Anti-corrección política con The House That Jack Built
Foto: Zentropa Films

El nuevo filme de Lars Von Trier ha sido causa de polémica, allí en donde se presente. Como es costumbre con el cine de este director, se trata de una obra que pone a prueba al espectador y exige del mismo una mentalidad abierta, alejada del convencionalismo y permisiva para con los puntos de vista del autor.

Y es que con este trabajo, el director danés vuelca todas sus opiniones, posturas, traumas y compulsiones en un sólo lugar y convierte la obra en un festín de anti-corrección política que no deja indiferente a nadie.

Zentropa Films
Foto; Zentropa Films

La historia sigue al personaje de Jack, un arquitecto con problemas mentales, durante un periodo de 12 años, en el que conocemos su evolución como asesino en serie. Jack pretende construir una casa para sí, pero la labor se ve relegada a segundo plano cuando ocupa la mayor parte de su tiempo cazando personas de tipos diversos para asesinarlas y probar con ello en punto.

A través del relato de un asesino en serie, el director consigue meter sus inquietudes en un filme que se percibe más como un manifiesto personal, en donde el autor defiende ante el mundo la creación y la exhibición obra de la obra artística. Un diálogo en particular dice: "no tienes derecho a criticar mi arte si juzgas a partir de tu moralidad".

Zentropa Films
Foto: Zentropa Films   

El filme juega con la idea de que el arte y realizar un asesinato es lo mismo en esencia. Deconstruye a la figura del psicópata de tal forma que nos adentramos en su mente conflictiva y perversa mediante escenas de violencia gráfica, ideologías controvertidas y un ornamento que se sostiene del arte y el conocimiento arquitectónico.

Se trata de una película que exige del espectador el dejar de lado las convenciones sociales y entregarse por completo a sus impulsos, al salvajismo inherente de su condición de ser humano y le invita reflexionar a fondo sobre la hipocresía de la humanidad.

Es todo un discurso socio-político muy a la Von Trier, que incluso rebasa los límites, pero que no deja de ser perversamente delicioso.

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