Crítica de '7 años' de Netflix: deslealtad por mediación de la metáfora
Foto: Rober Álvarez (VAVEL.com)

Dijo en su momento William Shakespeare que la lealtad tiene un corazón tranquilo y es en 7 años, la primera película española de Netflix, el lugar en el que este sentimiento de respeto y fidelidad a los propios principios morales y/o hacia las personas va bajando sus latidos con el paso de los minutos a la vez que aumenta el pulso entre los implicados.

El largometraje dirigido por Roger Gual narra la historia de cuatro socios que tienen que decidir en poco tiempo quién irá a la cárcel por un delito que han cometido con Hacienda. Con la ayuda de un mediador, tendrán que afrontar una de las decisiones más difíciles de sus vidas.

Y es en este proceso cuando todas las sombras salen a la luz. Durante la hora y cuarto de metraje se van desvelando las conexiones entre estos cuatro socios que comparten muchas más cosas que un trabajo en común. Resulta muy interesante el tono de suspense que se ha dado a la psicología de todos ellos.

La inclusión del mediador interpretado por un sensacional Manuel Morón encaja milimétricamente con el resto de un elenco en el que Juana Acosta, Juan Pablo Raba, Álex Brendemühl y un desconcertante Paco Léon tienen una simbiosis aplastante. Todos parecen muy diferentes al principio pero poco a poco se descubre que piensan como uno mismo. Un juego de egos en el que rara vez hay ganadores en la vida real.

La trama va girando en torno a una única localización ambientada con una fotografía made in Netflix. Porque no hace falta más que una mesa para comprobar que la confianza cuesta mucho ganarla pero se pierde en cuestión de horas. Las palabras que todos callaron durante años salen a la luz alumbradas por metáforas que en su mayoría introduce un mediador que parece tener muy claro su objetivo.

Cada personaje mueve ficha en un tablero de ajedrez en el que todos quieren hacer jaque mate sobre el resto. Los pensamientos se desnudan como una naranja a la que le quitas la piel para soltar gajos ácidos que gustan a algunos y disgustan a otros. Porque nada de lo que se dice puede agradar a todo el mundo y porque si se guardan en el baúl del rencor muchas piezas de un mismo puzzle a lo largo del tiempo, se pierde la capacidad para volver a unirlas con la misma rapidez y exactitud.

Metáforas de la vida.

Mi puntuación: 8/10

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