Guarrazar, un valioso tesoro visigodo
Tesoro de Guarrazar. Fuente: Museo Arqueológico Nacional de Madrid

Los tesoros visigodos se asocian a la alianza entre la Iglesia y la Monarquía. Los visigodos, un pueblo de origen germánico, llegaron a la Península Ibérica en el 418 y destacaban por su condición arriana. Establecieron en Toledo la capital, es decir, la sede regia. Allí y en diversos territorios hispanos desarrollaron su estilo artístico del que, en la actualidad, conservamos numerosas piezas.

El reino hispano visigodo del siglo VII nos ha ofrecido valiosas obras de arte como la mencionada. La orfebrería fue una de las artes más destacadas de esta civilización. Por este motivo, se cree que los talleres dedicados a este fin eran muy comunes.

Si nos paramos a analizar formalmente las piezas que conforman el conjunto de Guarrazar, las técnicas de fabricación son muy valiosas. El material predominante para su elaboración es el oro. A este se le añaden piedras preciosas para su decoración, como zafiros, esmeraldas, perlas, esmaltes, cristales tallados o nácares. Además, se le añaden motivos decorativos vegetales y geométricos. Por lo general, las coronas se colocaban a través de cadenas y rematadas en la zona más baja con cruces. Dichas cruces eran muy similares, elaboradas mediante láminas con repujados y decoradas con diferentes piedras.

La conexión existente entre el conjunto de Guarrazar y el arte bizantino es evidente. De este modo, autores consagrados como José Amador de los Ríos ya trataron este asunto, que sigue en boga. En este sentido, las piezas que más importancia adquieren son las de coronas votivas de Recesvinto y Suintila. Ambas fueron realizas en talleres hispanos, pero tienen tintes no observados en otras piezas artísticas tardorromanas. La primera de éstas data del siglo VII y fue ofrecida por el rey Recesvinto. Es la pieza de mayores dimensiones de todo el conjunto y está compuesta por una diadema formada por dos láminas de oro unidas por charnelas, es decir, bisagras de metal que facilitaban el movimiento giratorio. El interior de la lámina es liso y el exterior se encuentra con una rica decoración basada en la inserción de piedras preciosas, como perlas o zafiros. Además, destaca la presencia de relieves con formas vegetales en el propio metal realizadas a través de las técnicas del repujado y del calado. Además, un elemento muy destacado son las letras que penden de la parte inferior de la corona: RECCESVINTHUS REX OFFERET. Esta frase hace referencia al donante de la pieza, es decir, la persona gracias a la cual se hace la ofrenda religiosa. Además, la corona aparece rematada por cuatro cadenas unidas por una doble azucena y un remate de cristal de roca. De dicho remate, sale una nueva cadena de la que cuelga una cruz latina de oro, decorada con piedras preciosas y vidrios policromados.

Corona de Recesvinto. Fuente: wikicommons

Por su parte, la corona del rey Suintila una de las piezas en torno a la cual han surgido más misterios y problemas. Fue robada en 1921 y recuperada en 2013 gracias a unos operarios de las obras en el Museo de las Colecciones Reales de Patrimonio Nacional.

En relación con su fisonomía, esta es muy semejante a la corona de Recesvinto. Destaca que la diadema es más estrecha y no tiene tanta presencia de piedras preciosas engastadas. Su decoración se basa en relieves en forma de rosetones y motivos vegetales. Aparece rematada por el mismo sistema que la corona de Recesvinto, es decir, cuadro cadenas rematadas por una azucena. Además, en la parte inferior de la corona se pueden ver los colgantes de letras que hacen referencia al autor de la donación, Suintila: SU[IN]T[H]IL[A]NUS REX OFFE[RE]T. Finalmente, desde la azucena pende una cruz de forma innovadora que se asocia más a un tipo de cruz ortodoxa con los cuatro brazos iguales. La forma de la cruz también recuerda o simula las formas florales y aparece decorada con relieves detallados y piedras preciosas.

Corona de Suintila. Fuente: wikicommons

Con este breve análisis podemos afirmar que el Tesoro de Guarrazar es clave para entender el arte y la manera de pensar la realidad de la sociedad visigoda. A pesar de que la orfebrería marcó el arte visigodo, esta maestría no fue excepcional en este lugar, pues se popularizó por diferentes territorios.

En conexión con lo citado, las coronas votivas, como ya se ha aclarado, venían a cumplir las funciones que requería el arte en este periodo: religión y poder regio. Fueron un elemento que suplían las necesidades iconográficas de la época. Por este motivo, no se desarrollaron de manera aislada en la Península Ibérica y el Tesoro de Guarrazar no es un conjunto artístico inédito. Sino que fueron muy comunes en Europa, destacando sobre todo Bizancio. Aquí, las ofrendas votivas fueron muy comunes entre los emperadores. De este modo, estilo desarrollado en Constantinopla marcó el europeo.

En definitiva, no hay que aislar las obras de arte, sino que todas se influyen entre sí. Tampoco existe un único estilo artístico en un periodo de tiempo determinado, pues podemos encontrar diferentes estilos o corrientes en un mismo momento y territorio. El espacio y el tiempo no aíslan el arte, ya que este no tiene fronteras y podemos apreciar en todos los periodos de la Historia del Arte cómo las variedades artísticas actúan unas sobre otras. Para entender nuestras sociedades actuales, nuestras culturas y nuestras costumbres debemos conocer qué ocurría en las sociedades antiguas, para aprender de ellas. Por este motivo, el hallazgo de piezas tan singulares y valiosas como las de Guarrazar nos hace inferir y ser conscientes de que existen artistas desde los inicios. Pues sin ellos no sería posible la realización de piezas tan valiosas y ricas decorativa y culturalmente. Siempre hay que considerar el contexto en el que se inscriben las obras que se analizan, tanto para comprenderlas en la actualidad como para comprender qué pensaban de ellas sus contemporáneos.

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