Con seis victorias en el Gran Premio de Mónaco, el brasileño ostenta el récord de mayor número de victorias, pero quizás lo más espectacular de esa cifra es que cinco de ellas fueron de forma consecutiva. Aunque el brasileño no conquistó Montecarlo con la escudería Toleman en el 84, sí que consiguió ganar el GP de Mónaco en 1987 con Lotus y repitió la hazaña cinco años seguidos, de 1989 a 1993, en McLaren (cuatro con McLaren-Honda y uno con McLaren-Ford).

Ayrton Senna es considerado como uno de los más grandes pilotos de Fórmula 1 de todos los tiempos, tras haber registrado tres campeonatos mundiales y 41 victorias en una carrera de 10 años. La vida del brasileño fue trágicamente truncada por un accidente en el Gran Premio de San Marino el 1 de mayo de 1994 a los 34 años. En consideración al mito para la Fórmula 1 que representa el brasileño, en VAVEL hemos decidido homenajearlo como se merece, recordando sus mejores momentos en un monoplaza.

A los 24 años, Ayrton Senna llegó al Gran Premio de Mónaco de 1984 como un principiante que participaba en su sexta carrera de Fórmula Uno. Sin embargo, en el GP de Mónaco aquel novato brasileño puso contra las cuerdas a los poderosos McLaren de Alain Prost y Niki Lauda. En 1984 un joven conseguía asombrar a la elite de la Fórmula 1 con un pilotaje que ni en la actualidad con las mejores modificaciones electrónicas podríamos conseguir. Sí Alain Prost era el profesor en el monoplaza, Ayrton Senna era el mago de la Fórmula 1. Quién si no iba a pilotar su coche como si de una pluma se tratase en medio de unas lluvias torrenciales en un circuito en el que casi ningún piloto se salva de encontrarse cara a cara con el muro.

Montecarlo fue el escenario de una hazaña que se recordará en el mundo de este deporte por la proeza del gran Senna, aunque quizás lo que más resuene de la carrera sea el tremendo aguacero que cayó sobre las calles del Principado, que obligó a detener la carrera a unas vueltas de poder hacerse Senna con la victoria frente a Prost. Ver a los bomberos regar el túnel para tratar de igualar la cantidad de agua sobre la pista es algo que no se ve todos los días. Alain Prost, Keke Rosberg, Rene Arnoux o Niki Lauda eran las estrellas rutilantes de la Fórmula 1 de aquella época, aunque por errores propios o por el empuje de Senna, acabaron contra los guardaraíles. Todos, menos uno, se vieron superados por el novato brasileño.

Prost consiguió la victoria en Montecarlo pero no le bastó para hacerse con el Mundial de ese año, que le fue arrebatado por Lauda por tan solo medio punto de diferencia. No fue hasta el 21 de abril de 1985 en el Gran Premio de Portugal, bajo uno de los mayores diluvios que se recuerdan en carrera, cuando aquel joven brasileño que ya apuntaba maneras un año antes, logró una de las más espectaculares victorias en agua de la Fórmula 1 consiguiendo su primera pole position y su primera victoria. Hoy en día aquel gran premio se hubiese suspendido.

La carrera de Montecarlo también se recordará por la demostración de otro piloto, Stefan Bellof. El alemán, a los mandos de un obsoleto Tyrell de motor atmosférico remontó desde la vigésima posición, hasta la tercera. En el momento que pararon la carrera, el ritmo de Bellof era mejor que el del propio Senna. Aunque una vez finalizada la carrera Bellof fue descalificado por dar su monoplaza un peso inferior al mínimo.

La carrera que generó un mito

El glamour, el riesgo, la pasión y el exotismo de un escenario idílico en el que se consagraron los más grandes, pilotos como el propio Ayrton Senna, que en 1993 ya no podía contar sus victorias con los dedos de una mano. Y es que el brasileño, además de ser el más laureado en el Principado, también será recordado por las generaciones venideras por su lección magistral en el Gran Premio de Mónaco de 1984 en el año de su debut al volante de un modesto Toleman-Hart claramente inferior a los coches del principio de la parrilla y con un aguacero que hoy en día obligaría a retrasar la partida o condenar la prueba a consumirse tras el Safety Car, Senna ocupaba el décimo tercer lugar en esa corta y falsa recta que tantas emociones ha producido en el momento de la salida de los Grandes Premios de Mónaco.

