El blues muere, The Black Keys vive
Dan y Patrick, los indies y chicos de moda.

Es raro, muy raro, pensar en The Black Keys y sus orígenes alejados de la prensa, incluso del gran público. Turn Blue apenas lleva semanas en el mercado y ya es la nueva joya de la corona, el nuevo icono del indie, bocanada de aire fresco, el orgullo de las cloacas de Estados Unidos. El sonido garage que han rescatado. “Nos habían garantizado un mínimo de 100 euros por el concierto y habíamos conducido unas ocho horas, pero fue tan poca gente que no nos pagaron".

Esa anécdota del año 2004 es de un concierto en Madrid. The Black Keys era menos popular que el próximo exitazo indie. Algo similar le pasó a The Killers en su primer (por lo menos con testigos) concierto en nuestras fronteras; Fue en Barcelona y apenas había 30 personas en aquel garito afortunado de escuchar el ya referencial Hot Fuss.

Ahora, cada vez que los de Brandon Flowers tocan en una ciudad española, el eco de las canciones se puede escuchar en su Las Vegas natal, con un séquito de admiradores que solo incrementa... Pero los puristas de ese Hot Fuss no irán a ver como suena Human. Y algo muy parecido se vive y vivirá con The Black Keys.

En cuanto suena un acorde oscuro no falta esa referencia al “sonido clásico y blusero” que han rescatado Dan y Patrick, pero, ¿En qué se parecen Turn Blue y The Big Come Up? El mayor parecido entre el nuevo album y El Camino es su gran calado en el público. Los sintetizadores usados por el grupo ohionés ahora, eran impensables en 2002 cuando estrenaban Bused o Brooklyn Bound. Incluso la entrada del mellotron chocó, pero en temas como Howlin for you, la mezcla y armonía de sonidos era inmensa, insuperable.Pasaron los años y la fama fue llegando a las camas y camerinos de estos blancos que tocan música de negros. Al igual que los Rolling Stone en los sesenta, lo han manipulado, lo han transformado, y han hecho el remake del blues que Abrams hace de Spilberg o Tarantino de Kurosawa. Con El Camino, el blues dejó de sonar antiguo y agrietado, y Muddy Waters y Howlin Wolf podían reposar sus caderas tranquilos en sus butacas sagradas con el relevo a la vista.

Dejaron las greñas y melenas para dar paso a los fracs y esmoquins (véanse sus apariciones en el Show de Letterman), pero el sonido nunca cambió del todo. El afamado Gold on the Ceilling siguió la tónica y evolución de un sonido tan visceral como es el blues.

Y ahora con Turn Blue, el sonido ha evolucionado a otro. No se deja nunca de intuir el origen de todo, pero el salvajismo y la sinceridad de años pasados ha dejado paso a la melodía y al reposo del sonido. La psicodelia ha entrado en la vida de The Black Keys. Han variado, ni para mejor ni para peor, pero han variado y han tocado ya desde el cielo otro género. El blues muere, The Black Keys vive.

VAVEL Logo