Dolores O'Riordan, The Cranberries y su último bello silencio
Foto: www.rtl.fr / Tiziana Fabi - AFP

El mundo de la música ha recibido el primer serio de golpe del recién nacido 2018 con el súbito fallecimiento de Dolores O'Riordan​, cantante de The Cranberries. El alma de la popular e icónica banda irlandesa que vendió numerosos discos en la década de los noventa era sin duda O’Riordan, la de su inconfundible voz (personalísima). La artista encontró en la música la vía de escape a una niñez tremendamente difícil y atormentada, de hecho en 2014 abrió su corazón en una entrevista concedida a “Belfast Telegraph” en la que reconoció que tan solo un año antes había intentado suicidarse. O'Riordan reveló los abusos sexuales que sufrió y las constantes crisis nerviosas, trastornos alimenticios y depresiones a las que tuvo hacer frente.

Todo ello la hizo entrar en una rueda de destrucción que la hizo sucumbir a las adicciones, benzodiacepinas, alcohol y todo tipo de drogas, numerosas sobredosis y quizás solo dos razones para seguir viviendo: la música y sus chicos (sus hijos). Diagnósticada con trastorno bipolar su caso no fue el de una artista, un juguete roto por la fama, sino el de una niñez destrozada, el de aquella pureza de porcelana hecha añicos que la marcó. Por esa razón su voz es hoy mucho más bella, posee un poso de incomprendido y agudo desgarro tan comprendido.

Everybody else is doing it, so why can’t we? (Álbum debut del grupo en 1992) suena como siempre, pero la voz de Dolores Mary Eileen O’Riordan Burton lo hace como nunca. Aquella niña que comenzó a cantar en Ballybricken (Limerick), en el colegio y la iglesia, esa joven que fue elegida ganadora en una audición en 1989 para integrar la banda, que recién comenzaba, se convirtió en una de las más poderosas del rock mundial. Entre los abismos de la vida y el rock, los inolvidables contrastes de esta mujer de alma rota que luchó contra ella misma y Cranberries, un grupo quizás no del todo valorado por la crítica en su justa medida por la sencillez de sus canciones. En cambio canciones que quedaron grabadas en el corazón para demostrar que tanto el mundo de la música como el de la vida diaria (la de O'Riordan y su canción del dolor) no son nada sencillos.

Seis discos grabados con la banda: Everybody else is doing it, so why can't we?, No need to argue, To the faithful departed, Bury the hatchet, Wake up and smell the coffee y Roses. Luego tras el año 2003 una fugaz carrera en solitario, con dos discos lanzados al mercado: Are you listening? y No baggage. Pero fundamentalmente The Cranberries, Linger, una canción inolvidable además de Dreams, Sunday y How, para un álbum que vendió más de 40 millones de copias. También su firme posicionamiento contra la violencia, las guerras, además de aquellos peinados que marcaron tendencia y maravillosos temas como Zombie, Ode to my Family, Salvation, Animal Instinct, Promises, Jus my imagination…

Cuando la fatal noticia de su muerte a la edad de 46 años en un hotel londinense fue difundida a través de la prensa mundial, con toda seguridad a aquellos que la siguieron les vino a la mente la primera estrofa de Linger: Si pudieras volver, pero la vida es como decía en Dreams, en todos los sueños nunca es todo como parece y en concreto en la vida de esta artista nunca fue todo como soñó que podía ser.

El silencio que causaba la violencia, como cantaba en la icónica Zombie, es hoy tremendamente agudo y sonoro por la ausencia de su enorme voz. Aguda al extremo como de infancia perdida, como alimentada en el tiempo por un dolor silencioso llevado por dentro y que salió en grito en busca de una esperanza a la que poderse asir. No en vano aquella niña rebelde, rara y de pelo corto que escribía canciones autobiográficas ha vuelto a cantar en el no lugar del ‘Más Allá’ el Ave María de Schubert, junto a Luciano Pavarotti, enmudeciendo la fría mañana de todo lugar. El de esta realidad que la música y voces como la suya hacen más bella y llevadera. Una realidad como de agudos y últimos silencios…

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