“Todo el mundo puede conseguir lo que quiera, otro asunto muy distinto es que lo intente”. Estas palabras son las que mejor definen la filosofía de Ander Romarate, un nadador que, superando un largo camino plagado de adversidades, ha logrado dos diplomas en los Juegos Paralímpicos de Londres y puestos de honor en campeonatos nacionales, continentales y mundiales. Su especialidad es la prueba de 100 metros espalda, donde ostenta la plusmarca española de la categoría S8 aunque también compite en otras disciplinas como la braza o los relevos.

En la actualidad, reclama que le bajen de nivel dado que estima injusto batirse ante personas que parten con ventaja debido a su menor grado de invalidez. Por eso, lleva meses elaborando informes que demuestren su teoría. En el caso de que le mandasen a una escala diferente, tendría posibilidades de mejorar y obtener grandes resultados.

Este eibarrés nació hace 18 años con una malformación congénita en su tren inferior y los médicos le propusieron dos posibles tratamientos. Por un lado, asistir a rehabilitación cada día, cosa que no era de su agrado ni del de sus padres. Por otro,  podía iniciarse en la natación. No se lo pensó dos veces y eligió la segunda opción. Poco a poco, ir a la piscina se fue convirtiendo en un hobby hasta el punto de que le acabó picando el gusanillo y se enroló en las filas del club Urbat de la localidad armera. Hoy en día, su evolución ha hecho que sea prácticamente su profesión. “Era inimaginable llegar a vivir esto, para lograrlo hay que ir paso a paso”, indica. Desde muy pequeño, su afición por el deporte era notoria. Nunca ha dejado de practicarlo y tiene claro que en un futuro quiere dedicarse a labores relacionadas con este apasionante mundo. No obstante, es consciente de lo complicado que resulta compaginar la rutina cotidiana con la actividad física y también sabe que no debe descuidar sus estudios porque la vida da muchas vueltas. “Seguramente tendré que salir fuera si quiero seguir combinándolo junto a la carrera universitaria”, declara.

Superando barreras

El duro trabajo realizado hasta ahora ha terminado dando sus frutos. Sin embargo, no olvida el sufrimiento que implica mantenerse en la élite. Además de cuidar minuciosamente su alimentación, dedica gran parte de su tiempo a entrenar y esto le impide, por ejemplo, disfrutar de sus amigos tanto como le gustaría.

“Soy tremendamente autoexigente y si tras abandonar el agua no estoy satisfecho con mi rendimiento, me cambia el humor”, cuenta. Esto le ha llevado a discutir con las personas de su entorno en numerosas ocasiones si bien el cabreo se le suele pasar en seguida. “A veces me enfado por chorradas pero rápidamente me doy cuenta de que sin el apoyo de los míos no soy nadie”, comenta entre risas y ante la cómplice mirada de su madre, que se acerca con unos cafés para amenizar la charla. Asimismo, subraya lo difícil que es aguantar cuando algo no sale bien. Por lo tanto, deja entrever que en los malos momentos se ha planteado rendirse. Las inmensas ganas de triunfar lo evitaron y después de todo, se ha percatado del acierto que supuso tomar esa decisión.

Madurez

Cuestionado acerca de si cree que al esfuerzo llevado a cabo por los deportistas discapacitados hay que darle o no el mismo mérito que a lo que hacen el resto, su respuesta es clara: “Me parecería inadecuado decir que lo nuestro es más valioso. Es cierto que contamos con mayores dificultades, lo que significa un hándicap, pero dentro del agua somos iguales y no queremos dar pena a nadie”.

Últimamente no cesa de recibir homenajes y ha terminado por acostumbrarse olvidando su carácter tímido y reservado de antaño. Tampoco le importa en absoluto que se fijen en su minusvalía. Su referencia es Richard Oribe, compañero de batallas al que conoce a la perfección y del que aprende constantemente. “Pasamos muchas horas juntos y hemos entablado una magnífica relación”, manifiesta.

Recién cumplida la mayoría de edad, el techo le queda todavía lejos, y prevé continuar durante un periodo indefinido. Le gustaría emprender nuevas aventuras entre las que destaca probar en el triatlón y quién sabe si intentará completar un Ironman. Estos, aparte de pisar el podio en grandes campeonatos, podrían considerarse los objetivos que se fija a medio-largo plazo.