La trayectoria de un piloto en un certamen tan complicado como lo es la velocidad está marcada por la capacidad de superación, la búsqueda constante de retos y la consecución de objetivos. Estas variables definen el éxito de un competidor. En estas, algunos pilotos, ante la falta de suerte, ponen todo de su parte para seguir en la lucha. Es el caso de Jordi Torres. Tras una trayectoria irregular en el Mundial de Moto2, donde combinó podios e incluso victorias con sendos malos resultados, decidió huir hacia adelante e adentrarse en un Mundial nuevo para él como es el de Superbikes. 

En su primera temporada pagó cara su falta de adaptación. A pesar de pilotar la Aprilia que meses antes se había proclamado campeona del Mundo de la mano de Sylvain Guintoli, el de Rubí nunca llegó a encontrarse del todo cómodo. Solo la victoria en la primera carrera del fin de semana de la última cita del Mundial en Qatar permitió a Torres saborear de nuevo el triunfo. Tras completar un sólido final de temporada, el de Rubí se encontró con un panorama similar al que vivió la temporada anterior. La falta de implicación de la fábrica de Noale, unida a la falta de motos competitivas disponibles en la parrilla, llevaron a Torres a volver a tener que buscar alternativas llenas de riesgo.

BMW, una fábrica venida a menos en las últimas temporadas y que nunca terminó de despuntar, decidió apostar fuerte de nuevo por el certamen de las motos de serie, y confió en el talento de Jordi Torres para liderar un proyecto que, en su inicio, estaba lejos de ser competitivo. Era en el marco del Althea Racing, equipo que años atrás vio a Carlos Checa coronarse campeón a lomos de una Ducati. El panorama, pero, era muy distinto al que se encontró el piloto de Sant Fruitós del Bages allá por el 2011. 

Una lucha constante contra los elementos

Jordi Torres, cuando decidió asumir este reto, sabía de las complicaciones que se encontraría. La BMW era una moto por desarrollar, no como la Aprilia que pilotó en su primer año en Superbikes, la cual ya tenía un potencial consolidado. La moto alemana tenía una buena base, pero necesitaba pulirse en varios puntos, especialmente en la electrónica, la cual no estaba ni mucho menos al nivel de las fábricas punteras. 

Jordi Torres terminó en una meritoria sexta posición final en 2016 | Foto: Althea Racing

En estas, Jordi Torres, quien tuvo al alemán Markus Reiterberger como compañero de aventuras, lidió con muchos contratiempos a lo largo de la temporada pasada. Ante la falta de potencial para acercarse a las Kawasaki y a las Ducati, el de Rubí tiró de experiencia, de capacidad de gestionar las herramientas de las que disponía y pudo sacar el máximo rendimiento de su moto en la mayoría de situaciones para terminar en una meritoria sexta posición en la clasificación general. 

A pesar del buen resultado final, el trabajo tanto de Jordi Torres como de BMW no estaba terminado. La moto alemana se mostró muy poco competitiva en condiciones de lluvia, en las cuales Jordi Torres completó las peores carreras de la temporada. De nuevo, la poca eficiencia de la electrónica de la montura del español y la consecuente falta gestión de los neumáticos consecuente de ella pusieron de manifiesto que la moto aún no está al nivel que se espera de ella. 

Una lesión inoportuna

Con la maleta llena de tareas por hacer y de motivación e ilusión, Jordi Torres afrontó la pretemporada con el objetivo de dar pasos adelante en el desarrollo de la BMW. Todo parecía ir bien hasta que llegaron los test de Jerez, los cuales estuvieron marcados por el frío y la humedad. En consecuencia, las caídas se sucedieron. El piloto que se llevó la peor parte fue Jordi Torres, que tras un violento high-side sufrió una contractura en la escápula derecha y una abrasión en el codo del mismo lado, lo cual le impidió seguir con el desarrollo de su BMW en Jerez. 

El piloto de Rubí se lesionó durante los test de Jerez | Foto: Althea Racing

Afortunadamente para él, dicha lesión no le impedirá afrontar con garantías el inicio de un Mundial en el que Jordi Torres tiene muchas esperanzas depositadas. La temporada 2016 sirvió al de Rubí para conocer a fondo las virtudes y defectos de su nueva moto. De cara al nuevo campeonato que sube el telón en pocos días, Jordi Torres tiene un objetivo entre ceja y ceja: alcanzar el top-5 de forma regular e intentar, cuando se dé la ocasión, asaltar el podio, ese que tanto se le resistió la temporada pasada. De nuevo con Marcus Reiterberger al otro lado del garaje, Jordi Torres afronta una temporada donde deberá demostrar su nivel, seguir progresando y mostrar que es uno de esos pilotos en cuyo diccionario la palabra "rendición" no tiene cabida