Crítica
de ‘Midsommar’
Foto: filmaffinity.com

El año pasado se estrenó Hereditary, una de las cintas de terror más perturbadoras que se han filmado nunca. Su deslumbrante arranque, su imprevisibilidad y la impactante actuación de Toni Collette la elevaron a lo más alto. Ahora, su director Ari Aster vuelve con Midsommar, un relato de terror donde el espectador lo pasará muy mal y no podrá procesar lo que va ocurriendo en la pantalla.

En Midsommar, una pareja estadounidense que no está pasando por su mejor momento acude con unos amigos al Midsommar, un festival de verano que se celebra cada 90 años en una remota aldea de Suecia. Lo que comenzará como unas vacaciones de ensueño en un lugar en el que el sol no se pone nunca, poco a poco se va convirtiendo en una oscura pesadilla cuando los misteriosos aldeanos les invitan a participar en sus perturbadoras actividades festivas.

A través de una presentación minuciosa de los personajes, Midsommar se va adentrando poco a poco en un aura de misterio que le sienta muy bien. Lo que parece un drama independiente, se va convirtiendo poco a poco en un relato de terror muy desagradable donde Aster juega con la psicología y a perturbar al espectador.

Nada es lo que parece en Midsommar y, cuando da la sensación de que el film va a tomar un tono determinado, de repente cambia con un giro argumental que nadie espera. Lo nuevo de Aster es de una inteligencia absoluta y, aunque la historia no es igual de interesante que en Hereditary, ya que en esta el juego de la familia tomaba un papel fundamental, el segundo largometraje del estadounidense es escalofriante y nos deja algunas imágenes que tardaremos tiempo en olvidar. Esperamos que el año que viene vuelva a deleitarnos con otra joya.

Valoración: 4/5

Lo mejor: La originalidad de su propuesta

Lo peor: Pensar que a Ari Aster se le pueden acabar rápido sus ideas

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