La mujer de la Grecia antigua y la España actual: un pasado no tan diferente

Desde la que hoy recordamos como remota Grecia antigua, hasta la España de nuestros días, resulta innegable la ambivalencia presente sobre el concepto de ciudadanía que debiera estar ligado a la definición de individuo libre e independiente, sin embargo, desvirtualizado sobremanera según los intereses que sobrevenga en la práctica. Siendo susodicho concepto en determinadas relaciones de Estado - Nación y su respectivo vínculo de individuo - Estado, el responsable de la Nacionalidad (que viene a ser la incorporación de individuos), siendo las mujeres en este contexto miembros de la familia que adoptan la nacionalidad del marido (no son ciudadanas, no son individuos).

Mujeres votando | Foto: Google
Mujeres votando | Foto: Google

Pareciera pues, lejano este contexto al que se vio sometida la ciudadanía como concepto en la práctica y que en muchas sociedades aún lidia con esta clase de sometimientos. Más no fue hace tanto cuando se terció tal situación en España: hacia el 1975 se estableció como tendencia moderna y "solución" a esta cuestión, el Estatuto de la Conservación de la Nación de la Mujerque permitió un avance en el papel de la misma como ciudadana. Un avance que, aunque diminuto permitió la apertura de un largo camino para que la mujer no quedara relegada a la vida privada y por tanto a la unidad familiar como primigenia división del trabajo que por género la destinaba a una reproducción sexuada.  ​

De la mano de las "tradiciones de subordinación femenina"se expone el feminismo, por tanto, como exigencia del concepto de ciudadanía como derecho impartido por la justicia y los derechos humanos, que finalice con la subordinación de las mujeres y reconozca la propia subjetividad sin necesidad de ser complementaria o dependiente de un individuo masculino.

Para concluir, sería acertado citar a Wollstonecraft (1792), quien exigía que las leyes del Estado se aplicaran para erradicar este tipo de "subordinación por tradición". Además, responsabiliza al Estado de implantar una educación igualitaria para ambos sexos, pues el objeto de la educación reside en "conseguir carácter como ser humano, independientemente del sexo al que se pertenezca". 

¡En definitiva: ser humanos!

VAVEL Logo