Una vida dedicada a la música
Antonio Morant tocando en el Auditorio El Posito, Sigüenza (Guadalajara)

Poder dedicar tu vida a tu pasión es un lujo al alcance de pocos. Un lujo que requiere dedicación y perseverancia. La vida de un músico no es fácil, pero el hecho de entregarse a aquello que más le llena, compensa todas las dificultades.

Antonio Morant inició sus estudios de piano a los 6 años, actualmente tiene 21 y está en el último curso del Grado Superior en el Conservatorio de Castellón "Salvador Seguí" con el tutor Brenno Ambrosini, pianista veneciano. Estudiaba ADE en la Universidad de Valencia y competía a nivel nacional en natación; tuvo que renunciar a ambas cosas para poder dedicarse plenamente a la carrera de Piano. Los estudios de piano son como cualquier otra carrera universitaria, con sus respectivas asignaturas y créditos, pero con una exigencia de horas de formación mayor. “En mis días libres y los fines de semana intento ensayar entre 8 o 9 horas por día”. De entre las carreras musicales, la del piano está considerada como la más “dura”, el propio Antonio lo corrobora: “Todas son relativamente duras porque hay que ejercitarlas día a día, pero es cierto que al piano hay que echarle más horas”.

Actualmente la música clásica no tiene la misma repercusión en la sociedad que la música de estilo pop o rock, que es más contextual  y cumple una función. Antonio y sus compañeros estudian e interpretan piezas pertenecientes a la época entre el Barroco y el siglo XX sobre todo, y desearían que se les diera más notoriedad a estas obras clásicas ya que piensan que las canciones actuales pasan de moda en seguida. “Las modas cada vez son más cortas: "el hecho de que salga una nueva canción pop supone el destierro de la anterior; las canciones no duran más de un año, dos a lo sumo”, dice Juan María Prieto, estudiante de segundo de Piano del Grado Superior y amigo de Antonio. Aquellos que aman la música clásica lo hacen porque esta, si bien en su día cumplió una función social, ahora busca trascender más allá. Para alguien que considera esta música como algo indispensable en la vida, es impensable que tenga tan poca resonancia entre los jóvenes: “son muy pocos los que, sin ser músicos, acuden a la ópera porque les interesa la música clásica de verdad, y eso que el Valencia tenemos la segunda ópera más grande del mundo, en la que se ofrecen conciertazos”.

Un mundo competitivo

Como en casi todo hoy en día, los músicos también encuentran competitividad en su oficio, sobre todo en los concursos, en los que muchos participantes, en lugar de disfrutar de las piezas que interpretan los compañeros, van a ver “si falla alguna nota, si mete la pata”. Antonio y Juan rechazan que la competencia manche el arte de la música, el segundo lo argumenta: “la música debería ser una transmisión de virtudes y si lo conviertes en algo comparativo estás desvirtuando la naturaleza del arte; en ocasiones este mundo puede ser ridículamente competitivo”.

Los estudiantes de Piano no sólo se dedican a estudiar y ofrecer conciertos, algunos también componen. Antonio reconoce que componer algo le resulta forzoso pero Juan tiene varias piezas en su haber, si bien son para su disfrute personal: “lo hago por mi, en la composición tengo poca perspectiva de futuro”.

Auditorio Josep Carreras, Vila-Seca

Salidas profesionales

¿Qué opciones laborales tiene una carrera musical? Sobre todo, la docencia. Tanto Antonio como Juan tienen claro que primero deben acabar su formación, con un máster al final de la carrera y participando en concursos más importantes; pero luego sus caminos se separarán. Mientras que Antonio tiene claro que se hará un hueco como profesor de piano “aunque ahora la docencia musical está muy complicada en España, no descarto irme fuera”, Juan no duda en que abandonará el país para ir a buscar oportunidades en el exterior: “La enseñanza no es la única salida, es difícil pero también puedes trabajar de concertista o pianista acompañante en una orquesta”.

Desde el momento en que un músico entra a cursar el Grado Superior, ya sabe que se va a dedicar a la música siempre, que esta va a formar parte de su vida para siempre. “La música es mi pasión; una de las mejores sensaciones que experimento es conseguir llenar una sala en un concierto y que salga todo el repertorio bien, es algo que llena muchísimo”. Viven música. Juan ensaya en su casa hasta la hora que le permiten sus vecinos, y luego pasa al piano eléctrico. Ni un solo día pasa sin tocar las teclas: “No es recomendable estar un día sin tocar el piano; es algo práctico y hay que ejercitarlo y dedicarle tiempo todos los días”. Ambos recomiendan que se incentive el disfrute de la música clásica a los niños de corta edad, “aunque no lo vayan a emplear como algo profesional, los padres deberían fomentar en interés de los niños; es muy positivo que puede ayudarles en un futuro”. Los dos músicos empezaron a estudiar un instrumento desde muy jóvenes -6 y 7 años- gracias a un referente en la familia; el padre de Antonio toca la trompa y el tío de Juan, el piano y se puede decir que inculcaron en su hijo y sobrino “el gusanillo de la música”. “Nunca vimos como una carga el tener que ir al conservatorio después de clase, nos gustaba realmente desde muy jóvenes”, declara Antonio.

Sería bonito fomentar entre los jóvenes el ejercicio de la música aunque, como dicen Antonio y Juan, no fuera de manera profesional. Es una sana y entretenida práctica que puede aportar muchos valores a la juventud de hoy en día.

Salón de actos del conservatorio "Meste Vert", Carcaixent

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