Pocos apostaban por un Cal Crutchlow notable a principios de 2016. Ya quedaba lejos aquel piloto que había llegado de manera fulgurante a MotoGP allá por 2011, con el título de Supersport bajo el brazo y dejando tan buenas sensaciones con la Yamaha satélite, con la que llegó a ser quinto en y 2013, quedándose cerca en ese año en más de una ocasión de conseguir el sueño de cualquier piloto: ganar una carrera en la categoría reina del motociclismo.

Sin embargo, la ambición le pudo y fue incapaz de rechazar la apetitosa oferta de Ducati para llevar la moto oficial en 2014, al tiempo que Yamaha hipotecaba su futuro al talento del campeón de Moto2, Pol Espargaró. En ningún momento Crutchlow pudo adaptarse a la moto italiana, en la que tantos y tan buenos pilotos fracasaron previamente. Fue entonces cuando apostó por Honda, por el proyecto de Lucio Cecchinello, siendo encargado de llevar la moto satélite de la marca japonesa a partir de 2015. No volvió a ser el de Yamaha, pero al menos consiguió un podio -tercero en Argentina- y se coló en el top-10, finalizando octavo en la general, siendo, tras las oficiales de Márquez y Pedrosa, la mejor Honda del año.

Con estos precedentes se plantaba Crutchlow en 2016, esta vez como único piloto del equipo, tras la marcha de Miller al Estrella Galicia. Las expectativas, con los nuevos neumáticos, no eran precisamente altas. Los Michelin debían castigar a pilotos con gran peso y que atacan mucho las frenadas, forzando especialmente el tren delantero. Crutchlow cumplía los requisitos para ser uno de los principales perjudicados por el cambio de Bridgestone a Michelin. Y el comienzo de la temporada ratificó esta idea.

Muchas caídas en las primeras carreras

En Qatar, bajo los focos de la única carrera nocturna del año, sufrió. Décimo en parrilla y por los suelos en carrera, apenas en la sexta vuelta. Mal comienzo del año que se acrecentarían dos semanas después en Termas de Río Hondo. Allí se mantuvo en carrera hasta las últimas vueltas, cuando la debacle de los Michelin también le afectó. Dos carreras, cero puntos. Peor imposible. En Estados Unidos, una semana más tarde, calificó muy bien, quinto, pero se vino abajo en carrera, quedando fuera de los puntos, acabando decimosexto en un día para olvidar. Llegaba a Europa sin puntos y con muchas dudas.

Foto: Mirco Lazzari/Getty Images

En Jerez consiguió puntuar, aunque realizando una discreta actuación, consiguiendo una undécima plaza que seguía estando lejos de los objetivos marcados. Dos semanas después, en Francia, volvió a caerse en la carrera de la debacle de Honda, con todos sus pilotos -salvo Pedrosa- por los suelos. Otra undécima plaza en Mugello precedió a su mejor carrera del comienzo de temporada, en Barcelona, donde fue sexto, eso sí, beneficiado por el incidente Iannone-Lorenzo. Otra carrera por los suelos en la lluvia de Assen ponía fin a ocho carreras para olvidar, sumando apenas 20 puntos y estando fuera del top-10.

En este periodo de tiempo, Crutchlow había estado muy vinculado al mercado de fichajes, que comenzó a agitarse con el fichaje de Lorenzo por Ducati. Eso propiciaba que quedara un puesto libre en Yamaha y, cuando se rumoreó con el posible cambio de aires de Pedrosa, el nombre de Crutchlow estuvo relacionado, especialmente en medios británicos y alemanes, con el manillar del Repsol Honda, acompañando a Marc Márquez. Finalmente, Viñales fue el elegido por Yamaha y Pedrosa renovó de nuevo por Honda, quedando Cal sin opciones en esta ecuación. Quizás saber esto le ayudó a centrarse y a encadenar esa seria de resultados que vendrían después.

El podio de Alemania, comienzo de la racha

El 'cambio de chip' llegó en Alemania. En una carrera loca, con cambio de moto incluido a mitad de carrera, Crutchlow aprovechó su habilidad para pilotar en agua, escogió el momento adecuado para entrar en boxes, y se llevó el premio: el segundo puesto, sólo por detrás de un inmenso Márquez. Por detrás, pilotos como Dovizioso, Rossi o Pedrosa estuvieron menos listos que el británico, que celebraría pocas semanas después el nacimiento de su hija Willow. Y no le frenaría, sino todo lo contrario.

Tras un decepcionante GP en Austria, su día llegó en Brno. En una carrera en la que partía décimo y con agua en la pista, el inglés apostó por un neumático más duro que el resto, lo cual resultó un acierto, pues fue el que llegó con mejor vida al final de la prueba. Con un ritmo espectacular, Crutchlow pasó por encima de todos, incluyendo Rossi y Márquez, para llevarse una primera victoria por la que nadie apostaba ni creía desde que diese un paso hacia atrás en su carrera deportiva en 2014.

Foto: Mirco Lazzari/Getty Images

Pero Cal no se quedaría ahí. Dos semanas después venía Silverstone, en casa, y la lluvia apareció el sábado, done se exhibió para llevarse la pole. Estaba en racha. El domingo, en seco, sólo un extraordinario Viñales pudo con él. Acabó segundo, tras batirse el cobre en las últimas vueltas en un grupo en el que estaban Rossi y Márquez, los cuales no pudieron con él. En cuatro carreras había sumado ya cuatro podios, incluyendo una victoria. Más que en los dos últimos años y medio juntos.

Las siguientes tres carreras, disputadas en seco, ratificarían la certeza de que Crutchlow estaba en el mejor momento de su vida. Fue octavo en Misano, un circuito que nunca se le ha dado bien, pero también encadenó dos quintos puestos en Aragón -donde sólo fue superado por Márquez, Lorenzo, Rossi y Viñales- y Japón -beneficiado por las caídas de las Yamaha y la lesión de Pedrosa, que le impidió participar en carrera-. Tenía prácticamente consolidado su título de mejor piloto satélite del año.

Exhibición en Australia para redondear una temporada increíble

Australia sería la guinda del año. En un fin de semana con mucho frío -más del ya habitual- en Melbourne, Crutchlow clasificó segundo y se benefició de la caída de Márquez en carrera. Más allá de eso, fue el que mejor ritmo tenía en seco y su victoria fue, por tanto, muy merecida. Rossi intentó echarle el guante, pero Cal y su Honda estaban en otro nivel. Quizás hubiera incluso podido competir con un sobresaliente Márquez de no haberse caído.

Foto: Mirco Lazzari/Getty Images

Las dos últimas carreras del año, terminadas con sendas caídas en Sepang y Cheste, no ensucian una temporada inolvidable para el piloto británico, que mantendrá su 'status' en Honda en 2017, pero tendrá muy complicado igualar su rendimiento. Es casi imposible plantearse conseguir otras dos victorias, pero sí un mayor nivel de regularidad que le permita estar, dentro de la dificultad que esto conlleva, de manera constante entre los seis primeros en cada carrera.