y no diferencia? Hasta hace pocos meses, mi campo de estudio eran las ciencias, pese a que siempre me di de bruces contra las matemáticas. En una hora de clases particulares, mientras mi profesor y amigo Jorge Galván intentaba que me entrase en la cabeza conceptos de vectores espaciales en cuarta dimensión, yo pensaba en cuestiones de parvulario, casi reducibles, comparado a lo arcano del contexto, al niño que juega con las pegatinas que vienen en la piel de los plátanos. Me pregunté, después de 18 años, porqué la cruz implica una suma y no una resta. Me planteé que las matemáticas eran una simple invención, casi mística y pese a que ellas mueven todo lo que vemos, con sus proporciones y reglas, yo en ese momento dudé de la fiabilidad de la ciencia que sostiene a todas las demás.

¿Por qué un palo y otro palo, separados entre sí por una cruz con el patíbulo centrado, daban como resultado un símbolo con figura de cisne? ¿Y por qué ese mismo binomio, separado por una raya, daba lugar a un conjunto vacío? Son reglas impuestas por el habla, por nuestra condición nominalizadora. No dejamos de ser esclavos de nosotros mismos. Nadie puede escapar de su látigo. Desde el mismo momento en que recibimos un nombre, estamos siendo presas del contexto nominal. Este es un claro ejemplo de heterogénesis de los fines: un propósito, nos lleva a la consecución de un hito positivo o negativo, pero siempre inesperado. Como humanos, el habla es algo inherente a nosotros, pero también una lacra que posibilita hablar de Historia y hablar de Humanidad, o Historia de la Humanidad si quieren.

Por encima de huesos secos, tendones, carne y piel; somos lo que nosotros nombramos que somos

Los nombres que le damos a las cosas son subterfugios, una vez más, para comprender una realidad socio-cultural que nuestra razón no abarca. Este concepto se denomina weltanschauungen: la verbalización de algo inefable, por pequeño que sea; la cosmovisión, the minecraft. ¿Pero quién llamó manzana a la primera manzana, y quién llamo serpiente a la primera serpiente? ¿Quién fue el desgraciado que inventó la nominalización y el habla simbólica? La onomatesis es el poder que dios otorgó a Adán para designar las realidades cuando el mundo era mudo. Dice Vico también que "el hombre cuando entiende, desarrolla su mente y comprende estas cosas, pero cuando no entiende hace estas cosas de sí mismo y se transforma en ellas". Si el hombre de verdad viese las cosas tal y como son, entonces tendría lo que se llama conciencia objetiva, pero es algo imposible, porque nacemos imbuídos en un mar nominal, que nos facilita la vida, pero que tiene un peligro mayúsculo cuando la hermenéutica entra en juego.

Mejor que buscarse a sí mismo es buscar a Dios en sí mismo: el hadalpelágico

Cuando las palabras están en orden correcto y designan lo que de verdad tienen que designar, tendrán significados eternos y todos las entenderán como lo que son y lo que simbolizan. El modo de transmisión condiciona el entendimiento e interpretación, es al fin y al cabo el Poder (los plumillas, los historiadores y los charlatanes), el que de verdad tiene en su mano crear, destruir y modificar. Jesucristo tuvo el Poder, fue una mezcla de orador y charlatán que variaba el modo de transmisión de sus noticias para atraer fieles y modificar su modo pagano de ver el mundo, de ahí que repentinamente dejase de lado los sermones y se diera a la producción de parábolas. Según las teorías de Gurdjieff y Ouspensky, fundadores del Cuarto Camino, el lenguaje está en el mismo nivel que las demás cosas a las que representa. No es un conocimiento esotérico, sino un conocimiento moldeador, pero sin embargo, se diferencia del resto en que, curiosamente, es abstracto (se produce una heterogénesis de los fines). 'Bienaventurados vuestros ojos porque ven; y vuestros oídos porque oyen’ (Mateo, 13:16), es este extracto el que retrata perfectamente a la sociedad humana que ha poblado la Tierra desde que algún día, algún insensato, paradójicamente, llamó a esta elipse Tierra.

Hay muchos tipos de gente, pero la afirmación que Jesucristo presuntamente hace, según Mateo, los divide en dos: en los que tienen ojos y oídos y no entienden nada, y en los que tienen ojos y oídos y entienden. Los primeros tienen ojos, pero no ven; y tienen oídos, pero tampoco oyen. Hay una gran diferencia entre tener y hacer. Ahí es donde está la verdadera fuente hermeneuta, la traductora de la onomatesis y el nominalismo. Todos tenemos, pero pocos, casi nadie me atrevo a decir, hemos hecho con lo que tenemos: tener ojos que no ven y tener oídos que no oyen, porque nos es imposible razonar algo tan grande, por eso, arbitrariamente, hemos puesto nombres a lo innombrable. Hemos llegado a venerar e incluso morir por esos nombres. Solo sabemos del mundo porque tenemos órganos.

Solo sabemos del mundo porque tenemos órganos

Max Müller (1823-1900) demostró con todo lujo de detalles lo que Gore Verbinski en 2011 ponía en boca de Rango: muchos epítetos para designar una misma cosa. La gramática arroja luz al problema de la religión. El filósofo alemán convirtió en mito lo que realmente es un mito: la religión. La mayoría de las deidades proceden del culto a los fenómenos celestes, al sol. La palabra dios proviene de la palabra brillante: 'el brillante'. Müller fue tomado por un lunático, pero más tarde, el suizo Bachofen le relevó en el estudio de la mitología, y consiguió demostrar que muchos de los pilares de la cultura europea, esa que mira al resto desde la mecedora, son simples mentiras, pasadas de generación en generación, que han configurado un carácter ligado a la religión, sabedores sus fieles de que esta no es más que una venda para que el sentimiento identitario no haga aguas. Es, por tanto, un contrafuerte para que la iglesia, como ente, no se venga abajo.

