El viento se llevó artificio, modernidad y elitismo en la noche del domingo del Gillette Stadium. El viento, furioso e incansable en Massachusetts, dejó football y toda su pureza. Si además la pócima se completa colocando frente a frente estaban dos de los mejores jugadores de todos los tiempos, queda esa batalla que suele ser fábrica de nuevos enamorados a un deporte. Quien tuviera la suerte de iniciarse en el fútbol americano con el duelo entre New England Patriots y Denver Broncos, se preguntará, emocionado, por qué ha estado tanto tiempo alejado de ese espectáculo. 

Los New England Patriots ganaron en una remontada demasiado épica hasta para Tom Brady. Y es que el quarterback completó su mayor remontada como profesional y lo hizo ante los Denver Broncos de Peyton Manning, frustrado por una actuación ensombrecida. Los Broncos se fueron al descanso con un 0-24 a su favor, todo parecía sentenciado.

Los Broncos, sumando a placer

El ataque de los Patriots había realizado una de las actuaciones más sonrojantes de su historia. Tom Brady estaba desesperado con sus compañeros, que dejaron varios fumbles por el camino. El viento y el gélido ambiente de su propio estadio les jugaron una de las peores pasadas que se recuerdan. A New England no le salía nada mientras los Broncos lo aprovechaban todo. Peyton Manning aceptaba regalos. 

Von Miller, poderoso desde la defensa, puso los primeros puntos retornando a touchdown el primero de los balones sueltos. En las siguientes dos posesiones de los Patriots, la jugada se repetiría. Tres fumbles en las tres primeras posesiones. Nadie se explicaba qué le pasaba a las manos de receptores y corredores de New England. Knowshon Moreno anotó de manera veloz y, para rematar un primer cuarto inimaginable minutos atrás, Prater sumaba tres puntos más para Denver en forma de field goal.

Diecisiete a cero en quince minutos de pesadilla en Foxborough. Antes del descanso, Peyton Manning lanzó su primer pase de touchdown de la noche para Jacob Tamme. El ataque patriota frenó la sangría de pérdidas pero la defensa siguió manteniéndoles a raya. Tom Brady quedó blanqueado cuando sobrevino el descanso.

La mayor remontada de la historia de Brady

En aquél momento sólo había dos opciones de continuar el partido. O los Broncos seguían su festín o los Patriots protagonizaban una de las mayores remontadas que se recuerdan en la liga. Se olía que no podía haber término medio en un enfrentamiento como ese. Las historias de grandeza de Peyton Manning y Tom Brady debían tener un gran capítulo más. Era la decimocuarta vez que se batían, pero la del 24 de noviembre de 2013 la recordarán de una manera especial. La segunda parte que se avecinaba iba a ser football en estado natural, tal como había sido la primera. Solo que a la inversa. 

Tom Brady salió al emparrillado enrabietado. Y ese es el mayor miedo que una defensa puede temer tener. El quarterback echó el resto y estuvo a la altura de la situación para jugarse el honor en una actuación fantástica. Más aún de las que, por norma, tiene acostumbrado al aficionado. El primer drive de la reanudación fue directo hacia el touchdown. Un pase de Brady hacia Edelman colocó los primeros siete puntos en la cuenta de los Patriots y se convirtió en la primera piedra de la remontada. Si en la primera ocasión sumaron, en las cuatro siguientes lo volverían a hacer. Cinco posesiones consecutivas. 31 puntos incontestados. 

Turnovers y más turnovers

¿Cómo lo consiguieron? Devolviéndoles su propia moneda a los Broncos. La defensa de los Patriots forzó un fumble y dejó una buena posición de campo a Tom Brady. El momentum estaba claro. Bolden culminó en esa ocasión y, antes de que acabara el tercer cuarto, el quarterback reabrió su vieja amistad con Rob Gronkowski para conectar y poner un nuevo touchdown. El 24-21 dejaba a New England al acecho, al estadio enfervorecido y al partido abierto a cualquier final. 

Comenzó el último cuarto con un novato interceptando al mismísimo Peyton Manning. Ryan Logan fue el hombre y Tom Brady el que se lo agradeció. En un nuevo ataque veloz, la conexión Brady-Edelman, que había dejado bonitas joyas durante la noche, apareció por última vez para touchdown. Los Patriots se ponían por delante y culminaban la odisea más breve jamás contada. Nada es imposible.

Stephen Goskowski salió para poner tres puntos más. Era un punto y aparte que dejaba el escenario perfecto para que todo aficionado imaginase una prórroga que alargase uno de los mejores partidos de los últimos tiempos. Los Broncos perdían por siete puntos y Peyton Manning necesitaba un touchdown para forzar el tiempo extra. Apareció para reactivar la versión buena de los Broncos. A falta de cinco minutos y ayudado por un pañuelo en un tercer down fallido, Peyton vio a Demaryus Thomas para igualar el choque y las fuerzas. 

Desenlace inesperado

La prórroga sobrevino y, con el lanzamiento de moneda ganado, Bill Belichick tomó la decisión que acabaría ganando el partido. Eligió defender y dar el balón a los Broncos pero... Dejándoles el viento en contra. El Gillette Stadium enmudeció y quedó perplejo ante aquello. Cuando los Broncos fracasaron en su primera posesión, los ánimos locales regresaron. El truco de Belichick estaba funcionando. 

Se sucedieron varios ataques fallidos que conducían al partido a un empate que nadie quería pero que, quizá y por todo lo vivido, fuera lo más justo. Con tres minutos en el reloj, los Patriots perdieron su última oportunidad y tenían que puntear. El siguiente drive de los Broncos acabaría con el partido de una forma u otra. Pero el destino tenía reservado un final patético y burlón para tan épico partido. Wes Welker estaba listo para recibir. Cuando vio el vuelo del ovoide supo que se iba a quedar corto. Lo indicó, pero uno de sus compañeros no lo vio. Era Tony Carter, que desconcertado y desorientado tocó el balón involuntariamente para firmar la sentencia de muerte de su equipo. En un desenlace tragicómico que bebió de Shakespeare, los Broncos se envenenaron a sí mismos. El viento se los llevó.

Los Patriots recuperaron el balón en la línea de 14 yardas de Denver. En la madrugada de Foxborough, Gostkowski solo tuvo que chutar desde una posición franca para, entonces sí, poner el punto y final a uno de los episodios más dramáticos de la mejor rivalidad de los últimos quince años en la NFL. 

Los New England Patriots ganaron y se ponen con 8-3 para volver a luchar por un bye week en los playoffs. Los Denver Broncos perdieron, se mantienen con 9-2 pero tendrán que luchar por el seed 1 e incluso por su división con los Chiefs (9-2). Pero la moraleja de lo sucedido es otra. Dentro de unos años, cuando el tiempo nos prive de disfrutar de los excelsos Peyton Manning y Tom Brady, echaremos de menos noches de ventisca como la de esta semana. Cada pase, cada amago de caída y cada toque de magia. Los mortales tenemos suerte de asistir a cruces de caballeros como estos. En una década seguiremos preguntándonos quién era el mejor entre los mejores. Ellos, para entonces, ya serán leyenda. Este partido también lo será.

VAVEL Logo
Sobre el autor
Pablo Ramón Ochoa
Periodismo en la Universidad Jaume I de Castellón y redactor de NFL en vavel.com.