Crítica de 'El hogar de Miss Peregrine': la intermitencia de la peculiar magia de Burton
Foto: FOX

Una entrada de cine puede abrir al espectador la puerta del odio, del amor, del suspense, del terror, del deseo...Pero en la cartelera actual existe la posibilidad de adentrarse en un mundo de fantasía e imaginación que solo los grandes de este género consiguen equiparar a la mente inquieta de un niño a pleno rendimiento.

Con permiso de nuestro J.A. Bayona, que ultima su puesta a punto en boxes para aterrizar con su nuevo monstruo audiovisual, un tal Tim Burton ha vuelto a llamar al timbre de los cines de todo el mundo para rendir una visita de esas en las que da gusto invitar a un café al invitado. Porque sí, porque cuando Tim Burton cruza la puerta con aromas del pasado, el tono de la conversación puede ser cuanto menos embriagador. Y eso que esta fragancia se diluye durante algunos momentos y hace que los olfatos más exigentes lo noten con resignación.

Burton mantiene una charla mental con el espectador

Esto no quita que el estadounidense mantenga durante gran parte de las dos horas de metraje una charla mental con el espectador, de las que conectan también con los sentidos del gusto, la vista y hasta en muchos momentos el tacto y el oído. Y eso que Danny Elfman ha sido una baja importante en el plano sonoro. La belleza plástica acompaña de la mano y da un paseo por un guion lleno de recovecos, sobre todo en sus primeros dos tercios que hacen intimar con una historia muy bien adaptada.

Las poderosas interpretaciones de los niños y adolescentes son otro de los puntos fuertes en una trama que parece diluirse con el paso de los minutos a la par que una sobresaliente Eva Green convertida en Miss Peregrine va perdiendo peso en la acción. Tampoco pasa desapercibido el peso en escena de un Samuel L. Jackson que nunca defrauda delante de las cámaras haciendo de villano.

Las localizaciones, bien creadas y elegidas, ayudan a crear ese ambiente tan necesario para la construcción del auténtico universo Burton. Además, es inevitable que no aparezcan en la mente del espectador durante la visualización del filme producciones muy destacadas de la historia del cine como El resplandor, Titanic o Toy Story. También es destacable aunque falto de originalidad el homenaje que se hace al que fue uno de los maestros de los efectos especiales como Ray Harryhausen, con esqueletos en la batalla final a lo Jason y los argonautas.

Burton nos abre una vez más las puertas de su peculiar estilo. Un modo de hacer cine personal e intransferible que con el paso de los años ha perdido crédito y que ahora pretende volver a ganar enteros.

Mi puntuación: 7.5/10

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