Crítica de 'Colossal': la mente convertida en monstruo
Foto: Colossal Oficial

El director Nacho Vigalondo regresa a los cines con ‘Colossal’, un filme que resulta difícil de clasificar tras su visualización pero que reúne una serie de elementos que lo hacen muy interesante a ojos del espectador más reflexivo.

La originalidad resulta arma principal de una narrativa que evoluciona bien desde el arranque y que descubre múltiples capas a lo largo del metraje. Vigalondo no solo centra su nueva película en la historia de una mujer que ve duplicados sus movimientos en un monstruo que arrasa Corea del Sur, sino que utiliza precisamente esta metáfora para adentrarse en los pensamientos y el comportamiento de los protagonistas.

El poder de la mente es 'Colossal'

La mente del ser humano es capaz de recrear monstruos en forma de pensamientos a partir de experiencias reales vividas. En ‘Colossal’, Vigalondo narra ese ser auto despreciable en el que cree convertirse una persona a la mañana siguiente de una noche en la que el alcohol fue invitado de excepción. O en el que un individuo puede llegar a transformarse al llevar toda su vida sin conocer nuevos horizontes y enclaustrado a un negocio familiar, que cada vez proporciona menos satisfacciones. También muestra, con gran acierto, ese gigante odioso llamado violencia de género que avanza pisando todo a su paso sin mirar abajo siquiera.

El personaje interpretado por Jason Sudeikis mantiene un comportamiento deshumanizado sobre la figura de Gloria tras su reencuentro. Desde que la chica vuelve a su pueblo natal para desconectar de su reciente ruptura amorosa, de sus problemas con el alcohol y descubrirse a sí misma, su amigo de la infancia ejerce sobre ella una autoridad machista y violenta que lleva a ésta a tener que buscar la forma de hacerse grande para superar estos problemas.

Y es que solo la propia mente es capaz de encontrar la suficiente fuerza para hacer pequeño cada uno de estos problemas, cogerlo entre los dedos y poder lanzarlo al recóndito rincón el olvido.

La película ha sido producida entre Canadá, España y Corea del Sur y para su realización ha contado con un presupuesto que ha rondado los 5 millones de dólares. Sin duda, el hecho de que la actriz Anne Hathaway quedase encandilada con el guion y aceptase dar vida al personaje principal fue el desencadenante para que este largometraje haya sido posible.

Mi puntuación: 8 de 10

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