Dos eran y han sido los protagonistas principales del Gran Premio de Estados Unidos. Un huracán llamado Patricia decidió que le iba a fastidiar el fin de semana a los organizadores, aficionados y equipos. Pero fue benévolo en la carrera. Otro huracán llamado Lewis Hamilton aprovechó su inteligencia y su falta de errores para llevarse una carrera en la que tuvo mejor ritmo su compañero. Una carrera que valía un Mundial. Tercer cetro para el británico y eso que todavía restan tres carreras por celebrarse.

La carrera revistió en muchos momentos un gran caos. Massa tuvo que abandonar por los problemas mecánicos tras llevarse a Alonso en un trompo en la primera curva. Valtteri Bottas tuvo que abandonar por colocar los neumáticos lisos antes de tiempo. Romain Grosjean también tuvo que regresar a su garaje por el mismo motivo. Kimi Räikkönen, con neumáticos blandos fríos, resbaló sobre el trazado de Austin y se llevó por delante un cartel publicitario, que a la postre le obligaría a abandonar. Ericsson se bajó de su monoplaza por problemas mecánicos mientras Hülkenberg rompía su suspensión delantera cuando buscaba arrebatarle el sitio a Ricciardo. Una carrera que no aburriría a nadie.

La sonrisa de una gran carrera. Fotografía: Scuderia Toro Rosso.

No solo la lluvia alteró la parrilla. El ritmo de los Red Bull sobre el asfalto tejano mojado fue espectacular. Lewis Hamilton sufría el acoso de Daniil Kvyat y Daniel Ricciardo mientras Nico Rosberg asistía como espectador privilegiado. Un espectador que entró en acción tras el primer coche de seguridad virtual, adelantando a los dos Red Bull y, posteriormente a su compañero. Solo un error le podía arrebatar la carrera al alemán. Y lo cometió él. Un error en la curva 17, la entrada a esa sucesión de curvas que se parecen a la curva 8 del Parque de Estambul. Un error que le arrebató la concentración e incluso le pudo suponer perder la segunda plaza frente a Sebastian Vettel.

Max Verstappen sería otra sorpresa agradable de la carrera. Sin miedo, se atrevió a pujar por la posición con Vettel y Räikkönen. Ni siquiera se cortó con sus hermanos mayores, a quienes adelantó sin problemas y eso que Ricciardo le puso las cosas difíciles. Su compañero Carlos Sainz también apareció en la fiesta con el neerlandés, que no le tembló el pulso con Alonso o Button. La estrategia funcionó de lujo con los pilotos del equipo italiano. A pesar de ello, Sainz perdió una posición al final de carrera por la penalización de cinco segundos por superar el límite de velocidad en el pit-lane.

Pero no se puede dejar en el limbo la brillante actuación de Sergio Pérez. El mejicano supo controlar al grupo que le perseguía durante la lluvia para demostrar el ritmo en seco del coche anglo-indio. Podría haber sido cuarto, pero la estrategia de Toro Rosso le impidió conservar la posición ante un coche con ruedas blandas nuevas. Cabe recordar que el mejicano solo cambió una vez de compuestos: de intermedio a medio. El resultado de la carrera de su compañero ya se sabe.

Pero el monoplaza que cada vez tiene mejor ritmo es el McLaren-Honda. Durante toda la carrera se mantuvo en el grupo con Force India, Toro Rosso y Lotus. Jenson Button consiguió una buena sexta posición, su mejor posición de la temporada. Fernando Alonso se vio afectado por unos neumáticos degradados y un supuesto fallo eléctrico que le privó de cierta potencia durante la parte final del gran premio. Difícil conocer si la última actualización de la unidad de potencia funcionó correctamente.

Sin embargo, todo esto quedaba relegado a la euforia de un inglés de 30 años que conseguía su tercer Mundial e igualaba a su ídolo, Ayrton Senna. Los trompos durante la vuelta de regreso, los agradecimientos por la radio, los llantos y la espectacular celebración en el podio dejaban caer la importancia de este hecho para Hamilton. A pesar de ello, nunca dejó de ser agresivo con su compañero de equipo. Solo hay que ver cómo tomó la primera curva en la que perjudicó claramente a Rosberg.

Resignación en la mirada del alemán. Fotografía: Mercedes AMG F1.

Pero en otra parte solo había tristeza y sufrimiento. Nico Rosberg no ha sido lo suficientemente competitivo y agresivo para poder derrocar a Lewis Hamilton. Y tampoco ha tenido la denominada ‘suerte del campeón’. En la sala habilitada para hidratarse y recomponerse de la carrera, Rosberg le lanzó a su compañero la gorra, al que poco pareció importarle porque estaba más preocupado de salir al podio. La cara durante el podio fue un poema. La soledad le invadía mientras el representante de Mercedes y Vettel duchaban al inglés en champán.