Crítica de ‘Watchmen’: Superhéroes made in
Lindelof
Cartel promocional | HBO

Damon Lindelof, podría decirse que, es un hombre de retos. Se vio con 'Perdidos', donde nos regaló uno de los desenlaces más atrevidos de la historia de la TV, y se terminó de comprobar con ‘The Leftovers’, en la que la trama principal, llena de misterios, al final resultó ser lo de menos. Pues bien, parece que Lindelof sigue por el mismo camino ya que, lejos de alejarse (valga la redundancia) de esta manía suya de meterse en proyectos locos, este golpe viene dispuesto a ganarse el respeto de todos, incluido el del creador del cómic en el que se basa su nueva serie, Alan Moore.

Encabezada por una estupenda y siempre solvente Regina Kings (Ganadora del Óscar a Mejor actriz de reparto por ‘El blues de Beale Street’) y acompañada, entre otros, por Jeremy Irons y Don Johnson, ‘Watchmen’ nos transporta a un Tulsa (Oklahoma, Estados Unidos) actual en el que ficción y realidad se mezclan para hablar sobre racismo y supremacismo.

El primer capítulo comienza recreando (sin reparar en gastos) el grave ataque que sufrió en la vida real la población negra de Tulsa en 1921, también conocido como la Masacre de The Black Wall Street. Durante dicha escena una familia negra trata de huir de los disturbios que están teniendo lugar en su ciudad, sin embargo, finalmente será solo su hijo el que consiga salir de dicho infierno provisto únicamente de una nota que reza ‘Cuidad de este niño’.

Tras este primer acercamiento a la serie, el capítulo vuela hasta la actualidad. Hasta 2019. Han pasado casi 100, pero muy pronto veremos que las cosas, aunque hayan avanzado, no han cambiado apenas. Los policías van tapados para evitar que se descubra su identidad y el racismo parece que sigue latente ‘”gracias” a la Séptima Caballería, una organización supremacista blanca reconocibles porque utilizan una máscara de Rorscharch como símbolo.

La Séptima Caballería con la máscara de Rorscharch |Clip del primer capítulo | HBO
La Séptima Caballería con la máscara de Rorscharch |Clip del primer capítulo | HBO

Con estos elementos y otros que no se desvelarán, Lindelof consigue imbuir a la ficción del mismo espíritu que impera en los cómics: hablar de la sociedad y el mundo actual utilizando figuras tan populares y reconocidas como son los superhéroes. Es cierto que es tan solo el primer capítulo y que aún no se sabe cómo se van a desarrollar las tramas, pero visto este, la sensación que queda es la misma que cuando se acababa el primer tomo de la novela gráfica: desconcierto por lo extraño de la propuesta y deseo de saber más.

Como se ha comentado antes, ficción y realidad se entremezclan. Puede que no suene novedoso o relevante, pero sí lo es. A la influencia en la trama de acontecimientos ocurridos en la vida real, como son los disturbios de Tulsa, se suman los hechos que suceden en el cómic. Este está ambientado en 1985, 30 años antes que la serie y, como se puede observar en el primer capítulo, las consecuencias de lo que sucedía en la novela gráfica están presentes. Algo que podemos observar en esa repentina lluvia a la que tienen que hacer frente Angela Abar (Regina Kings) y su hijo. Puede que sea importante en el devenir de la trama o puede que sea tan solo un guiño, pero permite observar que existe conexión entre las dos ficciones. Para quien se enfrente a la serie sin haber leído el material previo este tipo de detalles le podrían echar para atrás al no entender lo que está viendo.

Esto está muy ligado con un riesgo que tienen todas las ficciones del Damon Lindelof. Si algo tiene su creador es que no busca resolver todos los misterios, si no ir más allá, y esto puede suponer un problema para aquellas personas ansiosas de respuestas. Seguramente no todo el mundo será capaz de entrar en el mundo que propone el guionista y productor, pero si quieres disfrutar de esta experiencia debes aceptar las reglas del juego. Si no, es mejor que no entres.

Por otra parte, hay que hablar de los guiños. El primer capítulo está lleno de detalles que recordarán a los cómics. Ese tipo de referencias engrandecen la experiencia de visionado. Es cierto que si no se han leído no influyen ni afectan en la trama, pero es verdad que la ficción gana mucho más gracias a esas pequeñas cosas, pues permite conectar con el material original. Sin embargo, es cierto que resulta muy interesante de ver sin conocerlo ya que será una perspectiva totalmente distinta, ni mejor ni peor, pero distinta.

En entrevistas y artículos se decía que la historia puede pecar de lenta o falta de ritmo en ocasiones. Sin embargo, ese tono pausado es 100% made in Lindelof y no debería suponer un problema del mismo modo que no lo ha supuesto en series como ‘Game of Thrones’. Más bien todo lo contrario. En un mundo donde el binge watching, los estímulos constantes y los cliffhangers están a la orden del día es de agradecer series que se toman su tiempo y construyen bien su base.

Aún está por ver que puede suponer ‘Watchmen’ para una industria que vive en un estado de peak TV continuado desde hace años, pero su primer capítulo es un ligero soplo de aire fresco que puede acabar siendo un nuevo tornado. Habrá que ir descubriéndolo semana a semana.

Como en ‘Perdidos’ o ‘The Leftovers’, Damon Lindelof nos propone un puzzle que se irá montando poco a poco y que se disfrutará tanto dentro como fuera de la pantalla.

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