La vida es un largo camino lleno de contrastes. Sol y luna, cara y cruz, blanco y negro, cielo e infierno… Todos ellos están encima de la mesa permanentemente, como si de una partida de póker se tratara. El jugador que juega dichas cartas tan bonitas como perversas, a veces, puede ser caprichoso. Cuando el all-in sale mal, el azar es implacable, a la vez que cruel y macabro. En el mundo del motociclismo se suele jugar al límite, sobre el alambre, al filo del abismo, pero en la inmensa mayoría de ocasiones, los 92 jugadores que aceptan arriesgarlo todo pueden dejar en meras anécdotas sus encuentros directos con el peligro. Cuando supera la línea roja y el azar muestra su lado más macabro, se para el mundo. El 3 de junio, a las 16:55, la familia del motor, reunida en el Circuit de Barcelona-Catalunya en lo que debía ser un fin de semana especial, se quedó helada, incrédula, sin palabras. El azar sacó a relucir su vertiente más cruel y caprichosa y se llevó a Luis Salom, uno de los pilotos más talentosos y más queridos en la caravana mundialista. 

Una viraje peligroso, como la ya extinta duodécima curva del trazado catalán, una caída desafortunada y su propia moto, esa a la que tanta devoción le mostró el piloto durante toda su trayectoria y que terminó por sentenciar a su amo, crearon el cóctel con el sabor más amargo imaginable, el cual aún a día de hoy cuesta de digerir. Las lágrimas y la tristeza sumieron el Circuit de Barcelona-Catalunya en una profunda depresión, con la cual tuvo que convivir permanentemente ese fin de semana, donde Rossi, Zarco y Jorge Navarro triunfaron. Pero eso quedó en un segundo plano. Los homenajes se sucedieron. El champagne no fue protagonista, no ese fin de semana. Solo la reconciliación pública entre Valentino Rossi y Marc Márquez en el parque cerrado tras la carrera de la categoría reina pudo sacar una sonrisa a los aficionados y al Paddock en el fin de semana de carreras más triste que se recuerda. 

Fiel a los suyos, exigente con sí mismo

La crueldad de lo acontecido ese 3 de junio fue máxima. Dios, desde el cielo, se llevó a uno de sus más fieles seguidores. Salom, como ritual antes de salir a la pista, siempre rezaba un Padrenuestro. Verle en la parrilla de salida de rodillas junto a su moto no era nada fuera de lo normal, es más, era un clásico bien conocido por todos en el Paddock. En sus conversaciones directas, Salom no le pedía a Dios que le ayudara a ganar. Iba más allá. Él, según reconoció en varias ocasiones, rezaba para pedirle a Dios que, tanto él como sus compañeros en pista, pudieran volver ilesos a sus garajes. Para más inri, en uno de sus numerosos tatuajes llevaba un ángel de la guarda, para que le protegiera ante cualquier mal que pudiera sufrir en la pista.

En otra de sus inscripciones llevaba el rostro de su madre, María Horrach. Uña y carne, inseparables en el Paddock, compartían cada momento durante los fines de semana de competición. En las victorias y en las derrotas, el primer abrazo siempre se lo dedicaba a su madre, quien disfrutó viendo a su hijo feliz, haciendo lo que más amaba en el mundo. En 2013, la temporada más exitosa de su hijo –acumuló siete victorias a lomos de la KTM del equipo de Aki Ajo– estuvo ahí, sobre todo en la última carrera, donde una caída le alejó definitivamente de un Mundial que se adjudicaría Maverick Viñales, pero donde Salom, con el pundonor que le caracterizaba, cruzó la línea de meta a pesar de tener la moto en muy malas condiciones. El Mexicano dio el salto a la categoría intermedia con el honor de ser el piloto con más victorias de la historia de Moto3, con nueve triunfos, logro que aún mantiene a día de hoy.

Luis Salom (39), luchando con Rins (42) durante al cita final del Mundial 2013 | Foto: Red Bull KTM Ajo

Exigente consigo mismo, a veces incluso demasiado, le costaba mostrarse satisfecho con su rendimiento. Su personalidad, donde el conformismo no tenía lugar y la ambición tomaba la delantera, le llevaba a no conformarse. El final del camino marcado por su determinación no era otro que ser Campeón del Mundo. Todo su trabajo a lo largo de los años iba encaminado en esa dirección, algo que se vio reflejado en su etapa en el equipo Páginas Amarillas, donde el afán de mejorar la puesta a punto de su Kalex le llevaron a perderse a nivel técnico y perder la senda que marcó al inicio de la temporada, donde sumó dos podios en las cinco primeras carreras. Un debut que, sin duda, dejaba el listón muy alto y mostraba lo grande y prometedor que era el talento que tenía el joven piloto balear de 24 años.

Un camino difícil 

La carrera profesional de Luis Salom no fue fácil. Descendiente directo de una familia vinculada intrínsecamente al motociclismo –su abuelo apoyó, además de la carrera profesional de su nieto, a la de Jorge Lorenzo, también mallorquín–, el balear no empezó su relación con el mundo de las dos ruedas en las pistas de asfalto, sino en el off-road. No fue el único Salom en las pistas de un certamen. Su primo, David, fue un habitual en Superbikes, donde compitió en el Mundial y se coronó como Campeón en la categoría EVO.

