22 años ha tardado la Fórmula 1 en regresar a tierras méxicanas y lo ha hecho de la mejor manera posible: con una celebración de un Gran Premio que a buen seguro estará en las quinielas de muchas personas para destacar la prueba del año. Desde que Nigel Mansell, a bordo del FW16 se convirtiera en el último ganador del Gran Premio de México disputado el 22 de marzo de 1992, ningún otro monoplaza había rodado por las calles mexicanas. Mucho tiempo para un país donde el automovilísmo se quiere y cuida mucho.

El gran circo del automovilísmo aterrizó el jueves en el autódromo Hermanos Rodriguez con ambos mundiales dedicidos por segundo año consecutivo para Mercedes y Lewis Hamilton, siendo el único aliciente quien conseguiría entre Nico Rosberg y Sebastian Vettel el subcampeonato del mundo. Con los deberes ya hechos por parte de las flechas de plata y el resto con mucho trabajo por realizar durante el invierno para mejorar sus respectivas situaciones, la Fórmula 1 llegaba a México, una pista nueva en el calendario para toda la parrilla, pero con mucha historia entre sus paredes.

A decir verdad, poco o casi nada queda de aquel circuito donde Mansell vio por última vez la bandera a cuadros. Asfalto nuevo, amplías escapatorias ... Una remodelación completa que sin embargo, ha mantenido su encanto inicial en la zona del estadio. Con la imposibilidad de poder mantener la famosa curva peraltada con las gradas con capacidad para 45.000 personas que daba fama a la pista por temas de seguridad, los organizadores decidieron mantener las butacas y sobreescribir el trazado de tal manera que los monoplazas tuvieran que atraversarlo por la mitad.

Un acierto a tenor de como se ha ido desarrollando el Gran Premio en los sucesivos días de competición, ya que el renovado autódromo Hermanos Rodriguez cuenta con una variedad de temática que muy pocos circuitos pueden decir. Un primer sector rapídisimo con una larga recta donde Sebastian Vettel logró batir el récord de velocidad punta de la temporada con 366 km/h. Un segundo sector revirado, donde las curvas de alta y media velocidad toman el protagonismo del asfalto para finalizar en la zona del estadio, donde la lentitud de las orquillas permite a los seguidores contemplar a los monoplazas con gran facilidad.

Se suele decir que la teoría no siempre se cumple en la práctica, y sino que le pregunten a Honda en su retorno a la Fórmula 1 este 2015, pero esta vez la profecía si que se ha cumplido, culminando un excelente retorno a la Fórmula 1 con la carrera del domingo. Desde una banda de mariachis amenizando la espera de la carrera, hasta la celebración del pódium en la zona del estadio, todos y cada uno de los actos que la organización dispuso salieron a la perfección, otorgando un colorido y ambiente al Gran Premio que en contadas ocasiones encontramos en las pruebas.

México vuelve al lugar de donde nunca debió de salir por la puerta grande, y se posiciona como uno de los lugares a tener en cuenta en el futuro cercano. La carrera, por otra parte, fue lo de menos. De nuevo la rutina se apoderó de la Fórmula 1 y Nico Rosberg logró resarcirse con una victoria de una temporada nefasta para sus intereses. Esperemos que como ha ocurrido este fin de semana con México, en 2016 la Fórmula 1 comience a recuperar ese nivel de competividad de años anteriores. ¡¡Viva México, guey!!

FOTO: @F1