El circuito es corto, estrecho y la nube de agua producida por los descomunales neumáticos sobre la lluvia son motivo de precaución o pánico para muchos de los participantes. Pero no para Senna, que en el primer paso por línea de meta ya ganaba tres posiciones; en la séptima vuelta era séptimo; cuarto en el giro 14; tercero en el 16 y segundo en la vuelta 19.

Aquel tres de junio de 1984, Alain Prost consiguió la pole position en una actuación que él mismo calificó como su mejor pole position hasta el momento. A las dificultades inherentes del trazado monegasco se unía la incesante lluvia que había hecho aparición a primeras horas de la mañana y que según se acercaba la hora de la carrera aumentaba su intensidad. Al inicio de la carrera Alain Prost tomó el liderazgo pero lo perdió a las pocas vueltas con Nigel Mansell, quien al pasar al francés se alejó rápidamente de él.

Desde el comienzo, en las posiciones secundarias, un jovencísimo debutante brasileño iniciaba su remontada desde la decimotercera posición, su nombre: Ayrton Senna da Silva. Era uno de los hombres que venía adelantando vehículos con gran habilidad con un Toleman-Hart, para quién el circuito era totalmente desconocido y para el que la lluvia no era una dificultad, sino una motivación más. Otro piloto que iba a buen ritmo era un alemán, más conocido pero con pobre material mecánico, llamado Stefan Bellof.

Mansell y Lauda quedaron fuera de carrera

Mansell le llevaba una buena ventaja a Prost e iba en búsqueda de su primera victoria y también la primera para Lotus sin Colin Chapman, pero en su afán de ir más rápido cometió un error en la subida de Beau Rivage al chocar con un guardarraíl y dañar su suspensión trasera. El piloto caía tras estrellar su Lotus contra el quitamiedos y tendría que contemplar desde la barrera el espectáculo que estaban ofreciendo sobre las encharcadas calles de Mónaco dos pilotos novatos: Senna y Stefan Bellof. Mientras tanto Niki Lauda asumía el segundo lugar, al abandonar Mansell, pero era fuertemente atacado por Senna que no se conformaba con pisar su primer podio y atacó al campeón austríaco a quien superó en la vuelta 19 con un brillante adelantamiento por la parte externa al tomar la primera curva, estableciendo un fuerte ritmo de carrera llegando a hacer después la vuelta más rápida del GP de Mónaco de 1984 con un tiempo de 1'54.334.

El brasileño seguía incesante hasta las primeras plazas deshaciéndose de veteranos como Alboreto, Arnoux o Keke Rosberg, hasta rodar segundo y tener en el punto de mira al propio Alain Prost, que se veía algo lento y con algún problema con su monoplaza llegando a descontarle hasta 4 segundos por vuelta. Uno a uno los rivales se fueron descartando por sus errores o por un Senna que se los quitaba de encima sin demasiados problemas. El brasileño encontró en el agua su elemento y supo cómo utilizarlo a lo largo de su carrera.

Bellof adelantó a Rosberg y su siguiente objetivo era el francés René Arnoux, uno de los pilotos más rápidos de la época y fuerte contendiente al campeonato del año anterior. Bellof lo atacaba muy fuertemente para ver si cometía algún error pero, al iniciar la vuelta 26, el alemán atacó con gran decisión al francés prácticamente desde el inicio de la vuelta en la curva uno cuando Arnoux hizo la curva algo abierta, Bellof le mostró al monoplaza el ascenso hacia Massanet y al comenzar el descenso hacia Mirabeau Bellof le puso su Tyrrell al lado del Ferrari del francés adelantándolo, aunque con bastante resistencia de Arnoux.

Prost pidió que se parara la carrera

“Le Professeur” veía como Ayrton se le acercaba cada vez más, recortándole hasta 4 segundos por vuelta. Es más, al no ser uno de sus contendientes por el título, Alain Prost ya tenía decidida su estrategia. Dejaría pasar a Senna para conformarse con un segundo puesto que sabría a victoria, dado que su rival más serio, Niki Lauda ya había quedado fuera de la pista en la vuelta 23.

