Desmitificando a Durruti
Buenaventura Durruti. Fuente: El Confidencial

Ladrón, peligroso, violento, guerrillero, líder, luchador... son muchas de las palabras que se han asociado a Buenaventura Durruti. Una nueva línea de estudio intenta desmentir todo lo estudiado sobre el anarquista. La investigación gira entorno a una desmitificación de ese héroe de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). Algunos autores como Graham Kelsey o Mercedes de los Santos hablan sobre la conciencia obrera de Durruti. Quizás fue este factor el que le hizo un luchador nato, pero jamás un líder ni un héroe.

José Buenaventura Durruti Dumange nació en el seno de una familia obrera en 1896 en León. Es un periodo de crisis con grandes protestas sociales. El movimiento obrero comenzaba a aparecer y las huelgas se hacían periódicas dentro de este clima de inestabilidad.

En 1910, Buenaventura entró de aprendiz de mecánico en el taller del maestro Melchor Martínez. Melchor era afín a la ideología socialista y trataba de transmitir esa doctrina a Durruti. Aun así, a Durruti se le quedaban cortas estas ideas y se posicionó más a la izquierda afiliándose a la CNT. La conciencia obrera que había adquirido es una de las características que muchos autores relacionan con su actividad anarquista y en la que basan todas sus acciones. 

En los años 20, las calles de las ciudades españolas se convertían en un campo de batalla. La policía y el gobierno represaliaba a los sindicalistas en las calles y los patronos burgueses contrataban a bandas de pistoleros con este mismo fin. Los obreros tuvieron que armarse para contrarrestar estos ataques.

Durrutiy sus compañeros crean el grupo de "Los Solidarios" para hacer frente al pistolerismo y mantener a los anarquistas reunidos. Pero en lugar de encontrarse en puntos comunes, la CNT comienza a quebrarse ideológicamente en sectores. Durruti pertenecería al más radical. Durruti y "Los Solidarios" atracaron el Banco Nacional de Gijón y tuvieron que exiliarse a América. No volverían a España hasta la proclamación de la II República en 1931.

La opinión de los anarquistas ante la República les mantuvo divididos de nuevo. Durruti no se fiaba de los líderes republicanos, pero veía esperanza en una revolución obrera a fin de controlar la producción y la organización general. "Los Solidarios" se convirtieron en "Nosotros" y consideraron que octubre de 1934 era el momento idóneo para esa revolución obrera. La revolución no triunfó, pero prendería la mecha de 1936.

A raíz de las divisiones en el tronco republicano y las políticas fallidas del gobierno, tendría lugar el levantamiento militar que iniciaría la Guerra Civil Española. Como consecuencia, los obreros vieron en este golpe una oportunidad para iniciar de nuevo una lucha. Se trataba de una revolución dentro de la propia guerra.

En ella, miles de obreros se armaron contra el fascismo y tomaban el control de las fábricas y los campos expropiándolos y colectivizándolos. Cada uno tomaría lo que necesitaba. Barcelona comenzaba a funcionar de esta forma, donde el avance de los sublevados se sofocaba. Su objetivo era trasladar el sistema de las colectivizaciones de los pueblos aragoneses y catalanes a toda España. 

Durruti pensaba que para que la revolución terminara de triunfar en toda España, debía expulsar a los sublevados de Zaragoza. Pero en su afán, cesó por ser llamado a Madrid, donde el gobierno se había exiliado y había quedado al descubierto. Una columna de milicianos comandada por Durruti acudió a la defensa de la capital española. Sin embargo, este sería el fin de Durruti que murió por causas aún no identificadas.

Pero, debemos sacar en conclusión que Durruti simboliza hoy los avances revolucionarios logrados en el campo socioeconómico cuando, de hecho, estos éxitos correspondieron más bien al trabajo realizado por cientos, si no miles, de libertarios aragoneses, casi todos olvidados, cuando no desconocidos. Durruti fue carismático, pero jamás fue la cabeza del movimiento, sino que el cambio fue horizontal entre todas los interesados por transformar el sistema socioeconómico.

FUENTES: 

ENZENSBERGER, H. M. El corto verano de la anarquía. Madrid: Anagrama, 1972 

FERRER, R. Durruti 1896-1936, Madrid, 1985. 

GARCÍA OLIVER, J. El eco de los pasos. Barcelona: Ruedo Ibérico, 1978 

MORALES TORO, A Y ORTEGA PÉREZ, J. El lenguaje de los hechos, ocho ensayos en torno a buenaventura Durruti. Madrid: Los libros de la catarata, 1996. 
 

 

 

 

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