Si existe una voz que por calidez, elegancia, fibra y sensibilidad destaca entre las cantantes españolas esa es la de Sole Giménez, por ello el lanzamiento de un nuevo trabajo de la nacida en París pero criada desde muy pequeña en Yecla, debe ser un acontecimiento ineludible para todo aquel que aprecie la música y su vasto paisaje, siempre repleto de matices, historias, pasión, creatividad, luces, sombras y por supuesto sensibilidad.
Lo es mucho más si Sole Giménez elige para coronar su arduo trabajo el tema de la sensibilidad y se hace acompañar por grandes voces, grandes amigos y grandes artistas. En realidad un disco de Sole Giménez además de constituir un placer para los sentidos, un billete para la imaginación, es un acto cultural en toda regla. De hecho esta artista con más de cien composiciones en su haber, jamás dejó de concebir la música como un vehículo extraordinario para efectuar un acercamiento a la educación y la cultura, una ventana de notas al mundo para que el resto de sus semejantes se pudieran acercar a ellas través de una canción.
En esta línea y en unos tiempos en los que la violencia de género es una dolorosa realidad que golpea la conciencia de una sociedad enferma, resulta tremendamente valiente, positiva y aleccionadora una propuesta en la que precisamente se reivindica la sensibilidad, emotividad y el perfil más tierno del género masculino, que por su puesto existe. Para ello Sole regresa a escena con Los hombres sensibles, un disco libro en el que ha contado con la colaboración de numerosos artistas como Víctor Manuel, Dani Martin, Pedro Guerra, Antonio Carmona, Teo Cardalda, Carlos Goñi, Mikel Erentxun, David DeMaría, David San José, Edgar Oceransky, Melomans y Chabuco.
En muchos de los casos los artistas se han implicado creativamente en las canciones, como Dani Martín, de cuya autoría es la canción Que yo ya lo dije, así como Mi mapa del mundo, con el sello y la firma de Carlos Goñi (Revólver). Sole como siempre constituye un punto de partida y cordura, el contrapunto a la locura de los tiempos, en esta ocasión con quince canciones y duetos para la memoria de la música: Sigo esperando la lluvia; Mi mapa del mundo (junto a Carlos Goñi); Que yo ya lo dije (junto a Dani Martín); Espía de palabras (junto a David DeMaría; He vuelto a caer (junto a Antonio Carmona), Rosita calamidad (junto a Teo Cardalda); Escrito está en mi alma junto a Pedro Guerra; Volver al mar; Detrás del piano (junto a Chabuco); El vuelo de un serafín; Me equivoqué (junto a Víctor Manuel); Otro día sin ti (junto a Edgar Oceransky); Rosas rojas (junto a Mikel Erentxun); Búscame en medio (junto a David San José) y Mama tierra (junto a Melomans).
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Quince canciones en consonancia con su toma de conciencia social como canto a esa sensibilidad reparadora, a esa ternura como antídoto a las relaciones tóxicas, a las sociedades enfermas. Sin duda una de las mejores forma de hacer frente al drama de la desigualdad, a la vulneración de los derechos fundamentales, que al contrario de lo que se piensa no se resuelve criminalizando, sino acercando al ser humano a la cultura, a la música. Con este nuevo trabajo Sole plantea una de las posibles soluciones más cercanas a los artistas, reclamando con canciones la implicación de los hombres sensibles, cuyas voces no suelen interesar, reivindicando también su mayoritaria existencia y la ineludible oportunidad de educar con cada gesto, siempre con generosidad y amor.
Como canta en Mi mapa del mundo junto a Carlos Goñi, nunca cada día fue uno más, mucho menos aquel en el que la Ciudad de la Luz alumbró a una estrella que hoy brilla canciones al mundo. Decía un verso de Neruda que si todos los ríos son dulces, de dónde saca la sal el mar y el trabajo desde hace más de treinta años de esta cantante española de origen francés constituye una aleccionadora forma de otorgarle sentido a esta sabia poesía. El mundo está repleto de luces y sombras y, la música siempre ha sido una de las formas más bellas de expresarlas y transmitirlas.
Con la producción de Sole Giménez y Vicente Sabater, la dirección musical y los arreglos de Iván Melón, Los hombres sensibles, constituye otra de esas oportunidades brindada al mundo por el ministerio de una voz y una compositora sencillamente mágica.
