Llegó al Mundial en 2015 y tras un primer año complicado, donde no puntuó en ninguna ocasión, tocaba reemprender el vuelo y volver a demostrar todas las cualidades que le habían hecho llegar hasta ahí. El principio del año, no empezó de la mejor forma para un Gabri Rodrigo, que veía como se mermaba su confianza, un poco más, después  encadenar tres carreras consecutivas sin entrar en los puntos cuando hasta él mismo, sabía que podía llegar a más. Hasta que lo consiguió. Sumar los primeros puntos en el Campeonato, fue una inyección de moral para un piloto, que ha ido creciendo a lo largo de la temporada y del cual, no se ha visto todo. En un progreso ascendente, la regularidad juega en su contra pero con la experiencia recogida, solo le falta pulir unos cuantos detalles, que le pueden hacer soñar con algo grande en la categoría de Moto3.

Comienzo complicado

Una nueva e ilusionante temporada arrancaba para él. Gabri, que trabajó de lo lindo a lo largo del invierno para llegar al 100% a Qatar, quería dejar atrás un año en el que  no se sintió agusto, y no fue capaz de demostrar el potencial que le había llevado a ocupar el puesto en el que se encontraba en ese momento. Las luces se encendieron en el asfalto de Losail y el hispano-argentino, no brillaba. Primera carrera en blanco, a la que le seguirían las dos celebradas en suelo americano.

Y eso no era lo que él buscaba. El piloto del RBA, veía como aquellas inseguridades y los viejos fantasmas del 2015, no se terminaban de ir. Hasta que llegó Jerez. Para él, uno de los mejores momentos de la temporada. Y no es para menos. Aquello que tanto se le resistía, que tanto buscaba y a la vez ansiaba encontrar,  por fin llegó. Los primeros puntos de la temporada, supusieron para él un gran empujón, que le hizo volver a creer en sus posibilidades y le llevó, a no perder su ambición -tan necesaria en este deporte-, que a su vez, devolvió también en él ese carácter inconformista que le generaba ganas de más. Pero volvió la cruz de la moneda. Nuevo abandono en Le Mans y de nuevo, vuelta a empezar.

En la siguiente carrera volvió a puntuar pero después, volvió a encadenar dos ceros. Aunque algo distintos. Si bien al principio las malas actuaciones eran debidas a la falta de feeling con la moto, en Montmeló y Assen la historia no fue la misma. Las caídas llegaron cuando rodaba con el grupo de cabeza, incluso dentro de las tres primeras posiciones. Y ahí se notó la falta de experiencia. Pero a su vez, sumó un nuevo error del que aprender. El querer dar un poco más, siempre, que alomejor no está, te puede llevar a besar el asfalto. A veces, es mejor saber aguantar. Pero explícale esto a alguien tan joven y con tantas ganas de hacerlo bien sobre una moto, que tras una mala racha, puede soñar con el podio. Las ganas le pueden.

Foto: gabrirodrigo.com
Foto: gabrirodrigo.com

Al ecuador de la temporada, llegó de la misma forma que la terminó. Inestable. Los buenos resultados, se fundían con nuevos abandonos haciendo de su temporada, un año muy irregular. Las ganas estaban, el talento también, y su confianza, a pesar de no ir sumando puntos de forma regular, aumentaba a medida que transcurría el año.  No importaba cuánto cayese, Gabri volvía a levantar con una nueva herida, que le enseñaba algo más.

El hispano-argentino, llegó al triplete asiático tras conseguir la mejor posición de la temporada. Octavo puesto en Aragón, que le permitía soñar, otra vez, con volver a cuajar una buena actuación en las siguientes pruebas. Pero se volvió a encontrar con la tónica de la año: buen resultado, mala racha. Y así fue. Abandono tanto en Japón, tras un toque con Jorge Navarro en la salida, como en Australia, cuando se encontraba luchando por el podio. Pero llegó Sepang, y allí, pudo resarcirse de las heridas. Consiguió la mejor posición del año, séptima, y llegó a Valencia con la intención de cerrar el año por todo lo alto. Sin resultado. Aunque sin perder la fe en si mismo. 

Y esa fue su filosofía, confió en él hasta el último momento. Sensaciones recuperadas y un equipo, que remó en la dirección correcta a lo largo de la temporada, para proporcionar a sus pilotos todo aquellos que  necesitaban para seguir progresando. Las clasificaciones fueron una muestra clara. Solo faltaba sentenciar en carrera. Y esa, es la tarea pendiente en una temporada, en la que tras tocar fondo, ha aprendido a valorar mucho más todos los buenos resultados y ha hecho de los errores, nuevas oportunidades frente a las que mejorar. Sin duda, queda Gabri para rato.