Al ritmo de 'Por trece razones'
Foto: Netflix

Corren tiempos en los que llevar el sello Netflix  y combinar nostalgia con una buena propuesta audiovisual lleva a una serie a ser casi imbatible ante el público. Y es que solo hay que teclear en Google ’Por trece razones’ para observar que la red está plagada de artículos que dan al espectador 13 razones para ver la ficción televisiva de la que todo el mundo habla, de rumores sobre si habrá o no segunda y tercera temporada o reportajes sobre finales alternativos que posiblemente nunca existieron. Originalidad al poder. Y es que la nueva apuesta de la plataforma de vídeo ha vuelto a dar en el clavo de millones de corazones.

La marca Netflix se está convirtiendo en el Apple de lo audiovisual. Parece que cualquier producto que se inicie con ese golpe de letras rojas sobre fondo blanco está en el derecho de ocultar sus defectos para sacar a relucir sus virtudes, que no quitan que sean muchas. ‘Por trece razones’ reúne una serie de elementos que harán que el espectador no pueda parar de consumir sus 13 episodios. Una buena identidad visual, una trama que destapa aspectos de la adolescencia difíciles de abordar, una banda sonora impecable, cierta dosis de nostalgia y un elenco que rinde a la perfección para que el público empatice con sus historias. Virtudes que recuerdan en gran medida a ‘Stranger things’, la serie que encandiló a diestro y siniestro y que basó en el boca a oreja su exponencial difusión internacional.

Una noria en forma de 'Por trece razones'

Porque este es otro de los aspectos que llevan al cénit a este tipo de producciones. Cómo se va a sentir un ciudadano integrado en el resto de la sociedad si no ha visto el último bombazo de Netflix. Da igual si el ritmo de Clay Jensen escuchando las cintas es tan lento que te lleve en muchos momentos a desconectar la mente para pensar en por qué sus creadores no optaron por dar más dinamismo a las tramas. No importa, ya se encargará la presión social de que afirmes tras su visionado que 'Por trece razones' es una de las mejores series de la historia, aunque cuente en 13 horas lo que se podría narrar en nueve y aunque contenga numerosas partes de guion en las que tú también puedas convertir este producto audiovisual en una cinta de cassette para escuchar sin esmero puntos de trama innecesarios de sus protagonistas mientras despegas la vista de la pantalla.

Porque ‘Por trece razones’ es como una noria en la que disfrutas de las vistas en la parte alta de sus cuatro primeros y últimos capítulos y en la que tienes que seguir subido con desgana en la parte baja de sus episodios intermedios.

¡Ay si el viaje durase menos y Clay Jensen le diese menos al stop!

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