Imagina que tienes 18 años, y que desde que eras un enano te ha gustado practicar deporte, uno en particular sobre todo, el deporte más popular de tu país, aquel que todos los niños de tu colegio practican. Y por azares del destino resulta que mientras vas creciendo te vas dando cuenta que eres muy bueno al practicarlo, tu lo sabes, tus amigos te lo han dicho, tus entrenadores, visores, inclusive tus adversarios te lo han dicho. Tu padre siempre fue un deportista así que ademas de contar con la experiencia desde niño también tienes los genes y sobre todo la mentalidad, eso que separa al deportista del atleta. 

Trabajas duro para alcanzar tu objetivo, y vayas a donde vayas lo que haces lo haces bien, no importa la liga o el equipo. Tienes todo para triunfar, eres considerado el jugador más prometedor de tu edad, parece que todo te resultará bien y el éxito será cuestión de seguir tu camino, de seguir trabajando como lo haz hecho hasta ahora.
 
Ahora imagina que eres adquirido por uno de los peores equipos de la liga en tu deporte de elección vía draft, tú no haz tenido poder de elección sino debido a que esa es la manera en la que la liga funciona pero te encuentras feliz por que haz sido la primera elección del draft, tu trabajo y tu talento han sido reconocidos.
 
Ahora imagina que eres adquirido por uno de los peores equipos de la liga en tu deporte de elección vía draft
Y es aquí donde los problemas comienzan. El equipo al que llegas tiene la sombra de haber sido exitoso históricamente pero recientemente los resultados han sido simplemente pésimos por lo que hay una gran presión en los hombros de todos en la organización. Tu primera temporada viene y va, y a pesar de que la competencia ha sido alta tu haz sabido dar resultados y tus números han sido buenos. Pero tu equipo ha quedado lejos de los playoffs, ha sido el peor equipo de la liga por segundo año consecutivo. Aunque hay una buena noticia, el ser el peor equipo de la liga significa que tendrán de nuevo la oportunidad de elegir primero en el draft del siguiente año.
 
El siguiente año llega, ha habido cambios en el equipo pero el más importante es la llegada de otro gran jugador promesa, similar a ti, en este caso Ryan Nugent-Hopkins. Las expectativas incrementan y con ello también las exigencias. La temporada comienza, y así como comienza termina porque los resultados son inmediatamente desastrosos. El equipo termina en el último lugar de la liga de nuevo.
 
Hall en los Oilers | CBC.ca
 
Ahora supón que esto se repite y se repite por más de una década. Y llega de repente el día en el que tu madurez y experiencia como profesional te ayuda a darte cuenta de que tu equipo te ha empapado con una cultura mediocre y que haz dejado de disfrutar lo que haces. Porque formas parte de un equipo que solo juega 30 juegos al año y dependiendo de los resultados, que son siempre malos, deciden si quieren seguir intentando o comenzar a jugar para perder, porque cada año juegas con ocho compañeros distintos y un entrenador nuevo. Porque los directores de la organización son flojos, sin talento, visión o aspiración alguna, ellos han encontrado la manera de explotar una regla de la liga, la cual es ser premiado por jugar mal y perder, y no van a tratar de rescatar el barco de cualquier otra manera. 
Pasaste toda tu vida queriendo llegar aquí, toda tu vida haz sido un ganador y quieres seguir haciéndolo en las ligas mayores, pero de cuando llegas ahí te das cuenta de que el jugar para ganar no es siempre bien visto.
 
Y llega de repente el día en el que tu madurez y experiencia como profesional te ayuda a darte cuenta de que tu equipo te ha empapado con una cultura mediocre
Esto es exactamente lo que Taylor Hall vivió por años, y aún cuando siempre tuvo todo en contra el logró dejar una buena impresión en todos, en el hielo siempre trabajo duro y si bien sus números no fueron lo suficientemente buenos para sobresalir y ser líder de la liga en alguna de sus categorías, si ayudaron a que su talento nunca fuera puesto en duda, excepto por aquellos relacionados con la organización de los Oilers, pero no había nada que el pudiera hacer para evitar eso.
 
Adelantamos al año 2016, cuando los Edmonton Oilers impresionaron al mundo del hockey e hicieron encabezados al intercambiar al talentoso Taylor Hall por el defensor Adam Larsson. Taylor tenía nueva casa, nuevos colores, pero sobre todo una nueva oportunidad, un nuevo comienzo.

Motivación añadida con la llegada a los Devils

Hall declaró haber sentido una nueva motivación en el momento en que la noticia fue anunciada, y desde entonces no ha tenido más que buenas cosas que decir de su nuevo equipo. Pero no son solo palabras, también lo ha demostrado en el hielo. Su primera temporada con los Devils fue solida, más no fuera de su estándar como jugador en la liga pero cabe señalar que tuvo algunos problemas de lesiones por lo que se perdió 10 partidos y llegó a jugar algunos otros tocado.
 
Hasta ahí uno podría pensar que se había visto todo de Taylor Hall, que era un hombre talentoso, con una cierta cuota de puntos solida pero que difícilmente daría algo más como jugador. Pero vino la pretemporada del 2017, y es ahí donde todo fue cayendo en su lugar para Taylor. El fue el primero en reconocer como una de las cosas de mayor notoriedad para el fue mantener a la gran mayoría de los mismos compañeros que tuvo la temporada pasada, así como el mismo entrenador .
 
Hall celebrando en New Jersey | NHL.com
 
Es entonces cuando comienza la temporada actual, donde hemos visto a un Taylor Hall motivado, enfocado y con actuaciones monstruosas, desde el comienzo y hasta el día de hoy, cuando ha terminado una impresionante racha de 26 apariciones consecutivas  en los que consiguió anotar al menos un punto (18G 20A 36P). Estos números han catapultado a muy probablemente hacer de esta su mejor temporada en la NHL hasta la fecha. Es por esto y mas que los reflectores están sobre el, porque ha demostrado que aún no hemos visto todo de Taylor Hall, porque la superioridad, el talento y la ética de trabajo que demostró en sus años anteriores a la NHL no fueron casualidad, porque por fin es feliz siendo parte de una organización que juega para ganar.