Si hablamos de historia, lo hacemos de Marc Márquez. Noviembre de 2012. Por aquel entonces, en la cabeza del 'pequeño genio' -y nunca mejor dicho porque su actuación fue un capricho de genio- sólo rondaba una idea: ganar. Ganar o morir. Esa era la situación del ilerdense aquel 11 de noviembre. No importaba cómo ni cuánto tuviese que arriesgar y, una vez más, volvió a demostrar que lo que se conoce como imposible no existe, o por lo menos en su diccionario. Demostró que salir último y ganar en Cheste, en un circuito con una sola trayectoria, es posible. Demostró su condición de campeón y volvió a dejar al mundo del motociclismo rendido ante su actuación. Aquel día Marc Márquez sacó su combatividad, sacó su ambición y ofreció un pequeño aperitivo de lo que sería el dorsal número 93 en la categoría reina.
¿Misión imposible? No para Marc Márquez
Llegó el último fin de semana de la temporada. Marc Márquez aterrizaba en Valencia como flamante campeón de la categoría, con ganas de disfrutar encima de su Suter. Y vaya si lo hizo. Además, como a él más le gusta: arriesgando, buscando el límite. Tras una maniobra al límite en los entrenamientos del viernes, donde involucró a Simone Corsi, el catalán recibió una sanción por parte de la dirección de carrera y el domingo partiría desde la última plaza de la parrilla de salida.
Las condiciones del asfalto no invitaban precisamente a arriesgar, es más, con la pista húmeda cualquier mínimo error te podía dejar fuera, pero poco le importó al ilerdense, que parecía tener las ideas muy claras sobre la moto. El semáforo se apagaba y Márquez comenzó con su exhibición. El español, colándose por rendijas que parecían imposibles, acabó en tan solo un parcial con 20 pilotos -un total de 22 al final de la vuelta-, ofreciendo un pequeño deja-vú de su actuación en el Gran Premio de Japón, donde tras la salida y un fallo al meter las marchas, se encontraba cuarto por la cola y cruzó la linea de meta en primera posición.
Pasaban las vueltas y el de Cervera seguía a lo suyo. Salió a por faena y lo demostró desde el primer momento. Al término de la segunda vuelta Márquez ya rodaba en la novena posición, no encontraba mayor rival que él mismo. Mientras tanto, la cabeza la ocupaba un Nico Terol que poco a poco fue perdiendo ventaja respecto a Julián Simón -segundo en esos compases de la carrera-, hasta que finalmente el piloto de Villacañas se colocó en cabeza y comenzó a tirar.
Tras un inicio de carrera muy explosivo, el ilerdense comenzó a tomarse las cosas con calma. Iba sin prisas, seguro de sí mismo, pero también sin pausa. La remontada no cesaba. Ayudado por las caídas que sufrían algunos pilotos que rodaban por delante de él, como fue el caso de Pol Espargaró, aproximadamente en el ecuador de la carrera el '93' ya rodaba en la quinta posición. Cuatro presas por delante y Márquez continuaba con el uniforme de cazador, continuaba con el hambre de una nueva victoria.
Sin concesiones, así adelantó el de Cervera a Aegerter y Rea para colocarse en la tercera posición. El campeón del Mundial ya rodaba en puestos de podio y Nico Terol era su próxima presa. Tras encadenar varias vueltas rápidas que le permitían recortar aproximadamente un segundo por vuelta respecto al valenciano, en el vigésimo giro, Márquez dio cuenta de Terol y metió la directa, aún más si cabe, hacia la victoria. Lo único que buscaba era superarse.
Cinco segundos y medio separaban a Márquez de la victoria, de volver a tocar el cielo. Julián Simón comenzaba a ver al ilerdense por los retrovisores cada vez más cerca hasta que éste, a falta de tres vueltas para el final, se pegó a su colín. La última presa del día estaba a punto de caer. Y cayó a falta de dos vueltas. El de Cervera, desplegó las alas y echó a volar tras superar a Simón -que trató de ser la sombra del catalán, aunque no le dio resultado- en recta de meta, arrancando sus pegatinas del carenado. En ese momento sólo un error podía cortarle las alas a Márquez y privarle de la victoria, pero el catalán salió a ganar, quería despedirse de la categoría por la puerta grande. Y así lo hizo.
Novena victoria de la temporada para el español, que desmotró no ser de esa categoría. El ilerdense consiguió superar a un total de 32 pilotos en un circuito donde lograr esta gesta parecía imposible. Consiguió despedirse de Moto2 a lo campeón. Aquel día, Marc Márquez sacó a relucir todas las cualidades que le definen arriba de una moto. Aquel día, Marc Márquez hizo un poco más grande su historia que, a día de hoy, sigue creciendo. Aquel día, el '93', volvió a dejar a todos con la boca abierta y es que, es Marc Márquez. Con él, sobra el resto.