Mitrídates y el sueño de la inmunidad
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Mitrídates VI fue rey de Ponto desde el año 120 a.C hasta su muerte en el 63 d.C. Lo llamativo de este rey de Asia Menor fue su papel como uno de los más temibles enemigos de Roma, el cual se  enfrentó a algunos de sus más ilustres generales.

Los primeros años de su vida no están en absoluto esclarecidos y además se encuentran envueltos en una serie de leyendas que despiertan sin duda la curiosidad sobre este interesante, aunque poco reconocido personaje. Se cuenta que a la muerte de su padre tuvo que huir y vivió de forma salvaje hasta los siete años. Al regresar mató a su madre y a su hermano, pero no a su hermana, con la que contrajo matrimonio siguiendo la práctica endogámica característica de los reinados pos-alejandrinos.

Su reinado comenzó al cumplir los veinte años. Rodeado de consejeros griegos, tenía a su disposición un ejército sobradamente preparado. Ambos elementos le respaldaron para continuar la política expansionista de su padre. Su primera conquista fue la península de Anatolia. Mató de forma cruenta a parte de la población civil que allí residía. Esto provocó el inicio de lo que se conoce como la primera guerra Mitridrática (88-84 d.C.).

 El general romano Lucio Cornelio consiguió vencerlo en esta ocasión  y lo expulsó de Grecia. Sin embargo, firmó una paz temporal, ya que precisaba tiempo para resolver ciertos asuntos en Italia. Mientras tanto, Mítridates tuvo tiempo para organizarse de nuevo y poder así contraatacar.

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Se sucedieron dos guerras mitridráticas más, las cuales finalizaron en el 65 d.C. En ellas se enfrentó contra los generales romanos  Lúculo y Pompeyo. Este último consiguió derrotarlo y a pesar de que intentó levantar de nuevo el ejército no lo consiguió. Murió en circunstancias extrañas. Al parecer, su hijo Farnaces II se podría encontrar tras la sospechosa muerte, habiéndole podido incitar o incluso forzar al suicidio.

Al margen de su vida política y militar que le caracterizan como rey ambicioso y violento conquistador, a Mitrídates le perseguía una curiosa obsesión que le llevó a convertirse en uno de los primeros toxicólogos de la historia. La posibilidad de que resultase envenenado por alguno de sus enemigos le hizo dar una panacea conocida como mitridato. Sus composiciones eran testadas por esclavos y prisioneros, a los que utilizaba como ratas de laboratorio. 

Mítrídates se dedicó a estudiar el campo de la toxicología con dos objetivos evidentes. El primero de ellos, proteger su vida de un posible envenenamiento y el segundo, perseguir la inmunidad. Fue un acto un tanto vanidoso por tratar de ser totalmente invencible para sus enemigos. Este mismo anhelo le llevó a elaborar un antídoto universal que, ingerido en pequeñas cantidades pero de forma periódica, servía para inmunizarlo contra cualquier tipo de veneno.

A día de hoy no se sabe a ciencia cierta si realmente existió tal brebaje, pero muchos se han aventurado a adivinar los posibles componentes. Aulio Cornelio Celso elaboró una receta con cincuenta posibles elementos, la mayoría de ellos de origen vegetal. Algunos toxicólogos se han atrevido a determinar que quizá se trataba de una composición a base de arsénico y otros venenos, que, ingerida de forma moderada y constante, provocaría el desarrollo de inmunidad a esa sustancia por parte del cuerpo.

También se dice que llevaba siempre consigo un veneno que utilizaría para suicidarse en caso de ser capturado por Roma, pudiendo ser la composición de arsénico. Esto nos puede llevar a pensar que este antídoto servía para detener el efecto de este veneno, en caso de arrepentirse de su decisión y así enmendarla.

Esta claro que su figura se forja entre mitos y leyendas, y que Roma le temía por su gran capacidad como estratega militar. Quizá él mismo se encargó de que se difundiese tal habladuría. Sería una baza a su favor el hecho de que su mayor enemigo creyese que no existía forma de acabar con aquel que es inmune a todos los venenos.

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-Fuentes:

-Mitrídates "El Grande", Desperta Ferro Ediciones.

 

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