El anarquista que salvó el "Santo Cáliz" de Valencia
"Santo Cáliz" de la catedral de Valencia | Fuente: Google

Habían pasado más de cinco siglos desde que en 1424 la copa fuera entregada a Valencia por el rey Alfonso el Magnánimo. Durante casi todo ese periodo, desde 1437 y exceptuando el periodo correspondiente a las guerras napoleónicas, el "Santo Cáliz" había permanecido en la catedral. Sin embargo, en julio de 1936, esta reliquia, como otras, corría peligro. Algunos conventos e iglesias de la ciudad, como la de los Santos Juanes o la de San Agustín, ya habían sido devastados. El inicio de la Guerra Civil podía suponer la condena definitiva para muchos símbolos religiosos, incluido el cáliz.

Este objeto, a diferencia de otros, era muy fácil de transportar. Movido por la intención de salvarla, el canónigo Elías Olmos Canalda hizo entrega de la copa a una joven feligresa, Sabina Suey Vanaclocha. Ésta se llevó la reliquia a su casa de la calle Avellanas, a muy pocos metros de la catedral. Muy pronto descubriría que ese pequeño traslado no era suficiente para poner a salvo el venerado objeto, pues recibió la visita de una patrulla anarquista alertada de la presencia de quintacolumnistas en el domicilio.

Sabina Suey Vanaclocha | Fuente: Google

Es fácil imaginar cuál fue la angustia de la mujer durante aquellos minutos de registro. Si encontraban la copa, guardada en un cajón de la mesita de su dormitorio, las consecuencias no iban a ser nada halagüeñas para ella, ni por supuesto para el objeto que guardaba y veneraba. Esa angustia debió dispararse cuando uno de los hombres, José Pellicer, le indicó que tenía que entrar en la habitación. Allí sucedió lo inevitable.

José Pellicer encuentra el cáliz (recreación) | Fuente: RTVV (1)

Pellicer, frente al cajón abierto, tenía la copa entre las manos. Tras unos pocos segundos de aparente duda volvió a depositar la reliquia donde estaba. Luego preguntó a sus compañeros si habían encontrado algo. La respuesta, negativa, puso fin al registro. Sin embargo, antes de salir y asegurándose de que nadie más podía escuchar, aconsejó a Sabina que sacara cuanto antes el cáliz de allí, pues su vida corría peligro. Sabina siguió el consejo del anarquista y la copa pasó el resto de la guerra oculta en una casa de la localidad de Carlet.

El relato de lo sucedido en julio de 1936 en aquella casa de la calle Avellanas de Valencia (sigue llamándose así) ha llegado hasta nuestros días gracias al testimonio de los dos implicados: Sabina Suey y José Pellicer. Descendientes de ambos coincidieron en la descripción de los hechos. La narración de Maruja Veloso, pareja de Pellicer, agrega que éste le contó lo sucedido al llegar a casa y que consideraba un golpe de suerte que su patrulla hubiese sido la encargada en hacer el registro (otros muchos símbolos religiosos desaparecieron para siempre).

José Pellicer Gandía | Fuente: Google

Quién sabe qué pasó por la cabeza de aquel hombre ateo, revolucionario anarquista y uno de los valencianos fundadores de la Columna de Hierro, la fuerza de choque que combatió en el frente de Teruel en defensa de la República. José Pellicer hablaba, además de valenciano y castellano, francés, inglés y esperanto. Era dactilógrafo, tipófrafo y experto contable. Con toda probabilidad, ese alto nivel cultural le proporcionó la convicción de que, al margen de ideologías o creencias, la destrucción de la reliquia y el daño que iba a sufrir la mujer que la escondía no podían asentarse sobre justificación alguna. En palabras de su hija, Coral Pellicer, su padre salvó el Grial "por considerar que eso habría sido un robo, por inteligente, por culto y porque no procedía".

José Pellicer, recién cumplidos treinta años, fue condenado a muerte por el Tribunal Militar de Valencia el 26 de mayo de 1942. Había sido acusado de asesinar a un hermano de un oficial de las tropas franquistas. El 8 de junio fue fusilado en Paterna.

Este breve episodio, aunque clave, es ignorado por la inmensa mayoría de las personas que visitan la capilla del Santo Cáliz en la catedral de Valencia. Real o no, la reliquia sigue siendo venerada y visitada gracias, entre otras, a la arriesgada decisión tomada por José Pellicer (2).

 

(1) El fotograma corresponde al documental "Seguint l'empremta del Greal" (Siguiendo la huella del Grial), producido por Radio Televisió Valenciana.
(2) Este suceso es tan sólo un pequeño detalle en la muy intensa e interesante vida de José Pellicer. Su hija, Coral Pellicer, se encargó de rescatar su biografía.

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