La edición del año pasado de Argentina confinó lo mejor del WRC: emoción y velocidad. Las pistas sucias, el barro y las rocas pusieron en apuros a más de uno. Para muestra, el adiós aquel viernes 10 de mayo de Mikko Hirvonen y Mads Ostberg que no pudieron ni finalizar la primera especial. Los tramos estaban testarudos, con ganas de dar guerra y los pilotos se las vieron y se las desearon para resistir.

Mantenerse en los tramos

La jornada del viernes fue toda una quita de pilotos y tras los abandonos de Hirvonen y Ostberg, llegaron los problemas a Hyundai. Dani Sordo perdió 12 minutos en el primer tramo al sufrir problemas con el turbo y, finalmente, pasó a engrosar la lista de abandonos. Thierry Neuville corrió la misma suerte que el cántabro con el i20 WRC, pero no llegó a despedirse del todo de la prueba. Mikkelsen también peleó con su Polo R WRC y su alternador.

Sin embargo, para la jornada del sábado el noruego se recuperó y de qué forma. Mikkelsen escaló varias posiciones y se situó cuarto para presionar de cerca a Meeke. Fue el único que pudo disfrutar de un cambio de suerte en el segundo día por Argentina. Ni Sordo, ni Ostberg eran capaces de sobreponerse a las dificultades y de nuevo atravesaron un segundo día de carrera con numerosos impedimentos. Neuville, Prokop, Evans y Kubica se mantenían en el top 10.

Niebla y barro para el desenlace

Los tramos argentinos estaban dispuestos a añadir una dosis extra de emoción al final del rally. Qué mejor que niebla espesa y mucho barro para dificultar más la prueba. El domingo 12 de mayo el protagonismo lo acapararon Meeke y Mikkelsen con una incesante lucha que se acabó decantando por el lado del británico que, tras los accidentes de México y Portugal, se merecía llevarse un buen sabor de boca de Argentina.

El i20 WRC continuó con la dinámica del fin de semana: dar problemas. Neuville rompía un eje de transmisión en el último tramo. Por suerte, había demasiada distancia entre el belga y Kubica y pudo conservar la quinta plaza. Evans y Prokop cerraron la lista de los WRC.

Volkswagen cambió de protagonista

Lo más sorprendente del fin de semana fue el giro de 360º que dio Jari-Matti Latvala. El finlandés llegaba a Argentina dispuesto a arrebatarle una pizca de éxito a Sebastién Ogier con el claro objetivo de dejarle claro que lucharía por el título de pilotos. El francés llegaba al país sudamericano con el ego reforzado tras las victorias de México y Portugal. Y, al principio, parecía que la tónica dominante continuaría. Y así fue, pero con exclusividad de la primera especial.

Latvala no tardó en convertirse en el hombre a batir. Hasta en tres ocasiones cambió el liderato en el rally, pero antes de que finalizase la primera jornada, el finlandés cosechaba una ventaja de 17,7 segundos. Latvala tenía ganas de más y se mostró intratable también el sábado. Ganó tres de los cinco tramos y su ventaja con Ogier creció hasta los 31,2 segundos. Y no sería suficiente. El francés hizo un trompo en el octavo tramo y perdió la banda de rodadura del neumático y rompió la aleta y el parachoques. Sin embargo, esta vez la suerte quedó a tablas con los de Volkswagen, pues Latvala también hizo un trompo en la misma especial y se pasó de frenada. Ogier fue el peor parado de los dos. Su alerón y su paragolpes se cayeron y el motor del Polo WRC se recalentó y perdió potencia.

En la jornada del domingo, Ogier abandonó la caza y se resignó a conservar el segundo puesto. Latvala terminó el rally primero con una ventaja de 1 minuto y 26,9 segundos. Era la segunda victoria de la temporada para el finlandés y, casualmente, coincidió con el aniversario de su primer podio dentro de la marca alemana también en Argentina.