A la tercera sí va la vencida

Aunque tarde, escribo unas líneas sobre lo que ha supuesto este 2014. Para mí, VAVEL empezó de la mano de una compañera de universidad que ahora es más que una amiga, es casi una hermana; ella me dio la oportunidad de ponerme en contacto con un periódico en el que llevaba un tiempo y en el que se sentía con la libertad de escribir sobre la actualidad de su equipo. Unía, de un tiro, sus dos pasiones, algo que, personalmente, me atraía mucho.

Como todos aquí, gestioné mi entrada a VAVEL a través de un correo electrónico. Siempre recordaré aquella tarde de finales de octubre: recibí un correo electrónico en el que se me comunicaba que pasaba a formar parte de VAVEL, y yo, sin dudarlo, corrí a contárselo a mi familia. Sus dudas, razonables, eran también las mías. ¿De qué escribirás? ¿Cómo lo harás? Estas preguntas rondaban también en mi cabeza, pero con paciencia y la ayuda de mis compañeros fui resolviéndolas poco a poco.

Y llegó el día del estreno, pero antes ocurrió algo que me dio más motivos para empezar en este proyecto. Cuando me encuadraron en la sección de CAI Zaragoza me llevé una alegría razonable: como hija de padre maño y madre manchega, poder cubrir el equipo de uno de ellos me siguió alegrando mi corto camino en VAVEL. El CAI-Obradoiro daba el pistoletazo de salida a mi andadura en este medio, y me estrené con triunfo maño. No sé si fue suerte o casualidad, o incluso el karma, pero el partido fue uno de los mejores que recuerdo de aquella temporada, y ahí estaba yo, dando mi visión sobre él en la primera de muchas crónicas aquí.

Mi camino en los dos primeros años fue el de cubrir la actualidad de CAI Zaragoza. Acostumbrada al ritmo de previas, crónicas, declaraciones, me sentía cómoda y decidí ofrecerme a cubrir, también, el Laboral Kutxa, con la ayuda de Álvaro Pascual. Debido a mi situación, licenciada en Periodismo pero sin trabajo, VAVEL era lo más parecido al sueño que tenía antes de entrar a la universidad. Escribía de lo que me gustaba, me había marcado un sistema de trabajo, y ver que lo que escribía gustaba y era bien acogido era una sensación agradable, mucho.

Los veranos en VAVEL siempre han sido sinónimo de eventos especiales. Dejando de lado la primera Copa del Rey o los playoffs ligueros, episodios que para mí significaron algo ilusionante, el hecho de poder formar parte del seguimiento de estas competiciones, el Eurobasket de 2013 lo grabo en mi corto viaje como la primera cita a lo grande. Se celebraba en Eslovenia, pero desde aquí, conociendo a nuevos compañeros, compartiendo opiniones y sintiéndome valorada, lo viví como una más.

Hasta diciembre de 2013, el año seguía en su línea: con CAI  y Baskonia en mi día a día, llegaba a diciembre. Y el 2014 se presentaba, no sé muy bien por qué razón, con optimismo, en todos los sentidos. Había conseguido trabajo, mi tarea como entrenadora marchaba bien, tenía algún que otro proyecto en mente, y algo saturada, me planteé dejar de lado VAVEL, aparcarlo por un tiempo. Tras unas semanas de mucho pensar, decidí acabar la temporada, y borré ese pensamiento de mi cabeza.  

El Mundial de Baloncesto 2014 estaba a la vuelta de la esquina, y me ofrecí a ayudar en la cobertura de un evento con tal importancia. Con Barcelona como una de las sedes, llegué a fantasear con poder acudir como acreditada a los partidos que se jugaran en el Palau Sant Jordi, por qué no. Aunque no pude ir, recibí una recompensa que nunca hubiera esperado: antes de empezar el campeonato, la selección española realizaría una gira preparatoria, la conocida Ruta Ñ, y Álvaro, ahora como coordinador de la sección de baloncesto, me propuso ir a los dos partidos que el equipo disputaría en Badalona.

Sentí que lo había conseguido, creía que era lo que me faltaba, poder vivirlo desde dentro, y VAVEL me lo había dado. Para mí era algo más que un premio, me sentí halagada y valorada a partes iguales, y me propuse vaciarme, al máximo, en las dos semanas que durara el Mundial. Un grupo D algo movido, unas noche interminables de horas golfas, y el trabajo codo con codo con compañeros extraordinarios hicieron de esos 15 días una experiencia más que grata, y me empujaron a seguir dando lo mejor de mí a VAVEL.

A finales de verano, Álvaro y yo volvíamos a unir nuestros caminos, y es que me proponía que le echara una mano en la coordinación de la sección de baloncesto. Acepté, y además, aunque seguiría cubriendo el CAI para la temporada 2014-2015, cambiaba de B. Dejaba Baskonia para dedicarme al FC Barcelona, al que llegaba con la alegría propia de una culé que, si todo iba bien, podría, incluso, ver los partidos de su equipo en directo. Y fue bien: desde principio de noviembre acudo, siempre que puedo, al Palau Blaugrana para cubrir las crónicas desde allí.

Ahora, echo la vista atrás y me pregunto: ¿he mejorado? ¿gustará mi trabajo? ¿estarán satisfechos mis compañeros con mi trabajo? Aunque no soy yo la que debe responder a esto, lo que sí puedo hacer es un balance de mi mejor año en VAVEL. He crecido, he creado lazos con compañeros y compañeras de redacción, me he encontrado muy cómoda, y aunque también me he equivocado, sólo puedo darle una nota positiva a este 2014 que acabamos de despedir. Si el año 2015 acaba un algo mejor, aunque sólo sea un poco, a como lo ha hecho este último, me daré por satisfecha.

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