Salom, concentrado antes de una de sus carreras en la Red Bull Rookies Cup | Foto: Red Bull Rookies Cup

En el caso de Luis, no fue hasta los 16 años que daría el salto a la velocidad, donde empezaría a dar pinceladas de lo que era capaz de hacer. Tardó poco en demostrarlo, ya que logró el subcampeonato de España y en la Red Bull Rookies Cup en sus primeros años en el mundo de la velocidad, lo cual le catapultó directamente hacia el Mundial. Sus buenas actuaciones en sus primeras temporadas no pasaron desapercibidas, y en 2009 ya disputó varias carreras en 125cc. No obtuvo demasiados resultados destacables, pero con el material poco competitivo con el que contaba, el balear ya emitía destellos interesantes que mostraban al Paddock de qué pasta estaba hecho. En 2012, a los lomos de la Kalex KTM del RW Racing Team, alcanzaría la primera victoria de su carrera en el histórico circuito de Indianápolis, donde una última vuelta magistral le permitió dar cuenta de Sandro Cortese y de Maverick Viñales. Esa temporada, Luis se adjudicaría el subcampeonato del mundo. 

Pódium balsámico en Qatar

Un complicado 2015 abocó a Luis Salom a una situación tan crítica como injusta visto su palmarés. El balear, al terminar la temporada, se encontró sin equipo. El Páginas Amarillas decidió apostar por Edgar Pons para acompañar a Álex Rins. Fue entonces cuando entró en juego Edu Perales, quien creyó en Luis desde el primer instante, y le fichó para que disputara la temporada 2016 en su equipo, el Stop & Go. Poco tardó Luis en demostrar que no se le había olvidado pilotar, y ya en la primera carrera logró brillar en la noche qatarí, donde fue segundo. El Mexicano volvía al podio, dos años después, y su satisfacción ante los medios y en el podio aquel día puso una dosis emocional importante al primer domingo de carreras de la temporada 2016.

Salom, eufórico en el podio del GP de Qatar | Foto: SAG Racing Team

Barcelona tenía que marcar un antes y un después en la temporada de Luis Salom. Tras el podio en la cita inaugural, el balear, condenado a la zona media de la tabla en la jungla de Moto2, no lograba brillar como le hubiera gustado, cosechando varios resultados algo por debajo del nivel mostrado en Qatar. La zona de puntos, y en ocasiones el Top-10, fueron el hábitat donde convivió Salom antes de llegar al Circuit de Barcelona-Catalunya. La cita catalana estaba marcada en rojo en su calendario particular.

Correr frente a sus aficionados logra llenar de motivación a cualquier piloto local, y Luis no fue la excepción. En el primer entrenamiento del fin de semana, logró situar a su Kalex del SAG Team en un octavo lugar que le daba esperanzas de cara al resto del Gran Premio, pero el destino no le quiso brindar la oportunidad de brillar ante sus aficionados, esos que aún a día de hoy le tienen presente y no le han olvidado ni nunca lo harán.

"Always in our hearts"

La última cita de la temporada fue una prueba de ello. Era el fin de fiesta, la traca final del campeonato en el Circuito Ricardo Tormo. El Club de Fans del piloto balear se acercó al trazado valenciano, y tanto ellos como los pilotos quisieron brindarle a Luis un último homenaje. Varios pilotos, como hicieron ya durante la última vuelta del Gran Premio de Catalunya, cogieron la bandera del Mexicano, con el dorsal 39 y la inscripción "Always in our hearts" y, con ella, recorrieron el trazado valenciano, mostrando que, por mucho que Luis ya no esté, la familia del motociclismo sigue teniéndolo presente.

Maverick Viñales, portando en Montmeló la bandera de su amigo y rival Luis Salom | Foto: Suzuki Ecstar

El Mexicano, este 2016, se unió a un selecto grupo de pilotos que ostentan el honor de formar parte del Salón de la Fama de este deporte. Marco Simoncelli, Shoya Tomizawa y Daijiro Kato –entre otros–, como Luis, se fueron antes de tiempo, mucho antes de lo que merecían. Su pasión les llevó al límite, a desafiar a la lógica, a enfrentarse cara a cara con el destino, pero hicieron lo que les apasionaba de verdad hasta el último momento, por lo que se les recordará con admiración. Todos ellos, Luis incluido, empezaron sus trayectorias como pilotos con hambre de triunfo, llenos de ganas de destacar en este mundo tan competitivo y las terminaron como leyendas, ganándose un lugar en la historia del deporte.

El dorsal 39, como se anunció en la gala FIM celebrada tras el Gran Premio de la Comunitat Valenciana, ya no lucirá nunca más en un circuito del Campeonato del Mundo, pero el Mexicano, allá donde esté, seguirá disfrutando del motociclismo, ese deporte que tanto le apasionó y que tantos buenos días le brindó a él y a los aficionados de esta disciplina. Sus compañeros en pista y sus seguidores le mantienen en la memoria, con la sonrisa que siempre mostraba en sus paseos por el Paddock. Descansa en paz, leyenda.