Al llegar a la vuelta 29, Senna estaba a tiro de piedra del francés. En ese momento Prost levantaba la mano para advertir a los comisarios de que la pista estaba impracticable. Ante la pasividad del jefe de carrera, Jacky Ickx, este levantaba de nuevo la mano en la vuelta 31. Entonces fue cuando Ickx decidió dar por concluida la carrera. En ese momento Senna ya tenía a Prost a la vista como a 5 segundos y Bellof alrededor de los 12 segundos tras Senna.

Ickx, que había sido un destacado piloto de Fórmula 1 y en ese momento competía regularmente en Sport Prototipos para Porsche, decidió dar por concluida la carrera en la vuelta 32. Al concluir el giro una bandera roja ondeaba en la recta de meta donde Alain Prost ya había bajado el ritmo y Ayrton Senna cruzaba la línea de meta por adelantándole a este y celebrando una victoria que no llegó. Quién sabe si el brasileño no conocía esa parte del reglamento o simplemente se alegraba de haber realizado no una de las mejores carreras de su vida, sino la que verdaderamente fue La carrera de su vida. La posterior anulación de los resultados de Tyrrell y sus pilotos como consecuencia de un incumplimiento de la norma de peso en sus monoplazas significó la anulación del podium de Bellof, que heredó Arnoux. Con el reglamento en las manos las posiciones válidas en el clasificatorio serían las de la vuelta anterior, la 31. Con lo cual, Prost había ganado y Senna había quedado segundo. Senna estaba algo frustrado porque de tener un vuelta más habría adelantado a Prost sin ningún problema, pero en Mónaco Senna dejaba claro que era un campeón en potencia.

POS

PILOTO

EQUIPO

VUELTAS

TIEMPO

PARRILLA

PUNTOS

1

7

Alain Prost

McLaren-TAG

31

1:08.2

1

4,5

2

19

Ayrton Senna

Toleman-Hart

31

7.446

13

3

3

28

René Arnoux

Ferrari

31

29.077

3

2

4

6

Keke Rosberg

Williams-Honda

31

35.246

10

1,5

5

11

Elio De Angelis

Lotus-Renault

31

44.439

11

1

6

27

Michele Alboreto

Ferrari

30

+ 1 vuelta

4

0,5

Pero el reglamento también dice que se tienen que partir los puntos por la mitad (los 9 puntos del ganador se convierten en 4,5 puntos). Prost lo aceptó encantado, en definitiva es otra victoria para su palmarés y el de McLaren. Sin embargo, el destino le descubrió unos meses después que el regalo venía envenenado: su compañero de escudería y rival, Niki Lauda, le arrebató la corona por tan solo medio punto. El campeonato de 1984 terminó con Niki Lauda campeón, con 72 puntos, Alain Prost segundo, con 71,5 puntos y el debutante Ayrton Senna finalizó noveno, con 13 puntos, en el primer capítulo de su leyenda.

Más tarde, en el podio y en las declaraciones a los medios, su seriedad denotaría no sólo su carácter tranquilo, sino también su descontento ante una carrera que verdaderamente podía haber ganado y de cuya victoria hubiera sido incontestablemente merecedor.

Senna sería para siempre el verdadero campeón del GP de Mónaco de 1984

Así nacía un mito. El mito del que todos aún siguen hablando veinte años después de su muerte. Aquel piloto que se decía que era capaz de llevar un monoplaza mucho más allá de los propios límites impuestos por la ingeniería y la física. Aquel piloto que en las condiciones más difíciles en las que la pista estaba deslizante y la lluvia hacía flotar a su monoplaza, era capaz de imponerse con un dominio absoluto a todos sus rivales, arrebatar segundos vuelta tras vuelta a sus perseguidores e incluso doblarles para conseguir lo que mejor sabía hacer, ganar. Como decía Senna “Lo importante es ganar. Todo siempre. Esa historia de que lo importante es competir no pasa de ser demagogia.”

FOTOS: Ayrton Senna en Facebook, antena3.com, gpupdate8.ed5.nl, marcamotor.com, pilosella.altervista.org y motorsportretro.com.