Es entonces que la religión no es más que un virus que se reproduce y gangrena al paciente. Una resaca que se endurece con los días y no hay zumo de tomate que pueda inhibirla. Una forma de lenguaje que atrapa y se contagia: la religionswissenschaft. Este término (ciencias de la religión) fue estudiado minuciosamente por Müller, quien postulaba que la mitología ha de ser entendida como una forma de discurso, al igual que Jesucristo hizo primero con los sermones y después con las parábolas. La mitología es una forma de hablar y designar, la más parecida a la onomatesis. El fin último de la mitología comparada fue llegar a la raíz del lenguaje, aquello que indirectamente, como el efecto mariposa, genera todo tipo de calamidades cuando se produce una interpretación errónea del designio arbitrario. Müller y sus pupilos quisieron entender esa lengua primera, entendida como mitología, entendida como un dialecto. Un balbuceo insignificante que hemos tomado como bueno cuando se trata de ilógico, y a su vez inevitable y necesario para la civilización.

Los primitivos confundieron metáfora y realidad, y esa creencia ha llegado hasta nuestros días. Prosopopeya.

La naturaleza fue el primer mito, pero la naturaleza es algo 'ajeno', en cierta manera, al hombre. Los pobladores primitivos necesitaron acercar la mitología natural a su propia especie y como los niños, confundieron metáfora y realidad ("la religión es una inmensa metáfora vacía", Durkheim) e hicieron lo que en lenguaje literario se denomina prosopopeya: personificar elementos de la naturaleza, y en este caso particular, divinizarlos y rendirles culto. Müller concluye diciendo en su 'Mitología comparada', que la religión no es más que un tumor benigno propio de edades tempranas, que puede seguir latente más adelante o también expandirse.

Algunas consideraciones más propias del epipelágico

Llevamos siglos hablando el mismo lenguaje balbuceante, impuesto sin ninguna razón. Son sus variaciones las creadoras de diferencias y sus interpretaciones las susceptibles de alterar o exacerbar las diferencias. Martin Hart y Rust Cohle rodaban por carreteras secundarias en busca de una iglesia a la que era asidua 'la chica Fontenot', una joven muerta junto a un roble, desnuda, con cornamenta de ciervo, en lo que parecía un asesinato ritual. Esta Laura Palmer del 2013 articula la investigación policial por los rincones de la Louisiana más profunda. La historia es casi secundaria, aunque es una buena historia. Los sentimientos que crea en el espectador y los diálogos que expone son las verdaderas joyas de la mejor serie que ha parido la HBO. En una carpa, con una cruz inmensa en la parte delantera, se estaba oficiando misa. Decenas de ovejas taradas se agolpaban alrededor de un pastor con micrófono y patillas largas, estilo Elvis. En ese ambiente pésimo, encapotado y palustre (similar a la Twin Peaks de David Lynch), se produce uno de los mejores diálogos de la serie, que en resumidas cuentas, desentrañan lo que yo he intentado hacer en este hadalpelágico de oscuridad y palabrerío infame: "Esto es así desde que un mono miró al sol y dijo: 'Él me ha dicho que me entregues tu puta parte'".

Ver aquí escena sobre religión de Rust Cohle y Martin Hart en True Detective

No sé ni siquiera cuantas semanas han pasado 'de lo de París'. También para mí resulta ya algo del pasado, con lazos vigentes en el presente en forma de 485 civiles fallecidos, entre ellos 117 niños en los bombardeos rusos en Siria (según Vice.com). Mi intento por dar una respuesta a lo que empezó un 13 de noviembre ha degenerado en un estudio bastante superficial del lenguaje. Es cierto que mi escrito difiere sustancialmente del tema propuesto, pero simplemente comencé algo a lo que no pude poner freno. Ahora, una vez terminado, no tengo muy claro lo que he querido hacer. Quizá dar respuestas a algo tan trivial como la generación de una guerra, pero buscando en la trastienda social y humana en vez de en la necesidad de petróleo, gas y aceptación racial.

Puede ser que sí esté equivocado y que Dave sea Dios y nosotros un computador HAL de la serie 9000, producción número 3, que lucha porque no se nos vaya la cabeza. Si la religión es nuestro alimentador y el abadón que nos desconecta son nuestras propias creaciones, estaré en lo cierto.

Como guinda al pastel, una definición sobre la guerra de un genio que empezó como un Romántico y murió siendo un Ilustrado: "Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada. Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas. La deformación deja de serlo cuando está sujeta a una matemática perfecta. Mi estética actual es transformar con matemática de espejo cóncavo las normas clásicas". ('Luces de Bohemia', Valle-Inclán)

Que siga hablando Zaratustra, esta vez en 'El ocaso del mono', porque Liberty Valance no va a devolver a los niños perdidos.

Fuentes
- Imagen de portada: 
Awardsdaily.com | ‘Youth, La Giovinezza’, Paolo Sorrentino, 2015.
- Imágenes del texto: 
1. luxartist.net | ‘La gran belleza’, Paolo Sorrentino, 2013.
2. cinemacritico.blogspot.com | ‘El hombre que mató a Liberty Valance’, John Ford, 1962.
3. Inventodeldemonio.es | ‘El manantial de la doncella’, Ingmar Bergman, 1960.
4. Geimeris.eu | Escalera de Penrose, por Escher (1898-1972).
5. gabinetedelasartes.blogspot.com | ‘Los borrachos’ o ‘El triunfo de Baco’, de Velázquez (1626-1628).
6. auladefilosofia.net | ‘2001: una odisea del espacio’, Stanley Kubrick, 1968.

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